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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Lola y la sociedad Velia

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Corría el año 1935, plena 2ª República. La mujer ya tenía una destacada participación en la vida social y cultural del barrio de Tajuya, hoy La Laguna.

En 1932 varones y mujeres de este populoso barrio de Los Llanos de Aridane habían fundado una sociedad de instruc­ción y recreo bajo el nombre de mujer, Velia.  El motivo de está elección de la denominación fue, simplemente, al coincidir por esos años de la fundación con los ensayos por parte de Rosario Fernández Hernández (1891-1973), en las lonjas de su casa del colgadizo, de una obra de teatro, de la que nadie recuerda el título ni el autor de la misma, con gentes del lugar y cuya protagonis­ta principal se llamaba Velia. Debió ser todo un acontecimiento y sembrando arraigo en el antiguo barrio aridanense por esos años conocido por Tajuya.

Pocos años más duró la participación directa de las mujeres en la directiva de la sociedad Velia. La guerra y el consecuente establecimiento de la dictadura del general Franco suprimieron los derechos adquiridos por parte de las mujeres. Derechos que aún hoy, en pleno siglo XXI, seguimos reivindicando.

En el mes de junio y julio de 1935 se organiza por el Casino Aridane y la Banda de Música las fiestas de la Patrona en las que tiene su debut, en la por entonces plaza de la Libertad y hoy plaza de España, del Orfeón de Los Llanos dirigido por Andrés Cabrera Cabrera, al mismo tiempo director de la Banda Municipal de Música (1858).

Como integrante de este Orfeón se encontraba Dolores Martín González (Lola), alegre, guapa y joven mujer de 20 años. Soltera, natural de Santa Cruz de La Palma y con domicilio en Tajuya, hoy La Laguna, acogida en la vivienda del matrimonio formado por Esteban González Rodríguez y Benigna Lorenzo González.

Unos días después, el 6 de junio, Lola se quita la vida. Según algunas personas que la conocieron por amores no consentidos con un joven de Aridane.

El suceso conmovió fuertemente a la opinión pública y la prensa de la isla se hizo eco, relatando detallada­mente las virtudes que poseía y el cariño que le profesa­ban sus compañeros, amigos y vecinos. Lola fue la primera persona que recibió el reconocimiento de pasar su cadáver por los salones de la sociedad Velia, antigua costumbre que sin constar en sus estatutos se sigue haciendo hoy día con los socios y socias de la sociedad de Instrucción y Recreo lagunera.

Cuentan que a su multitudinario entierro asistie­ron los miembros del flamante Orfeón, “integrado por jóvenes de la localidad”, que había obtenido un señalado éxito en las fiestas de la Patrona, las directivas del Casino Aridane (1906) y la Sociedad Velia (1932) y la Banda de Música que la acompañó con marchas fúnebres en el largo recorrido, más de tres horas, hasta el cementerio civil del casco urbano de Los Llanos de Aridane.

Al llegar el cortejo fúnebre a la Sociedad Velia “sus amigas la toman nuevamente en hombros y la conducen a los salones de la Sociedad a la que en vida había pertenecido como socia, mientras la Banda Municipal interpreta una sentimental marcha”.

Más tarde y cuando la comitiva ya llevaba algunos kilómetros recorridos se adelantó un joven, su supuesto pretendiente, y le depositó un bello ramo de flores blancas que la acompañó hasta la tumba.

Con el establecimiento de la 2ª República en 1931 la mujer española obtuvo el derecho al sufragio directo. Esos aires frescos de progreso femenino son acogidos por la sociedad lagunera de esos momentos y vemos como la mujer tiene una participación activa, no sólo en la constitu­ción de asociaciones recreativas y culturales, sino también en todo acto social. Así las vemos entonces incluso llevando a hombros el cadáver de un ser querido, algo que aún hoy no es usual ver.

 

*María Victoria Hernández es cronista Oficial de la ciudad de Los Llanos de Aridane

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