Me dicen fuentes bien informadas que a partir de ahora cualquier información sobre nosotros en la red podrá ser utilizada en contra nuestra, así sin más, por la jeta, que al menos la tan controvertida policía de Los Ángeles reconoce nuestro derecho a guardar silencio, aún en el caso de haber sido trincados in fraganti en actividades delictivas, y de no decir ni mu si no es en presencia de nuestro abogado. Y luego hablan del control digital de China sobre la ciudadanía. Bueno, ya está, por fin han creado el superestado digitalizado con un control absoluto de los ciudadanos y hemos pasado de ser inocentes mientras no se demuestre lo contrario a ser culpables mientras no demostremos lo contrario. Chúpate esa. Qué bien, han convertido la IA en la gran alcahueta, el gran hermano, alguien que lo sabe todo sobre nosotros, incluso cosas de mí que ni yo mismo sabía, como que hago comentarios satíricos sobre Canarias y, ríanse, Galicia, pues les aseguro que nunca me he metido en potajes irónicos o retranquistas sobre la actualidad gallega (excepto tal vez las tres veces que Anticraisis actúo en la capital gallega) que no es que no lo merezcan, sino que ya bastante tengo con lo que tengo, sobre todo ahora que ando con la sensación creciente de que estoy siendo vigilado y llevo constantemente a un agente del ‘efebeí’ pegado al culo, si se me permite la expresión, y ya sé que no estamos en el Siglo de Oro de nuestra literatura, donde don Francisco de Quevedo, probablemente el mayor poeta de todos los tiempos, podía llamar las cosas por su nombre y yo cada vez que digo una supuesta palabrota me quedo mirando a todos lados a ver si tengo a la tremenda alcahueta digital pegada al, bueno, a los puntos suspensivos.