Las cuevas de La Palma guardan la historia de la vegetación de la Isla y de sus incendios forestales
Las cuevas de La Palma muestran en sus techos estalactitas oscuras de aspecto gelatinoso de cuyo proceso de formación se sabía poco hasta la fecha, pero que podrían contener en su interior todo un archivo histórico de la vegetación de la Isla y de los incendios forestales que ha sufrido.
Siete investigadores de las universidades de Lisboa y Évora (Portugal) y del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS-CSIC) publican este mes en la revista Science of the Total Environment un estudio sobre los peculiares espeleotemas gelatinosos que pueden verse en tubos volcánicos de algunas islas de Canarias, Azores y Hawai, centrado en el caso de La Palma.
Su trabajo confirma que esos geles se forman con los minerales propios de las rocas volcánicas y pueden retener grandes cantidades de agua; tanta, que cuando sometieron a algunas muestras a una noche de secado en el laboratorio, perdieron el 95% de su peso.
Sin embargo, lo más interesante está en el contenido de restos orgánicos que queda encerrado en esos geles, cuya composición química delata que proceden de la masa vegetal que cubre los suelos situados sobre la cueva en estudio, la del Llano de los Caños, en la Cumbre Vieja de La Palma.
Esa zona de la isla está recubierta por bosques de laurisilva y de pino canario, periódicamente castigados por incendios y lluvias torrenciales, dos de los fenómenos que parecen estar implicados en la formación de los espeleotemas gelatinosos de la cueva. De hecho, los autores recuerdan que solo entre 2000 y 2017 el entorno del Llano de Los Caños ha sufrido 343 incendios o trombas de agua.
El estudio química de la materia orgánica de los geles confirma que su contenido procede de la vegetación del suelo situado sobre la cueva, tanto de estado natural, “fresco”, como de los componentes que desprenden los árboles más frecuentes de la Cumbre Vieja cuando son sometidos a combustión: el brezo blanco (Erica arborea), la faya (Myrica faya) y el pino canario (Pinnus canariensis).
Ana Z. Miller, de la Universidad de Évora, y el resto de firmantes de este trabajo defienden que su descubrimiento revela que este tipo de espeleotemas gelatinosos pueden servir a los científicos como un archivo climático, con valiosa información sobre la vegetación que ha existido en el entorno de la cueva en el pasado y sobre los incendios que ha sufrido.
0