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Mucho tolete es lo que hay

Los presidentes de los gobiernos de Canarias, Fernando Clavijo (d), y de Baleares, Francina Armengol (i)

José A. Alemán

Hubo un tiempo en que los asuntos relacionados con el Régimen Económico y Fiscal canario movían a los isleños a tener, al menos, opinión. Hoy sólo dicen algo quienes barruntan que puede afectarles al bolsillo. Mientras, tratan los políticos de disimular que no se han movido a tiempo para remediar o mejorar algo porque, después de todo no van a hacerles puñetero caso. Sólo se les ocurre, en el caso que ahora nos ocupa, reforzar la embestida contra Pedro Sánchez, desahogo que no pueden permitirse los socialistas por razones obvias.

Todo se mueve en un pañuelo. Junto a los más comprometidos con el ménage à trois de la derecha y los que van de bracillo con el centro izquierda, entre los que figuran los socialistas que le niegan a Canarias, dicen, el pan y la sal (los euros, o sea) de un status económico y administrativo con antecedentes que se remontan a medio milenio, nada menos, al tiempo que le otorgan a Baleares un régimen casi igual (o igual del todo, que en eso hay pareceres); por si no estaba claro que son los intereses de los partidos los que prevalecen. Es lo que pasa por no haber dejado los chichas entrar a Nelson. Y ahí tienen a la senadora de CC, María del Mar Julios, cabreada porque PSOE y Podemos, después de apoyar en el Parlamento canario la propuesta nacionalera de que Canarias y los canarios tengan algo que decir respecto a los sondeos en el mar de las islas, se echaron atrás y pasaron del asunto en el Senado. Debieron tirarles de las orejas en Madrid de modo que donde dijeron digo, ahora dicen Diego. Y debieron ser tan fuertes los tirones que dañaron su capacidad auditiva y ni enterarse de que en noviembre pasado hubo un rosario de denuncias al detectarse varias explosiones submarinas. Resumiendo: dijo Mar Julios que “Canarias no quiere ser una simple espectadora de un Gobierno de España que reparte el mar de Canarias a cachitos como si fuéramos una colonia; al mejor postor o a cambio de algún favor internacional”. Nada que reprocharle a Julios, salvo el “como si fuéramos una colonia”.

No creo necesario insistir en que Baleares fue a lo suyo y por ahí nada que decir, faltaría más. Este es un asunto de Canarias con sus políticos y empresarios de un lado y el Gobierno central del otro; y conviene tener claro que unos por mansos, otros por sectarios nos han traído hasta aquí. Y es de destacar, de comparar más bien, la pasividad con que se acepta hoy la situación comparada con la carajera que se formó a principios de los años 70 del siglo pasado con el debate precisamente del REF. Fueron no pocos los profesionales dañados en su progresión por mostrarse críticos con los manejos de la administración franquista, cogida entre la oposición democrática que comenzaba a asomar la cabeza y la inconveniencia de practicar una represión que alborotara más de la cuenta a la opinión pública europea, sensibilizada contra el franquismo que no se sentía ya con las manos libres para liquidar a quien molestara. Hoy, sin embargo, el asunto del REF sólo suscita comentarios y opiniones más o menos beligerantes entre el profesorado universitario, tanto en Las Palmas como en La Laguna, entre el que, por fortuna, hay gente que sabe muy bien lo que dice. Entre los que citaría, a bote pronto para que los tengan en cuenta, si quieren informarse bien, a Sonia Mauricio, Salvador Miranda Calderín, José Luis Rivero Ceballos, Antonio Macías, Manuel Lobo y demás; sin entrar en los que se ocuparon en otros tiempos de los distintos aspectos de la cuestión administrativa canaria, como fueron los participantes en el seminario de Derecho Administrativo Especial Canario organizado y dirigido por el profesor Alejandro Nieto a finales de los 60 y principios de los 70. La lista de cuantos se han ocupado históricamente de estos temas es extensa, desde el santacrucero Murphy y Meade hasta la espléndida exposición de motivos del decreto de Puertos Francos de 1852 que algunos atribuyen a Cristóbal del Castillo aunque la firmara Bravo Murillo. Sin olvidar las aportaciones en estas y en otras materias del terorense José Miranda Guerra de quien sus herederos publicaron en 1975 “Los puertos francos de Canarias y otros estudios”. La lista es interminable pero, por lo visto, insuficiente a ojos de Sánchez para armar un discurso en defensa de lo que ahora han dado en llamar “fuero canario”. .

Como digo, es notable la pasividad de los políticos que han sido incapaces de concebir la forma de integración canaria en el Estado con sus derechos históricos por delante. Hicieron los nacionaleros de enterados de la caja del agua, como se decía en tiempos de más apego al regadío y a las botas claveteadas para no “rembalar” y darse el gran talegazo. En cuanto a los socialistas ya es sabido el seguidismo a Ferraz; o a La Moncloa cuando gobiernan. Ahora les toca a los socialistas canarios justificar el asunto de Baleares y su repercusión en el REF canario. Justo cuando se espera, ya saben, un rosario electoral del que no se sabe a quien tocarán los misterios dolorosos, los gozosos y los otros dos que no recuerdo.

No cabe esperar ninguna reacción destacable por parte del empresariado canario indígena que ya casi no existe. Las empresas punteras son ya, en la mayoría de los casos, de capitales foráneos. No sé siquiera si han emitido algún comunicado expresando su “honda preocupación”. Deben tenerla en el fondo de un pozo muy profundo. Aunque quedan todavía empresarios, los menos, que respiran por los intereses de las Islas. En cualquier caso, todos han tolerado que para una simple reparación te envíen a Madrid la impresora del ordenador de la que tanto dependes; o que llames a Telefónica para pedir el número de un abonado isleño y te salga una señorita a la que has de explicarle que Las Palmas, mismamente, no está en Mallorca y cuando crees que has logrado enterarla resulta que te entendió La Palma. O que para ponerte la luz en una casa se tiren un año y sigas sin humo ni señas y te digan que los técnicos tienen que buscar un hueco para hacer unos empalmes; o que llames por un corte del fluido y te salga una chica en Sevilla a la que debes volver a convencer de que no llamas de Mallorca. Y ni les cuento de los puestos de trabajo volatilizados para peor.

La batallita de la semana

Como por razones obvias he ganado el derecho a contar batallitas, que bastantes le escuché a mi abuelo, les contaré la del REF. Y empezaré por la oposición democrática clandestina pagada, como todo el mundo sabe, con el oro de Moscú. Pero ocurría que los soviéticos eran muy malos pagadores y nunca pude ponerle el ojo a un solo rublo por lo que llegué a dudar de su existencia. La del oro, claro. Lo que no evitaba que cierto amigo bromeara (o eso creo) con mi avaricia y sumara el vil metal al pago mensual de una empresa capitalista sin hacerle fós a la extra de Julio (el 18, ya saben) ni a la de Navidad destinada al degradante consumismo imperialista.

Y voy con los preparativos del REF. Todo comenzó porque estaba pendiente un fallo judicial sobre los Puertos Francos en un pleito contra el Estado. No era el primero pero había en Canarias quienes querían que fuera el último y pedían a Madrid un régimen que acabara de una vez para siempre con los litigios en los que, por cierto, solían los canarios obtener sentencias favorables a las islas. Fue una buena ocasión para que la oposición clandestina comenzara a enredar y poco a poco, mes a mes, revolvió hasta apuntar la ocurrencia de que la elaboración del futuro REF saliera del Ministerio de Hacienda para alojarse en la Presidencia del Gobierno desde la que organizar las islas en una autonomía pues era razonable que a las competencias recaudatorias acompañaran unas potestades administrativas para aplicar los dineros en el desarrollo del archipiélago. No se habló claramente de sistema autonómico hasta que la revista Sansofé, en la que se refugió el mester de progresía y una parte del rojerío de la época porque la otra presumía de estar más a la izquierda de la izquierda tildada de revisionista, carrillista y cosas peores. Ya saben como son las disidencias en la izquierda, que siguen tal cual todavía hoy. Aunque mi intención al mencionarlas era recordar la revista Sansofé y con ella a Santiago Gutiérrez que cargó con ella, como empresario, durante al menos dos años, hasta su cierre gubernativo después de una buena porción de expedientes y multas. Y ya puesto a recordar, habría que anotar los nombres de Antonio González Viéitez y Oscar Bergasa que fueron despedidos de Centro de Investigación Económica y Social (CIES) de la Caja de Ahorros por sus actitudes críticas al REF aguado franquista.

Ya anoté que la oposición democrática proponía que si se pergeñaba un sistema fiscal no estaría de más, ya puestos, un aparato administrativo para aplicar los dineros disponibles al desarrollo canario. Más o menos lo que es hoy la autonomía. Queda por aclarar que la actitud canaria respecto a las pretensiones de Baleares, que el Gobierno Sánchez quiere colmar, no supone el enfrentamiento de las dos comunidades autónomas. Mucho menos que se pretenda del lado canario tener exclusiva alguna. El temor es que se produzca un dumping fiscal y que empresas que ahora están en Canarias por sus ventajas fiscales decidan irse a Baleares si les dan esas mismas facilidades más cerca del continente europeo. Puede alegarse que los baleáricos son también hijos de Dios y que tienen los mismos derechos que los canarios. Lo que es cierto con la salvedad de que Baleares no es región ultraperiférica de acuerdo con la definición de la UE; que su renta per cápita es muy superior a la canaria, de las primeras de España; que no tiene las tasas de paro, subempleo y pobreza de Canarias. Y desde luego no es lo mismo estar a 80 kilómetros de un continente poblado que a casi 2.000 como Canarias. Y una sobrasada que da gusto en abierta competencia con los chorizos de Teror,

Canarias inexplicada

Hay un palabro, “consternación” mismamente, casi fijo en las notas necrológicas. Diréles que para mí la consternación, cuando es sincera, precede al llanto abierto y desmadrado del que hay dos tipos: el inspirado por el cariño al difunto y el de las plañideras que hoy escasean y que de haberlas, si las hay, son vocacionales pues dejó de ser oficio retribuido apoderándose del campo de las lágrimas y las exclamaciones de dolor la dicha consternación. Que tiene, sin duda, ventajas como la de ser individual y poder el consternado quitársela de encima en saliendo del velorio. Quiero decir, en fin, que andan los políticos consternados con el logro balear y han depositado todas sus esperanzas en que la UE desautorice el régimen económico y fiscal similar al REF canario que se han agenciado merced al compadreo partidista.

Ya se verá qué hace la UE aunque, la verdad, no me fío mucho. Tampoco me apetece ocuparme del asunto porque llevo años dando la tabarra con que Canarias hay que explicarla mejor en España y ni caso. Dicen los políticos que ya lo hacen y en las últimas semanas, tras mandar Sánchez a este archipiélago a tomar viento, dicen y repiten hasta el cansancio eso de que el REF es el fuero canario. Ya no sé si es que los de la parte canaria se explican fatal o si en el lado español hay gente interesada en no enterarse y hacernos la puñeta. Es evidente que los canarios no han sabido explicar que las llamadas “ventajas” isleñas no son tales y mucho menos los privilegios que dicen: todo viene del modo con que quisieron los castellanos del siglo XV hacer posible vivir en Canarias. A los castellanos, claro, porque a los indígenas ya saben. En este sentido, no está mal reparar en lo significativo del número de jóvenes que se marchan hoy de las islas para encontrar con qué.

Las autoridades y los parlamentarios canarios no han explicado bien, a mi entender, las circunstancias canarias y hasta hace muy poco no escuché explicar que las ventajas fiscales y determinadas subvenciones no son ni de lejos “privilegios” sino compensaciones a la lejanía y la manera de cumplir con el principio de igualdad de los españoles.

Las ventajas canarias, que no privilegios, son, pues, respuestas históricas a una realidad desfavorable. Canarias no disfruta de ventajas graciables ni privilegios sino de respuestas históricas para aliviar una realidad desfavorable ya observada en el siglo XV y que sigue estando ahí. El archipiélago no se ha movido, sigue donde estaba, a la misma distancia de siempre del continente europeo y frente a unas costas africanas no tan silenciosas como hace quinientos años aunque sigue sin establecerse un comercio relevante. Es un territorio quebrado en islas de características diferentes, de recursos naturales escasos y aunque están bien habitadas las circunstancias no se han modificado. En definitiva y para no cansar: Las riquezas de Canarias son la llamada “renta de situación”, que posibilitó cierto desarrollo no gracias a España sino a los ingleses y antes de ellos a los genoveses; y la “renta de excepción”, particularmente en materia fiscal. El principio general para todo este tinglado es que los canarios tengan las mismas posibilidades y oportunidades que el resto de los españoles. Por poner un ejemplo plástico: que las mercancías producidas en las islas circulen como si fueran producidas en la Península.

El chasco de Clavijo

Pero al margen de todo esto, conviene recordar que desde su fundación los intereses personales de determinados dirigentes “nacionalistas” aconsejaron llevarse bien con Madrid para medrar mejor. Y héte aquí que se reunió el partido en congreso y sentaron que la naturaleza política canaria era la competencia entre islas, lo que autorizaba el predominio de una isla sobre otra, como ocurre hoy porque todo se dispuso para que así fuera. Asimismo convinieron que Canarias ha de estar siempre con el partido que gobierne en España. Sea el que sea.

Sospecho quien inspiró esta “doctrina”, a la que le sacó partido al alcanzar cierta relevancia en los medios madrileños, pero como no estoy seguro lo dejaré aquí y daré un gran salto en el tiempo para llegar a Fernando Clavijo y su penosa presidencia. Clavijo, como saben, entró en un Gobierno canario aliado con el PSOE. Pero enseguida se advirtió que no eran los socialistas santos de su devoción y buscó la manera de romper con ellos para compincharse con el PP, siempre de acuerdo con aquella “doctrina” de estar con el que mande más propio del oficinista adulón que de un presidente autonómico.

Se las prometía felices Clavijo y CC al liarse con el PP gobernante cuando héte aquí que los socialistas presentan su moción de censura a Rajoy, la que sorprendió y a la que todo el mundo dio por fracasada de antemano. Hasta que para sorpresa de todos el Congreso aprobó la censura y Pedro Sánchez se convirtió en presidente del Gobierno sin ser siquiera diputado. Se vino abajo el tingladillo en que confiaba Clavijo que tiene ahora en la gobernación del país a un partido que despreció y castigó a un presidente con el que no contaba; ni él ni nadie. Un presidente que, a mi entender, está dando muestras de no ser un hombre de Estado entre otras cosas por el trato que le está dando a Canarias incumpliendo compromisos ya adquiridos en plan vengantivo y para que Cavijo se entere de lo que vale un peine. Por cierto: Clavijo demostró su escasa talla cuando solicitó a Sánchez durante su estancia en Lanzarote que lo recibiera ¡diez minutos! Ni lo hizo Sánchez ni con la que está cayendo bastan diez minutos, como comprenderán, para abordar los graves asuntos pendientes. Me temo, pues, que Clavijo trató de poner en evidencia a Sánchez al no recibirlo ni siquiera un momentito y en el peor de los casos hacerse con una foto con el presidente del Gobierno. Mal intento, pues. Aunque alguien debería afearle a Sánchez que haga pagar a los canarios en plan sectario la antipatía que pueda sentir por Clavijo. No es propio del hombre de Estado que pretende parecer.

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