El político que tarda una hora y media en atravesar la calle Real

Esther R. Medina/martín Macho

El presidente del Parlamento de Canarias, el palmero Antonio Castro Cordobez, en fechas festivas como las Navidades, tarda una hora y media en atravesar la calle Real de Santa Cruz de La Palma. Los saludos y las consultas se suceden, y el carismático político nacionalista apenas puede avanzar por la señera vía capitalina. “Procuro atender a las personas donde quiera que me las encuentre, y si es en la calle, pues ahí mismo tomo nota, y si es un asunto complicado quedo para otro día y me siento con ellas”, explica. “Para estar en política tienes que tener unas cualidades, porque yo he sido el mismo toda la vida, desde que estaba en Extensión Agraria; la gente a veces está desorientada y confía en una persona, porque muchas de las consultas que me hacen son de sacerdote o de médico de cabecera, y lo que me digan queda ahí, porque están poniendo su intimidad en mis manos”, resalta.

“Procuro atender a las personas donde quiera que me las encuentre, y si es en la calle, pues ahí mismo tomo nota, y si es un asunto complicado quedo para otro día y me siento con ellas”.

Pero no son solo los palmeros los que paran a Antonio Castro por la calle; en otras islas también le saludan, le invitan a café o a churros, le ofrecen servicio de taxi gratis y hasta le piden autógrafos. Y con esta popularidad, es lógico que no esté 'quemado' de la política. Asegura que el truco para mantenerse en forma está en “haber hecho siempre lo que me gusta; nunca he estado pendiente de horas de trabajo, me he preocupado de atender a la gente, escucharla, porque eso te da satisfacción; incluso cuando no puedo resolver los problemas me siento satisfecho de poder compartir las dificultades con los demás”, dice. “Trato siempre de llevarme bien con todo el mundo, sobre todo en el ámbito político, que es en el que me muevo, no reprochar ninguna idea del contrario, respetarla aunque no las comparta”.

“Trato siempre de llevarme bien con todo el mundo, sobre todo en el ámbito político, que es en el que me muevo, no reprochar ninguna idea del contrario, respetarla aunque no las comparta”.

Antonio Castro, que fue senador con 35 años, reconoce que se cuida. “A nivel personal, dentro de lo que es la vida anárquica de un político (no hay horario, tienes que viajar, comer de forma desordenada, dormir poco a veces) procuro cuidarme; alcohol solo tomo una copita, siempre comiendo, hace muchos años que dejé de fumar, intento comer a las horas, cenar poco y si un día tienes una fiesta que comes mucho, luego me controlo”, confiesa. “Yo me comparo con un gran deportista, que si tiene que ganar la competición debe cuidar su cuerpo y su mente; eso de 'mens sana in corpore sano' procuro practicarlo siempre que puedo”. El Parlamento, en lo personal, le permite llevar una vida más ordenada. “Tengo el despertador puesto todos los días a las 06.30 horas, y normalmente lo apago antes de que toque”. Antonio Castro llega a su casa entre las 21.30 y las 22.00 horas, y “ya no dan ganas de leer, me tomo algo ligerito y escucho mucha radio, sobre todo tertulias interesantes; a las doce de la noche procuro estar acostado. Me duermo muy rápido”.

En el apartado gastronómico, es un sibarita. “A mí me gusta todo lo bueno, pero un poquito; yo valoro que sean productos de calidad y que estén frescos, y aseguro que no he comido nada mejor que un bocadillo de pan de leña, sin miga, con un bistec de cerdo negro hecho a la brasa”. Pero también le apasionan los quesos frescos, pescados como la vieja, el alfonsiño o un murión frito, una buena sopa de picadillo, unas garbanzas o una paella. Y los postres de La Palma, en su opinión, “son los mejores del mundo”. “Hay uno que veo poco y que la esposa de Antonio Sanjuán, Carmen Nieves Duque, lo hace magnífico: la simetría, una mezcla de todo: bienmesabe, bizcocho, licor, crema?”, detalla.

“A mí me gusta todo lo bueno, pero un poquito; yo valoro que sean productos de calidad y que estén frescos, y aseguro que no he comido nada mejor que un bocadillo de pan de leña, sin miga, con un bistec de cerdo negro hecho a la brasa”.

A ejercitarse físicamente dedica unos veinte minutos diarios. “Hago un poquito de gimnasia para mantener las articulaciones y la musculatura; debería correr, pero realizo otros ejercicios”.

Reconoce que lee poco y lo hace, sobre todo, en verano. “Me inclino por libros de historia, de ciencia política y económica; la novela no me atrae, prefiero quizás la poesía para evadirme, pero lo que me gusta es leer algo que me sea útil para los cargos que desempeño, como la vida de Adolfo Suárez o la de Kenedy, la Revolución Rusa?”

De la televisión, lo que más le interesa son las noticias y “un buen partido de fútbol, que si puedo no me lo pierdo”. Y en cuanto a la música, ahora está centrado en Los Beatles, aunque también escucha clásica, de los años 60-70 y boleros. De la ropa se encarga su mujer y el mismo. “Ella normalmente acierta, pero cuando no acierta, voy yo y la cambio”.

Para descansar le gusta La Palma, pero reconoce que “es quizá el lugar en el que menos intimidad puedo tener, porque te conoce todo el mundo”. Pero los retiros monacales tampoco le entusiasman. “Para estar totalmente desconectado, me tendría que ir fuera, pero no podría estar muchos días porque necesito el contacto permanente con la gente”.

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