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“No soy feminista, soy femenina. No cedo”

La Palma Ahora

Los Llanos de Aridane —

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“No soy feminista, soy femenina. No cedo”. Con estas rotundas y esclarecedoras palabras de María Zambrano daba feliz comienzo la disertación de la doctora Sonia Petisco celebrada este martes, 21 de marzo, en el Museo Benahoarita de Los Llanos de Aridane gracias a la generosa invitación de la consejera de Cultura, Jovita Monterrey, y del responsable de La Palma Escuela de Cultura, Javier Afonso. A través de un discurso altamente crítico y espiritual, la investigadora madrileña trató de dar voz y razón a algunas de sus intuiciones más penetrantes y reveladoras en torno a esa sabiduría femenina oculta e inefable sepultada a lo largo de esto que llamamos la Historia de los hombres, y que desde sus inicios se ha caracterizado por ser una fuga mulieri, un hacer oídos sordos a la voz de lo verdaderamente femenino o mujer que emerge de hondos manantiales oscuros cuestionando las estructuras de poder imperantes y anticipando un futuro siempre trascendente, siempre más allá de todo más allá.

Para María Zambrano -subrayó Petisco-  la raíz fundamental del drama que late en el seno de la cultura occidental está directamente vinculada con las dos formas de saber que han estado enfrentadas durante siglos con toda gravedad: por un lado, el pensamiento filosófico-aristótelico asociado a una mentalidad propiamente masculina, que busca conquistar la objetividad y alcanzar la libertad lejos del alma o desprendiéndose violentamente de ella mediante un pacto: por otro la razón poética, la vida del alma -de la mujer -que ofrece asiento, sede, a todos los medios seres o conatos de ser, a todo aquello que no puede traspasar el nivel que lleva a la realidad de la existencia o que se resiste a ser encerrado en la idealidad del concepto. Lejos de querer hundir en el profundo y temido abismo de la vida del alma al nos o razón creadora que subyace en todo afán de conquista frenética del varón, Zambrano abogó por el prodigio de vivir entre los dos: ganando el nos o razón sin perder el alma. En otras palabras, quiso adentrarse en la libertad sin aniquilar ni humillar la vida de las entrañas, reivindicando la vertiente espiritual de la mujer y su espacio público.

La velada culminó con una apremiante invitación a recuperar “la poesía que nació para ser la sal de la tierra”, si bien “la verdad quieta y hermética no la recibe…”. Entre el nutrido público asistente cabe mencionar la presencia del poeta palmero Ricardo Hernández Bravo, que intervino brillantemente mostrando su interés en profundizar en estos dos tipos de conocimiento vislumbrados por Zambrano como guía o método para entender su propio quehacer poético, así como la lúcida intervención del sacerdote  Aurelio Feliciano Sosa que no quiso dejar de manifestar su curiosidad en saber bajo qué formas se podría imaginar esa tierra prometida de claro horizonte a la que apunta la filósofa malagueña, ese espacio casi inconcebible donde no cabe hablar de hombres, ni de mujeres, ni siquiera de sujetos humanos identificables. Con gran audacia y valentía, Zambrano nos remite a una “vita nuova”, a un auténtico despertar de la conciencia auroral en donde el hombre renuncia del papel de protagonista y deja la escena libre.

Poco a poco se van perfilando los trazos de nuevos espacios utópicos que se alzan victoriosos sobre toda adversidad permitiendo que el laberinto en el que se haya enredada la Historia se convierta finalmente en cauce, en camino. Ahora ya solo nos aguarda lo que Walter Benjamín ha denominado “la verdad del mito”, un enigma indescifrable que exige la tarea de un Umweg o viaje infinito.

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