Luis Morera: la identidad como sendero

Imagen de archivo de Luis Morera y Santiago Jorge.

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Me encuentro tomando un café con Luis Morera en el restaurante del histórico Casino de Santa Cruz de La Palma. De alguna manera, también estoy tomando café con una parte importante de la historia artística y cultural de la isla, con mi juventud, con recuerdos entrañables y con una parte ilusionante del pasado. A veces, algunas personas son fieles guardianes de recuerdos y acontecimientos, con la voluntad de enseñarnos lo importante que es no olvidarnos nunca de quienes somos. Este es el caso de Luis, un artista polifacético, rebosante de experiencias que no me son ajenas y que forman parte de nuestro álbum de fotos con imágenes irrepetibles.

Es inevitable retroceder a principios de los 80, para entender la esencia de lo que fue La Palma en esa época. La falta de iniciativas, el aislamiento cultural y una juventud aturdida; todo pintaba un panorama muy poco motivador. En toda esta apatía, surge el colectivo ecologista y cultural La Quinta Verde para dar una inyección de optimismo e ilusión a una sociedad palmera somnolienta y aburrida.

Luis Morera fue el guía, y la música de Taburiente era el himno de una lucha pacífica y constructiva. De repente todo se iluminó y surge la defensa del patrimonio histórico, la naturaleza, el pacifismo, las inquietudes artísticas fraguadas en el primer grupo organizado de artistas; Nueva Generación, era su nombre y la creatividad su bandera, todo era ebullición y a veces rechazo por algunas mentes almidonadas.

La identidad canaria era el sendero a seguir, la búsqueda de nuestros orígenes, el amor incondicional por nuestra naturaleza, la defensa de todo lo defendible, no había límites y sobraba energía.

Las letras de las canciones de Taburiente, sus mensajes, la obra pictórica de Luis, el entusiasmo por entender y valorar nuestras raíces indígenas, nuestra realidad atlántica, nuestras tradiciones; todo alimentaba la necesidad de proteger nuestra idiosincrasia y nuestra canariedad.

Pasan los años y la sensación de vacío es escalofriante. Todo ha cambiado, solo quedan los antiguos guerreros que no bajan nunca la guardia. La identidad canaria está herida o quizás enferma; no se valora y además se cuestiona. La globalización es una planta invasora y hoy peligra casi todo lo que nuestros antepasados nos han dejado como herencia.

El primer tratamiento a seguir es reconocer y valorar el trabajo realizado por artistas como Luis Morera; curar esta crisis de personalidad enquistada y entender que cuanto más canarios nos sentimos más ciudadanos del mundo seremos.

Este café me supo a gloria. Gracias Luis.

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