El dueño de Los Arcos siente una persecución política

Diego Rambola, promotor del restaurante Los Arcos situado debajo del puente Serrador de Santa Cruz en plena zona de diversión de La Noria considera que la orden de cierre del establecimiento emitida por el Ayuntamiento viene a demostrar que “he sido objeto desde el principio de una total persecución política por ser un sudaca”. El empresario niega las justificaciones dadas por la Corporación local para clausurar este local y recuperar el espacio público en el sentido de que incumplía la licencia otorgada o que se llevó a cabo un traspaso del negocio.

Recuerda que la idea surgió en el año 2004 cuando durante un viaje a París pudo comprobar que debajo de los puentes del Sena se situaban locales como el que luego pondría en marcha en Santa Cruz. Eso sí, para hacer realidad esta iniciativa en la capital tinerfeña previamente tuvo que pasar por todo un calvario administrativo y burocrático en el que cada departamento del Ayuntamiento contradecía al anterior. Su objetivo siempre fue recuperar un espacio que en aquel entonces se encontraba notablemente degradadado, “lleno de drogadictos, ratas y cucarachas”.

Al tratarse de un lugar público tuvo que convocarse un concurso para obtener la concesión. Pese a que la idea original era suya al certamen se presentaron otras cinco empresas aunque él fue quien pujó más alto y así logró poner en marcha el establecimiento. De esta manera frente al canon inicial de 2.500 euros por trimestre él aumentó la cantidad hasta los 4.500. Desde el principio tuvo que hacer frente a las sospechas de que detrás de esta iniciativa se encontraba el ex alcalde, Miguel Zerolo o familiares suyos lo cual niega de forma rotunda. “Ni lo conozco a él, ni a nadie de su familia, no sé de donde salió ese rumor pero nos ha hecho siempre mucho daño”.

Dos años después de haber tenido la idea pudo por fin ver como se abría el establecimiento en 2006. Previamente tuvo que desembolsar más de 400.000 euros en construir este local. “Hay que tener en cuenta que tan sólo los cristales valen más de 100.000 euros”, relata este empresario. Asegura que siempre cumplió con todos y cada uno de los trámites exigidos. “Fuimos superlegales hasta el punto de que por ejemplo en un departamento nos decían que no hacía falta pedir licencia de apertura porque se trataba de una concesión pero nosotros sin embargo la solicitamos y gracias a Dios que lo hicimos así porque sino nos hubieran ido a por nosotros incluso antes”.

Sin embargo, los problemas surgieron porque les obligaban a cerrar sus puertas a la una de la mañana frente a lo que ocurriría con los otros locales de La Noria que podían permanecer funcionando hastas las tres y media o las cuatro. Tras llevar a cabo varios trámites finalmente consiguieron permiso para poder permanecer abiertos hasta este último horario. Poco después decidieron dejar el local en manos de una empresa especializada en restauración, pero sin llevar a cabo nunca un traspaso en el sentido estricto del término. La mala suerte pareció continuar ya que finalmente esta última compañía procedió a cerrar hace un mes y medio el local y además, Rambola los acusa de haberse llevado parte del mobiliario, de los electrodomésticos e incluso de haber cambiado la cerradura. Todo este asunto se encuentra ya en manos del abogado Eligio Hernández.

El empresario indica que si el Ayuntamiento quiere ahora volver a recuperar este espacio tendrá que abonarle al menos la inversión de 400.000 euros que desembolsó en su momento, “y yo encantado porque tal y como está la crisis es lo mejor que nos puede pasar”. Lo que da a entrever que este contencioso tendrá que resolverse en los tribunales.

El empresario cree que el futuro al que se enfrentan otros emprendedores como los que abrirán la terraza de verano en fechas próximas va a ser muy parecido al suyo. “No saben donde se están metiendo porque ya verán como van a tener que lidiar con todo tipo de problemas a cual peor como nos ocurrió a nosotros”. El Ayuntamiento por su parte ha iniciado los trámites para clausurar este negocio y según el concejal de Urbanismo, José Ángel Martín Bethencourt, se abre la posibilidad de volver a recuperar para uso público el espacio que ahora mismo ocupa.

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