“Ciudadanos hace una defensa brutal de los intereses de los fondos buitres y el PSOE no se atreve con ellos”

Rafael Mayoral, en Las Palmas

Alexis González

Las Palmas de Gran Canaria —

“Fue algo muy bestia porque se saltaron los principios más básicos del derecho a un procedimiento justo. Fue muy salvaje, con cinco resoluciones del Comité Desc de la ONU que solicitan la paralización. Más que desahucios [en el edificio de la calle madrileña de Argumosa 11] fue una razzia. Vamos a interpelar a la ministra de Justicia”. Rafa Mayoral, diputado de Podemos, recordaba en Gran Canaria, 24 horas después, el operativo del viernes en Lavapiés. Indignado por cómo se llevó a cabo, pide explicaciones. “A los abogados de las personas afectadas no les dejaron participar en las diligencias y se les impidió el derecho de reunión desde las 2.15, cuando empezó el cordón policial hasta que finalizaron las diligencias”.

Este sábado el también secretario de Movimientos Sociales acudía a un acto con jóvenes en Gran Canaria, y con Argumosa 11 todavía caliente: “Es que otra cosa curiosa, por decirlo de alguna manera, es que tres juzgados se pusieron de acuerdo para realizar cuatro desahucios en el mismo edificio. Y con cuatro resoluciones además idénticas en sus fundamentos de derecho. Se juntaron muchas cosas”. Sobre esas cosas, vivienda y política, elecciones y alianzas, consensos y disensos habló un buen rato con Canarias Ahora.

¿Es imposible llegar a acuerdos en España para evitar situaciones dramáticas como cuando se ejecutan desahucios?

No es cosa nueva. Venimos reclamando que se cumplan las resoluciones del Comité Desc de la ONU en reiteradas ocasiones. Hicimos una interpelación a la ministra de Justicia para que remitiera a los juzgados esas resoluciones. Y esta mujer [Dolores Delgado] no vino, se escondió y mandaron a [Nadia] Calviño [ministra de Economía] a hablarnos de hipotecas. Ya no es solamente un cambio en la ley, sino asumir nuestras obligaciones en materia de derechos humanos.

El Gobierno responsabiliza a Podemos de no poder evitar desahucios como el de Argumosa 11 por no haber llegado a un consenso para sacar adelante el decreto de alquileres.

La ministra portavoz [Isabel Celaá] dijo una tontería. Porque el problema que hubo fue que mientras estaba negociando con nosotros el decreto, los fondos buitres le soplaron detrás de la oreja al Gobierno que dejara las negociaciones y publicara el decreto sin acuerdo. Entonces vieron que no tenían votos, precisamente porque no fueron capaces de poner ningún tipo de límites a la subida de alquileres, ni siquiera los límites que establecía la ley antes de la reforma de Rajoy, que eran que la subida de los arrendamientos por contrato fuera el incremento del IPC.

¿Pero todo es ruido o pose preelectoral para marcar diferencias o realmente no hay consenso entre las fuerzas progresistas para asuntos como la vivienda o las pensiones?

Bueno, cada uno se coloca en función de los intereses que defiende. Nosotros hemos sido muy claros siempre. Es necesario entender que los derechos humanos no son solo los civiles y políticos, sino también los económicos, sociales y culturales. La vivienda debe ser un compromiso por encima de partidos, pero el problema es que Ciudadanos hace una defensa brutal de los intereses de los fondos buitres y el PSOE no se atreve con ellos.

También se les señala por romper el Pacto de Toledo sobre pensiones…

Si alguien piensa que la solución a las pensiones es que la gente tenga que currar hasta los 67 años o que el periodo de cómputo tiene que ser toda la vida laboral, en vez de 15 años, nosotros no hemos venido al Congreso a eso. Hemos dicho con toda claridad que el camino es revertir los recortes. No vamos a participar de falsos consensos que lo que supone es traicionar los intereses populares.

¿El PSOE les ha arrebatado su discurso social con el giro a la izquierda de Pedro Sánchez? ¿Cree que los grandes poderes fácticos del país, el Ibex 35, permitirían un gobierno PSOE-Podemos?

Unidos Podemos es la única fuerza a la que no le van a temblar las piernas ante los fondos buitres, las grandes entidades financieras o las grandes multinacionales porque no debemos a los bancos. Sabemos que al PSOE cuando llega el momento decisivo de defender los intereses populares le tiemblan las piernas. Le tiemblan las piernas y sale corriendo cuando llega el momento de enfrentarse con Goliat.

Y sobre ese giro: no tengo esa sensación. Hemos conseguido mantener posiciones fuertes ante cuestiones que en otros tiempos generaban consensos que olvidaban los intereses de las mayorías sociales, y al mismo tiempo arrancarle al PSOE acuerdos como la subida del Salario Mínimo Interprofesional del 1% al 22%, la recuperación del subsidio a los 52 años o un acuerdo presupuestario donde se recuperaba del limbo a personas reconocidas como dependientes a las que no se les estaba dando esa prestación.

Pues las encuestas apuntan a que el PSOE crece por su izquierda a costa del espacio de Unidos Podemos, aunque ahora empiece a virar al centro de abandonado por Ciudadanos…

Las encuestas en estos últimos años son lo más parecido a un horóscopo. No han acertado con Podemos ni para bien ni para mal. En 2015 decían que estábamos acabados, con un 11% de apoyos y tuvimos el 20% en las elecciones del 20-D. Y en 2016 apuntaban a que íbamos a superar al PSOE y no lo hicimos.

¿Hacia dónde va Podemos? ¿Es incapaz de articular acuerdos amplios en el campo de la izquierda? Se está descosiendo en varios territorios, de Galicia a Valencia; la defección de Íñigo Errejón, las discrepancias con Más Madrid, Izquierda Unida…

Yo no lo creo. Problemas internos y cuestiones internas existen siempre, pero eso es un sano debate democrático. La práctica ha demostrado que somos capaces de acordar con mucha gente que opina diferente a nosotros. Tanto para proyectos compartidos con otras fuerzas políticas como para proyectos que se puedan dar en las diferentes instituciones. Es justo lo contrario, la capacidad de acuerdo que se sigue demostrando es muy amplia. Como cuando 100.000 personas decidieron que nos presentáramos a las elecciones europeas de 2014. Podemos tiene 100.000 fundadores y hay que ser capaces de responder a ese impulso democrático.

Pero los tiempos y los hechos apuntan en otra dirección. Parece que la ola de indignados en parte la recoge ahora Vox.

Nosotros lo que creemos es que ha habido una reacción. Cuando hemos vivido un proceso democrático como el de 2018, cuando se decía que solo se podía hablar de Catalunya, los pensionistas empezaron a girar la agenda en enero y las mujeres la terminaron de quebrar con la huelga feminista del 8M. Eso abrió las puertas a una moción de censura a la que hubo que llevar a rastras al PSOE y que hizo posible que Rajoy se fuera por la puerta de atrás cuando decían que no era posible. Y los que empujaron para echar a Rajoy fueron los pensionistas y las mujeres.

¿Pero no analizan el fenómeno de Vox, en parte, como un trasvase de indignados de la izquierda a la derecha?

Bueno, nosotros no somos una organización de la izquierda clásica. Por eso siempre hablamos de los de arriba y los de abajo. Y qué casualidad y que estas fuerzas políticas hablen de privatizar las pensiones y recortar los derechos de las mujeres. O de bajar los impuestos a los ricos o de dividir a los sectores populares en función de donde nacieran su padre y su madre. Nosotros entendemos que es un movimiento reaccionario. Es la movilización del voto más reaccionario del PP que se estaba quedando en casa y que tiene el franquismo en el ADN.

Catalunya, Catalunya, Catalunya…hasta 80 veces Catalunya como decía Carles Mulet, el senador de Compromís en la tribuna. ¿Se ha quedado Podemos fuera de juego ante la polarización del conflicto catalán? ¿Tiene la izquierda española un discurso claro de Estado?

Creo que Podemos es la fuerza que aporta soluciones ante los extremos de independentistas y unionistas. Alguien decía que las grandes tormentas son las grandes oportunidades para demostrar las fortalezas de los olmos y los robles. Y estamos siendo consistentes a la hora de plantear cómo es nuestro pueblo: plurinacional. Las soluciones a la cuestión territorial tienen que solventarse en base al reconocimiento del derecho al autogobierno y de una salida democrática. Nuestro pueblo es plurinacional, vivimos en el siglo XXI y no podemos seguir pensando en Estados nación en el siglo XXI.

Por esa misma polaridad se ha pasado en apenas un año del procés a los discursos a cada cual más españolista de Ciudadanos, PP y Vox, ¿cabe un término medio o no vale “ir con el árbitro en un Barça-Madrid”, como decía Íñigo Errejón después de los malos resultados en Catalunya?

Sí, es cierto. Cuando se producen fenómenos de estas características se tocan las identidades, que son fibras muy sensibles. Pero tenemos que ser capaces de trabajar en torno a la identidad plural de nuestro pueblo. Muchos de los problemas que tenemos como país es no reconocernos como realmente somos: complejos, contradictorios, plurales, diversos y mestizos. Hay gente que se quiere pintar todo de un color o de otro cuando si aceptáramos la diversidad que tiene nuestro pueblo seríamos capaces de desarrollar grandes potenciales y riquezas culturales.

“Horóscopos” demoscópicos aparte, la marca Podemos está de capa caída. ¿Cuánto pesa en esa imagen la crisis de Venezuela, la deriva del régimen de Maduro y la relación histórica del chavismo con dirigentes del partido?

Es un mantra que se utiliza en el campo de la comunicación, pero la realidad es que vivimos en un escenario en que se puede producir una guerra en Sudamérica. Una realidad brutal, con argumentaciones muy similares a las que se utilizaron en Irak y Libia, que fueron saqueados después de una intervención militar. En estos momentos hay una prioridad en el mundo que es la defensa de la paz, pero Estados Unidos quiere dar salida a sus arsenales militares.

¿En serio que la crisis venezolana no provoca un efecto negativo en Podemos? O por ejemplo, la imagen del liderazgo de Pablo Iglesias por irse a vivir a un chalet de 600.000 euros en Galapagar… ¿está en entredicho ese liderazgo?

Las campañas de intoxicación han sido múltiples. Y lo siguen siendo, como cuando se hizo desde el Ministerio de Interior con ramificaciones a su vez en algunos elementos turbios dentro de los medios de comunicación. Cuando se destapen los casos de las cloacas del Estado creo que conoceremos la verdad de las campañas de intoxicación y difamación contra el impulso democrático que representamos.

Pero admita que el chalet no ayuda a mejorar esa imagen por mucha campaña que haya habido.

Hay una magnificación del hecho absolutamente incomprensible por parte de los medios de comunicación. Se llegó a plantear el hecho de que una persona que con su dinero se compre una casa tenga que dejar la actividad política. Y eso cuando vivimos en un país en el que se ha estado saqueando a manos llenas, donde el partido que ha estado gobernando los últimos años está tan trufado de casos de corrupción que hacen falta 15 minutos para leerlos todos, como hizo Irene Montero en la moción de censura. Que se planteen este tipo de cuestiones solo se pueden entender en el campo de la intoxicación y no en el del debate político.

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