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El terrorismo incendiario

El incendio de La Candelaria se declaró en Arafo y ya alcanzó la cumbre dorsal de la Isla. Foto Juana Ma. Hdez. Padrón.
17 de agosto de 2023 09:53 h

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Ya no sabemos que hacer

con los incendios malvados

tanto si son provocados

o descuidos sin querer.

Se deben endurecer

las normas de vigilancia

romper con la equidistancia

tan propia del populismo

y acabar con el buenismo

que alimenta la mangancia.

 Jócamo, 16.VIII.2023

 NOTA: El día de La Candelaria los canarios en general y los tinerfeños en particular festejaban a su Patrona al borde de las playas de Chimisay.

El calor imperante de los últimos días había elevado a extremo el riesgo de incendio. Coherentes con la situación se habían cerrado senderos tradicionales y pistas forestales, llamando desde los medios a prohibir el paso y extremar la prudencia ¿Qué más se puede hacer?

Sin embargo, poco antes de alcanzar la medianoche, como si de una traca festiva se tratara, los montes de Arafo, en el valle de Güímar, se iluminaron con la temida luz de la hoguera incendiaria. Se ponen en marcha los consabidos protocolos (más lentos que eficaces), que por la nocturnidad impiden la actuación de los medios aéreos, más eficientes en estos casos... Corre el reloj y crece la incertidumbre, para cuando amanece, ya el fuego se declara incontrolado... Otra vez los medios machacan nuestros oídos, las declaraciones de impotencia, las caras de circunstancia, los desalojos de urgencia, el ruido de los medios aéreos y el monte que ha tardado décadas en crecer, convertido en humo de pirocúmulos en un abrir y cerrar de ojos...

Mientras tanto, algunos nos preguntamos ¿De verdad que no podemos hacer nada más? ¿Es sensato asumir como éxito la ausencia de víctimas humanas, mientras vemos cómo se calcinan nuestros montes? ¿Vale poner como ejemplo la catástrofe de Hawái para tranquilizar nuestras conciencias?

En democracia, a los terroristas que usan las pistolas se les vigila, se les persigue y se les trata como lo que son: asesinos enemigos de la libertad. 

Sinceramente, mi condición de biólogo y botánico, me impide diferenciar a los incendiarios de nuestros montes de los que disparan a bocajarro a nuestras gentes. Menos buenismo populista y más contundencia preventiva y legislativa frente al terrorismo incendiario.

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