Faustino Méndez Cabezola

“La actividad más importante que un ser humano puede lograr es aprender para entender, porque eso le hará ser libre”

(Baruch Spinoza, 1632-1677, filósofo racionalista, padre del pensamiento moderno).

La antigua calle del Castillo, hoy Méndez Cabezola, se emplaza en el llamado barrio de Santa Catalina, y transcurre entre la Avenida Marítima y la confluencia de Doctor Pérez Camacho con la plazuela de la Cruz del Tercero.

Fue renombrada por acuerdo plenario del Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma de fecha 31 de mayo de 1902. 

La calle ha contado con el establecimiento de empresas señeras para la historia cultural de la ciudad, destacando sobre todo la sede del Diario de Avisos, y el taller de grabado ‘La Estampería’, del artista palmero Alberto Cabrera. 

Ahora que se cumple la efeméride del 180 aniversario de su nacimiento, tener el privilegio de presentar a un hombre tan insigne y valioso, e intentar esbozar en unas líneas, la breve y a la vez magnífica trayectoria político-social que le sitúa, creo que con todo merecimiento, en un lugar destacado de nuestra historia reciente, se me presta hacerlo con esa cita filosófica impregnada de idealismo que, a título de preámbulo, considero que nos acercaría a trazar parte del pensamiento e inquieta vocación de nuestro ilustre y admirado personaje. 

Desde que leí su biografía al poco de venir a vivir a La Palma, quedé gratamente impresionado por lo trascendente de su legado, por el talante liberal y espíritu progresista que prodigó con valentía en una época de grandes dificultades, y porque representa a esa generación única e irrepetible, exponente de la denominada ‘revolución cultural palmera’ que, de forma fecunda, se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX. Fue sin duda, un fantástico elenco de personalidades insulares que derrocharon un inmenso caudal de sabiduría.   

Méndez Cabezola, Don Faustino, nace en el seno de una familia católica en Santa Cruz de La Palma, el 16 de febrero de 1836, y fallece repentinamente por pleuresía en esta ciudad, a los 44 años de edad, el 11 de mayo de 1880. Fue uno de tantos palmeros que tuvo que salir de la Isla para seguir la segunda enseñanza en Tenerife y Gran Canaria, y después con brillantez, conseguir sus licenciaturas en Derecho y en Filosofía por la Universidad de Madrid. 

Se distinguió desde muy joven por su capacidad, por el amor a su tierra, y por su inquebrantable fe en las ideas modernas. “El porvenir es nuestro” decía siempre a su círculo de amigos. Advirtió pronto la falta de tres factores fundamentales de la cultura isleña: una imprenta, un periódico y un colegio de enseñanza secundaria, y con gran esfuerzo y tesón, dedicó gran parte de su corta pero pródiga vida, a conseguir su implantación. A sus gestiones se debe la llegada a su ciudad natal de la primera imprenta, y la edición del primer periódico, ‘El Time’ (1863), desde el cual como director, y con el título ‘El colegio en La Palma’, mentalizó a políticos y conciudadanos para la fundación del primer instituto público de segunda enseñanza ‘Santa Catalina’ (1868). Él siempre mantuvo, a mi juicio con mucho acierto, que la enseñanza es “la base más sólida de todos los progresos”. 

Su espléndida formación académica y abundante actividad intelectual, su reconocido talento literario y periodístico, y su implicación en el panorama político de la época, le llevaron entre otros avatares, a ocupar una cátedra en el Instituto Canarias en 1869, y otra en la universidad de Oñate (Guipúzcoa) al año siguiente, también para colaborar incansablemente en rotativos nacionales y locales, para publicar artículos y novelas de diverso tinte, y además, para ejercer como político en el partido liberal y asumir fugazmente, con Pi y Margall como presidente del Gobierno de la primera República, el cargo de gobernador civil de Logroño. 

El biógrafo de nuestro destacado protagonista, Don Jaime Pérez García de Aguiar (1930 - 2009), cronista oficial e Hijo Predilecto de nuestra ciudad, y socio de honor de la Real Sociedad Cosmológica, en su rigurosa y detallada obra monográfica ‘Fastos Biográficos de La Palma’, lo considera propagador de la democracia, republicano liberal, modélico catedrático, literato profundo y periodista incansable.           

Don José Pérez Vidal (1907-1990), acreditado etnógrafo e historiador, en su obra ‘Albores en La Palma’ escribe sobre el auge cultural del siglo XIX: 

“Al valor de este dorado movimiento de riqueza, sobre esta ancha base de bienestar, un anhelo hondo de enriquecer también el espíritu fue levantando las tres columnas maestras del esplendor cultural consiguiente: la primera prensa periódica (1863), la reorganización de la Sociedad Económica de Amigos del País (1866) y el establecimiento de la segunda enseñanza en la Isla (1868). Las tres empresas obra de una sola pero heroica voluntad: Don Faustino Méndez Cabezola. Aún no se ha estudiado toda la significación de este nombre ¡y de este hombre!”.           

Más que recordar a Don Faustino como singular y sobresaliente, atributos que le confiere el acervo cultural, habría que contemplarlo como “uno de los rayos luminosos de intelectualidad más destacados en el amanecer decimonónico palmero”. 

Dicho esto, poco más podemos abundar en el meritorio, fructífero y extenso currículum de este personaje único y extraordinario, cuya digna y honrada vida se orientó siempre al logro del progreso cultural de su pueblo en el que tanto creía, y del que yo quisiera humildemente, a título de homenaje, dedicarle una frase de un célebre filósofo francés de la ilustración: 

            “El hombre que se entrega de lleno a un menester, si es un genio, se convertirá en alguien prodigioso, si no lo es, la tenaz aplicación al trabajo le elevarán por encima de la medianía” (Denis Diderot, 1713-1784). 

Santa Cruz de La Palma, febrero de 2016 

 

(*) Jesús Godoy Ballesteros es inspector jefe de la Policía Nacional, jefe de la Comisaría de Santa Cruz de La Palma y vocal de la Junta Directiva de la Real Sociedad Cosmológica.