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Espacio de opinión de La Palma Ahora

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Defensa de 'La gran belleza':

Me gusta mucho observar que aún hay quien se apasiona con el cine hasta el punto de amar determinadas películas o cabrearse furibundamente con ellas. Es uno de los méritos de 'La gran belleza', de Sorrentino, creo. A mí me mantuvo todo su metraje en el filo, a punto de caer de un lado o del otro. En muchos aspectos, es todo lo contrario del cine que me viene gustando desde hace tiempo. Yo soy más de un cine que busca “verdad” alrededor, aunque para ello a menudo los directores deban hacer casi imperceptibles ?por lúcidos? ejercicios de retórica. Hoy estamos muy vacunados contra la pedantería, la fatuidad, las pretensiones, lo excesivamente retórico. Y sin embargo, 'La gran belleza' es todo eso y lo contrario: porque es posmoderna, se ríe de sí misma y propone un cine y una belleza que parecerían lo opuesto que esta película enseña y es. No hay que desdeñar ese último plano, ya en créditos, del río, un plano casi documental, fuera del gran ejercicio retórico que es la película. Dice 'La gran belleza' lo contrario de lo que es, se mofa de la búsqueda de la gran belleza, denuncia la fatuidad del personaje, alarma sobre el vacío de tanto zombi botox y artista porque-yo-lo-valgo que hay por ahí, y riza el rizo de la posmodernidad, porque, siendo posmoderna, parodia la posmodernidad misma, delata nuestras máscaras, nos ridiculiza. Etc., etc.

El 'foterío':

Ay, ¿va a ser que me lo tengo que hacer mirar? Tengo un problema con las fotos. A tenor de lo que veo por aquí, debo de ser el ser humano escritor que menos fotos de su persona publica. El problema es que no tengo, rara vez me hago alguna. Hasta los 19 me hacía selfies y todo, pero últimamente... Viví un año en EE.UU. y no tengo ni una foto de aquello. Ni rastro de amigos y compañeros y viajes. No actualizo mi álbum de fotos desde 1993, más o menos. Con Mama no tengo más que una o dos, de hace años. Siempre soy yo el que hace las fotos y los vídeos familiares, así que no salgo. No es ninguna fobia. Es desinterés. Además, publicar fotos feas, mal hechas con el móvil, en circunstancias cuya única relevancia es que uno está ahí, tal vez con alguien, para qué. Hay un exceso de imágenes de ese tipo por todos lados. Tampoco es que me vaya a rasgar las vestiduras por fotografiarme en algún sitio; si tengo que pasar por el photocall este cotidiano que tenemos montado allí donde vamos, pues paso; si alguien me la pega en internet está bien, no importa, no es una regla escrita a fuego, no soy un fanático celoso de nada. Ahora que lo pienso, la única que me hace fotos regularmente es mi hija, pero me las guardo. Si alguna fuese un buen retrato, tal vez, la publicaría con algún sentido, pero si no, para qué. Ayer mismo me hizo Mama una foto con el móvil para hacérsela llegar a su abuela, que está en Gambia; en la aldea en la que vive había alguien de paso con el móvil cargado (allí no hay electricidad), así que aprovechamos para hablar con ella y eso. Le enviamos fotos de los tres. No iba a faltar la mía. Pero si no, para qué. Me da hasta corte ya el 'foterío' este, un poco de vergüenza propia y otro poco de vergüenza ajena. Raruno que es uno. Si pudiera pedir un deseo al respecto: fotos las justas y de la mejor calidad fotográfica posible, por favor.

Fabulilla inocente:

Era un tiempo en el que los medios de comunicación rara vez remuneraban el trabajo de los escritores, así que los escritores no se comprometían con ningún medio de comunicación. Publicaban en todos cuando querían y como querían y lo que querían, sin ofrecer demasiado (gratis) a ninguno en particular. Y también los criticaban a todos sin tapujos, en público y en privado, pues no les debían ninguna clase de lealtad.

Aunque los listos dirigentes de los medios de comunicación que explotaban a los escritores tenían que sacrificar la calidad de sus medios, y rara vez podían hacer el medio de comunicación que querían (pues quien no paga no puede exigir, menos pretender que les escriban lo que ellos quieren como ellos quieren cuando ellos quieren), también se habían dado cuenta de que ese tipo de contenido les llegaba de uno u otro modo sin necesidad de pagarlo. Habiendo contenido, también llegaba la publicidad. Además, circulaba tal cantidad de medios de comunicación que también debieron hacerse a la idea de que mejorar su calidad ya no suponía una diferencia sustancial de número de lectores, ni de publicidad. Resultaba más práctico y rentable instalar la publicación en un nivel medio mediocre, sin pagar más que lo indispensable. Así era tanto en los grandes medios de comunicación con garaje privado en el que podías encontrar el lujoso espectáculo de coches de alta gama de sus directivos multimillonarios, como en las publicaciones modestas de las que solo se alimentaba el editor y, si acaso, alguno de los que hacían el “trabajo sucio” de la edición. Y no pasaba nada...

Hasta que llegó el Gobierno y decidió acabar con tanta “libertad” (o desprotección).

Desde entonces, por ley, medio que publica un trabajo, factura del pago al autor que tiene que presentar. El Ministerio de Cultura, igual que reporta a Hacienda si en los créditos de una película figura alguien que no ha sido dado de alta en la Seguridad Social (y Hacienda manda a sus inspectores ?por ese motivo? a inspeccionar tanto a quienes producen un largometraje de presupuesto multimillonario como a quien produce un simple cortometraje), ha empezado a reportar todos los casos de contenido escrito cuyo pago al autor no haya sido debidamente documentado por los editores de los medios.

Se acabó lo que se daba.

Crónica de un homenaje al Sr. Profesor El HadjiAmadouNdoye:

El homenaje a Ndoye fue, oiga, qué fue ese homenaje, un cúmulo de emociones gratas, hubo estudiantes, escritores y senegaleses entre el público, un tipo cantó al hundimiento del Diola en las costas de Senegal y aquello era para que a uno se le pusieran los pelos como escarpias de la emoción, por la belleza y la emoción del cantante y porque uno es ya un poco diola ?el barco se llamaba como la etnia? y recordé a una señora que vino a visitarnos en Cansamance, una mujer menuda y disminuida por la depresión y la miseria tras la pérdida de sus hijos en aquel hundimiento, recordé su jersey, vestía un jersey viejo lleno de agujeros que no podré olvidar jamás, porque lo decía todo. Sin orden ni concierto lo diré pero hubo en el homenaje una actuación músico literaria del novelista negro ?perdón, negrero; perdón, de novela negra? Pepe Correa que bolereó con humor y voz melodiosa, y tremenda sorpresa el repentino repentista Yeray, tío, qué vozarrón y qué arte; estuvo dirty Ravelo y Emilio González Déniz se pegó un cuento sobre emigración que arrancó las carcajadas del público; y a mí me gustó mucho el cantante senegalés que cantó al final, doble él del siempre amable Santiago Gil, pero en delicado y con tremendo talento para una música cada vez menos extraña?; al que tocaba el instrumento raro de las cuerdas lo reconocí, digo reconocí que debía de ser hermano de un bailarín senegalés que anda por Madrid y es amigo de un cuñado que tengo en Suiza y alguna vez ha venido a casa a tomar el té (el bailarín, mi cuñado también, eso y más), y le pregunté y en efecto, no había pérdida, los hermanos son igualitos. ¿Y a quién me dejo para el último aunque jerarquizando porque aunque no lo parezca?? Ah, coño, no he dicho nada de las rancheras o arrancheradas cosas de Víctor Ramírez (bolero, repentismo, rancheras, paisanos, viejos amigos: Amadou hubiese estado encantado). No, no, y Armas Marcelo, que fue quien lo quiso todo, hubo de decir verdades cariñosas y me gustó mucho, pero mucho, que en sus palabras no cupiera la menor ñoñería respecto de África y los africanos, que yo ese padecer no lo hube nunca tampoco y ah no, a la gente hay que tratarla bien. Una fiesta el recuerdo del profesor Ndoye.

Universidad de Las Palmas y Cátedra Vargas Llosa

Los músicos: CheikhouSarra, John Naya Band y los Hermanos Thiounes.

Organizadores: Estos canariones sí que saben hacer las cosas. Organizaron Osvaldo Rodríguez por la Cátedra Vargas Llosa, YerayRodríguez y Pepe Correa por la Universidad de Las Palmas, con la asistencia de Luc André DioufDioh. Coordinó una mesa una mujer sin ojos, Ángeles Mateo del Pino.

Mejor hacerlo mejor:

Uno se hace preguntas. Se trata de mejorar. Mejorar uno, mejorar el entorno, y así. Suelo visitar algunas librerías de Canarias. No todas son iguales, evidentemente. Aunque, todas, eso sí, cuentan con una sección de libros de autores canarios, o de editoriales Canarias, o editados en Canarias. No tengo duda de la pertinencia de esa sección. Existe quien se ofusca con su existencia. Gueto, dicen. Y no me extraña. Pero yo no, la verdad. Al contrario, que las librerías dediquen un espacio a la “industria” propia o al libro de los autores del lugar me parece una deferencia que es de agradecer, un privilegio para esas editoriales y para esos autores (ni una humillación ni un menosprecio), al fin y al cabo, podría no ser así en absoluto. Más que un gueto en el que claudicar diría que es una oportunidad. Además, estoy seguro de que sucede en todos lados, seguro que los autores de Ohio obtienen un privilegio similar en Ohio, lo mismo que los autores españoles lo obtienen en las librerías españolas y los canarios en las de Canarias. En fin.

Pero hay que hacerse preguntas. Se trata de mejorar. A menudo visito esas librerías; la sección del libro canario, del libro de Canarias, de la literatura canaria. En esta última década, las islas Canarias parecen haberse convertido, definitivamente, en el sitio de los libros malos mal editados, a tenor de lo que se encuentra uno en esa sección (pueden ir y comprobarlo): esto es, libros que no merece la pena leer, y, además, en demasiados casos, editados de un modo que clama la falta de pericia. Sin embargo, en Canarias también se editan libros buenos, en Canarias se editan incluso libros buenos en ediciones bien hechas. Hay incluso algunos de estos libros que, posiblemente, no deberían faltar nunca en una librería de Canarias.

Es de suponer que los libreros canarios querrán vender (también lo que disponen en esa sección). Por eso, llama la atención que dispongan ahí tantos libros malos mal editados. La mejor estrategia de venta sería situar ahí el mejor género posible (libros buenos; a ser posible, libros buenos bien editados). Se echa en falta que prestigien la sección. Parece que sería importante que el lector, el posible cliente, con un simple vistazo, se viera impelido a continuar visitando ese rincón de la librería. Si solo ve libros malos mal editados se irá a la sección donde observe que hay libros buenos bien editados. El de librero es un oficio prescriptor. Por qué tener libros malos mal editados en los anaqueles, si hay libros buenos, incluso libros buenos bien editados, que ofrecer a los lectores. Por qué ha de ser Canarias el sitio donde los libros malos mal editados sepulten a los libros buenos bien editados hasta el punto de que todo dé igual. ¿Hay en Canarias un consumidor de libros malos mal editados, un tipo de lector que adquiere un libro malo mal editado, lo lee y, satisfecho, vuelve por otro? Todo es posible, pero, ¿no será al contrario?

Luego, si habla uno con algún librero comprende que, desgraciadamente, no, difícilmente será esto algo que veamos cambiar para mejor en las librerías de Canarias; porque, según parece, el “negocio” de esa sección no requiere del prestigio de la sección, ni siquiera depende de que se ofrezcan ahí los mejores libros mejor editados de las islas. Los lectores, los buenos lectores (los lectores de 1 o 2 libros a la semana), son tan pocos, dice el librero, que no puede dedicar su librería solo a estos. Las librerías no se dedican a los buenos lectores, sino a los compradores de libros; los buenos lectores son escasos y el librero debe atender a esa persona que entra un día cualquiera buscando lo publicado por un vecino, por muy mal escrito y editado que se encuentre lo suyo. Y cómo podría el librero decir que no le coge un libro a ese señor que llega con unas coplas a la virgen, que se ha auto editado. Además, hasta puede que venda más el libro de coplas a la virgen ?por muy mal editado que esté y por muy ripiosos que sean los versos?, que un libro bueno y bien editado de otro autor de las islas. Dinero es dinero, independientemente de cuál sea el libro que lo traiga, y qué más da vender 2 ejemplares de una cosa o de otra, si además es que no van a ser más de 2. Así que acaba uno comprendiendo que las librerías canarias con sección de libros canarios atiborrada de libros malos mal editados están a vivir de los amigos y familiares de los autores, que son quienes finalmente compran los 2 ejemplares del libro malo mal editado que el librero coloca en esa sección ?lástima que no exista una sección de libros malos mal editados, por ejemplo, donde poner ese tipo de libros?, y entonces es cuando uno cambia de opinión sobre la pertinencia de la existencia de una sección de libros canarios. Para esto, ojalá desaparecieran.

Total y en resumidas cuentas, que nuestros libros, por favor, por favor, ojalá, por favor, los pongan en la sección de libros buenos bien editados (En caso de que lo sean y lo estén).

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