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“Como cineasta me interesan sobre todo las historias de la gente común”

El cineasta Víctor Erice se encuentra en La Palma. Foto: LUZ RODRÍGUEZ.

Esther R. Medina

Santa Cruz de La Palma —

Tiene una producción cinematográfica escasa, pero es la más poética del cine español. Víctor Erice (Victoria, 1940) se encuentra en La Palma, a donde ha viajado para clausurar el ciclo ‘Enciende la Tierra’ de la Fundación CajaCanarias y reencontrarse con sus amigos Elsa López, Anelio Rodríguez Concepción, Miguel Jiménez Amaro ‘Chuchú’… Concede muy pocas entrevistas y se mantiene alejado de los medios de comunicación, pero LA PALMA AHORA ha tenido el privilegio de conversar con este cineasta de culto, uno de los grandes directores de cine de España, con una obra de sello muy particular. “Creo que es la cuarta vez que vengo, y me siento muy a gusto aquí, es un lugar para mí muy especial”, ha asegurado. “De las primera personas que traté de La Palma fue a Elsa López, porque en aquel tiempo era la mujer de un gran amigo mío, Ángel-Fernández-Santos, y Ángel, que era de un pueblo de la provincia de Toledo, fue el primero que me habló de la isla, y también le atraía muchísimo”, cuenta. “Recuerdo que en aquella época él estaba escribiendo una tentativa de novela que transcurría en La Palma; a Anelio le conocí en un pueblecito de Málaga, en un congreso de escritores”.

La pregunta de por qué tiene una producción tan exigua, es, afirma, “la que más veces me han hecho en mi vida, supongo que es obligada”, comenta con resignación. “Bueno, siempre respondo que las cosas han sido así, no es que haya tenido la pretensión de hacer poco, pero hay que aceptarlo”.

Tanto sus tres largometrajes -‘El espíritu de la colmena (1973), ‘El sur’ (1983) y ‘El sol de membrillo (1992)- como los cortos que ha realizado, los ha abordado como una “aventura existencial”, pero, precisa, “habría que explicar qué se entiende por enfoque existencial; incluye una dimensión profesional, aunque también la de descubrimiento, que la película, lo que hago, sea la consecuencia de algo que he descubierto y que no sabía de antemano”. “Digamos que para mí, hacer una película es un medio de conocimiento, conocimiento del mundo, de los demás y de mí mismo”, subraya.

Víctor Erice, como creador, tiene una mirada muy particular que dirige hacia lo que le conmueve. “¡Son tantas cosas! El hecho de vivir, la vida en general con todo sus matices, y quizás, sobre todo, las historias de la gente común, no los grandes protagonistas de la historia, si no la gente que uno puede encontrar por la calle”.

Considera que el “verdadero cine es residual, hay una progresiva degradación de la narración clásica”, y lo explica: “El cine ha cumplido ya 120 años de historia, más o menos, y en esos 120 años ha consumido una evolución que la pintura ha tardado siglos, y la literatura también, y la ha consumido de una forma muy vertiginosa. Ha vivido un periodo de los orígenes -donde se inventa el lenguaje-, un periodo clásico, luego ha vivido la modernidad, luego la posmodernidad, y ahora no se sabe muy bien hacia dónde va; no soy adivino, probablemente yo ya no veré lo que vaya a suceder”. “Sí, soy consciente de que el mundo a través del cine que yo he conocido está en trance prácticamente de desaparecer, pero esto supongo que es ley de vida”, admite. “En mi época se utilizaba más el término vocación, y hoy parece que se usa menos”.

Erice, que fue “amamantado en la infancia en el cine norteamericano”, siente verdadera devoción por Charlis Chaplin. “Es alguien que permanece como una referencia. Sigo viendo sus películas, los cortos sobre todo que descubrí de niño, y tantos y tantos años después, cuando quiero de algún modo reconciliarme con el mundo, me pongo una película de Chaplin, aunque son tristes; bueno, quizás provocan las dos reacciones más elementales de las personas, que son la risa y el llanto”.

El director de ‘El sur’ percibe “una quiebra cultural” entre su generación y las posteriores. “Hay una quiebra cultural grande que yo no experimenté en relación a la generación que me precedió. Hay un hecho que lo explica, y es el de la educación. Esa quiebra cultural no solo se produce porque en los 50 años últimos el mundo ha evolucionado extraordinariamente, los cambios sociales se suceden a caballo de la evolución de las tecnologías, sobre todo referidas a la comunicación, y han transformado el mundo”. “El mundo de hoy no es ya el mismo de principios del siglo XX, es sustancialmente distinto. Pero, además de esta transformación vertiginosa, esa quiebra se produce porque no hemos sabido encontrar un sistema de educación que llene ese posible vacío, ese posible tránsito de una generación a otra. Creo que es un problema del Ministerio de Educación que carga tras de sí una amplia cosecha de fracasos”, resalta.

El paisaje de las posguerra, en palabras de Erice, era “un mundo divido entre ricos y pobres, una realidad en ruinas”. En la actualidad, sostiene, domina también esa estampa, pero descrita de forma eufemística. “Veo ese paisaje, lo que ocurre es que se le describe en otros términos; la nominación esa del mundo dividido entre ricos y pobres se remonta unos cuantos siglos atrás. Hoy, para describir ciertos fenómenos que desde el poder son considerados como delicados, pues se crea una larga serie de eufemismos, quizás para no nombrar a las cosas por su verdadero nombre”.

A Víctor Erice, a quien el Cabildo ha encargado un texto de presentación del Archivo Fotográfico José Pérez Vidal, su obra cinematográfica le ha permitido ser “ciudadano del mundo, de otras costumbres y de otras culturas”.

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