Espacio de opinión de La Palma Ahora
Pactos políticos
En este tiempo de espera, en este relato preelectoral de especulaciones, presunciones y fabulaciones, donde la política compone y produce las bandas sonoras de periódicos, canales de televisión y radio, y donde por otro lado, la miseria, la crisis, el desorden social, la inmundicia monetaria, parecen haber abandonado el protagonismo para ampararse y quedar reducido a las promesas de unos y otros aspirantes, van soterrándose, poco a poco, los pactos políticos, a expensas del ciudadano que dilucida que elección tomar en las urnas.
Hay quien no los conoce, y quien todo sabe de ellos, y quien se llena la boca de profetismo y de habladurías, más para mecerse en el protagonismo que de por sí, aclaren o alberguen certeza alguna. De todo hay, y de todo habrá siempre, hasta para eso la democracia debe dejar hueco a la pluralidad.
Este artículo no va, en ningún modo, de ellos o de ello, solo ha sido un breve enunciado. Este artículo va de los ciudadanos, de los cientos de miles de personas que acudirán a las urnas, amparados y en la creencia profunda que la narración y descripción actual del presente social en que residimos, tomará otros desfiladeros y rutinas que fomenten un paisaje más adecentado, menos irrisorio, menos caótico, más loable, una primavera más humana, que atrás queden los inviernos de hambrunas, los otoños de desahucios, y todo a partir del instante en que cada uno de los ciudadanos, desde su ilusión, respeto y aspiración democrática, introduzca su voto en esa caja transparente. Y sin embargo, ahí están los pactos, enhebrándose, conformando y componiendo la ascensión de nuevos mesías, y al tiempo, y lo más importante e indecente, desautorizando la ilusión y el deseo de quién ha marcado la elección del mismo. Los pactos no se estructuran bajo el sufragio del ciudadano sino bajo la necesidad, la manipulación y el beneficio partidista de gobernar o alcanzar la cima, y más cuando estos se constituyen soterrados y previamente antes de unas elecciones, como ya están ocurriendo en estas semanas, con los acercamientos entre unos y otros aspirantes.
Y ante todo esto:
¿Cómo exigir a la ciudadanía una participación democrática y necesaria?
¿Cómo no van a sentirse estafados?
¿Cómo no van a creer que todo volverá por los mismos derroteros, pero con disímiles protagonistas?
¿Cómo no van a pensar que su voto solo es un cheque en blanco para validar el narcisismo y el afán de poder?
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