Espacio de opinión de La Palma Ahora
¿Quo vadis, Perestelo?
“Si no se aprende, la sinceridad se trueca en grosería; la valentía, en desobediencia; la constancia, en caprichoso empecinamiento; la humanidad, en estupidez; la sabiduría, en confusión; la veracidad, en ruina” (Confucio).
Cuando se entra en el mundo de la política, difícilmente se puede esperar una vida correcta y apacible. José Luis Perestelo lo sabe? Sarna con 'gusto' no pica, y, a él, siempre le gustó aprender y aprehender la política. Se inició con una activa presencia municipal, después vino al Cabildo, primero como consejero y luego como presidente, una popularidad probada en varias elecciones le llevó al Senado y al Congreso de los Diputados, las Cámaras más altas de la nación. Podríamos decir que, además de ofrecer un servicio honesto en cada uno de los cargos, su ambición de poder, poca o mucha, suponemos que la ha visto satisfecha. De Gaulle, que fue un gobernante como la copa de un pino, decía que para hacer política se necesitaba “de l'expérience, de la prudence? et de la patíence”. Perestelo, a lo largo de su trayectoria, y, ahora, en el Parlamento Autonómico, tiene cierta afinidad con las tres virtudes, aunque en ocasiones traiciona a la prudencia con una extremada sinceridad. Como nada se parece tanto a la ingenuidad como el atrevimiento, Perestelo dice lo que piensa y refleja lo que es, aunque muchas veces su estabilidad política se resienta.
Decía Oscar Wilde “Un poco de sinceridad es algo peligroso; demasiada sinceridad, es absolutamente fatal”. La irresistible fuerza moral de ser palmero, impidió a José Luis Perestelo votar a favor de los presupuestos autonómicos del presente ejercicio. En ellos, no se contemplaron algunas dotaciones necesarias para la Isla y se abstuvo, desoyendo las directrices de su partido. Todo quedó en una amenaza de sanción económica, tanto a él como a Rosa Pulido, que tampoco atendió a la recomendación de CC. Ahora, llueve sobre mojado. Perestelo considera “una falta de respeto absoluto” que la Mesa y Junta de Portavoces del Parlamento hayan reprobado la actitud del director general de la Radio Televisión Canaria, Guillermo García, con la diputada del Partido Popular Águeda Montelongo, sin contar con su opinión como presidente de la Comisión de la RTVC. “Saben que el niño es llorón y la nana encima lo pellizca”.
La reacción de Perestelo es automática y presenta formalmente ante la Mesa de la Cámara, Junta de Portavoces y Presidencia del Parlamento su dimisión como presidente de la citada Comisión de Control de Radiotelevisión Canaria, con efectos inmediatos, ya que la forma de actuar de la Mesa es una desautorización en toda regla de las competencias que tenía conferidas. No vamos a entrar en la expresión de “malas artes” aplicada a Montelongo por parte de García, que no dejan de ser “un rebote” provocado por las declaraciones de la diputada aludiendo a un seguro para el director de la RTVC de seis millones de euros, cuando en realidad se trataba de seis mil euros. Tampoco nos interesa si existió mala intención, al aumentar la cifra? Como dice el refrán: “el dinero es como el estiércol: si se amontona, huele”. Cuando se habla de cantidades debemos compartir el aserto de Jaume Perich, “hasta los ceros para ser algo, han de estar a la derecha”.
Lo que en realidad preocupa a “los perestelistas” votantes de Coalición Canaria, es que al ex-presidente del Cabildo y actual diputado regional lo hayan condenado a los infiernos después del último Congreso de los nacionalistas palmeros. Por entonces, algunos afines le dijeron “agárrate que vienen curvas”, y Perestelo, cual caballero sin espada, se ha movido libremente, entre la conciencia y la querencia, en un panorama político que, al menos en los hechos, le ha sido hostil. ¿Por qué? Pues, porque Perestelo no entra en el surco previamente trazado, aunque diga ser leal a un compromiso. Perestelo asegura, con la boca pequeña, “no sentirse perseguido”, pero es obvio que soporta ingratitudes, es evidente que supera incomprensiones y que, con el mejor de los semblantes, sobrevive a las envidias? Pero José Luis Perestelo, unas veces ninguneado por Coalición Canaria y, en otras, sin su amparo, ha sufrido tantas sacudidas emocionales que, aún siendo él, ya no es el mismo.
“El que no cuida la higuera, no comerá de su fruto”, me dijo días atrás un amigo, afín a Nueva Canarias, al referirse al trato que viene recibiendo Perestelo en el seno de Coalición Canaria. Comentario interesado, si tenemos en cuenta el panorama político que vivimos con la incursión de esta nueva fuerza que, a punto de inaugurar su sede en Santa Cruz de La Palma, aspira a tomar posiciones en el horizonte electoral que nos espera. Resulta difícil saber si las situaciones, distintas e incómodas, que vive José Luis Perestelo, que se han incrementado desde hace un año, son suficientes para dar coherencia y sentido al pensamiento cambiante que tiene todo hombre. No sabemos, si, cansado, se retira de la política activa y se va para su casa, como ha dicho en alguna ocasión, o, si la dinámica que la propia sociedad impone, le hace actuar de forma diferente. El filósofo Francisco Mora señala, en uno de sus últimos libros, que “es con la edad, cuando lejos de las tiranías de los genes (en este caso los partidos) y a la luz de la conciencia dirigimos verdaderamente nuestras propias vidas”.
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