El ruido de la cultura

El sistema de aire acondicionado instalado en el tejado del Teatro Guimerá hace décadas tiene a los vecinos de los alrededores literalmente amargados. Desde el año 2010 el Ayuntamiento se ha comprometido a intentar encontrar una solución pero por una razón o por otra ésta no acaba de llegar. El problema es antiguo e incluso anterior a las obras de rehabilitación del edificio que implicaron la instalación de nuevos aparatos de aire acondicionado aún más potentes que los anteriores. Los propios vecinos se dedicaron durante meses a recoger firmas y trasladarlas luego ante el Ayuntamiento. Tras la rehabilitación del espacio cultural con los fondos estatales anticrisis se dedicó una parte de la inversión a mejorar este sistema con el contradictorio resultado de que, inmediatamente, los ruidos se convirtieron en aún más insoportables.

“Ahora parece que se han reducido un poco. O tal vez es que ya nos hemos acostumbrado, pero a nosotros todo esto nos ha hecho la vida imposible”, señala la vecina Isabel Concepción, que reside desde hace 40 años justo enfrente del Teatro. El jaleo comienza cada uno de los días en los que hay función por la tarde o visitas guiadas por la mañana. Unas horas antes los aparatos se ponen a funcionar, continúan durante todo el tiempo en el que se llevan a cabo las actividades y no desaparecen, a veces incluso hasta las doce de la noche.

La intensidad es tal que se ven afectados todos los residentes de la manzana en pleno centro de Santa Cruz. Lógicamente en verano el sonido es aún más intenso por el calor, pero en invierno tampoco se les concede mucha tregua a estos residentes. Los últimos trabajos de restauración del teatro Guimerá llevados a cabo en 2009 consistieron en la mejora del recinto e incluyeron la ampliación trasera del edificio, con lo que la superficie escénica se acrecentó notablemente, la construcción de nuevos y modernos camerinos y también se habilitó una sala de usos múltiples denominada Espacio Guimerá. Igualmente el vestíbulo fue ampliado y se produjeron reparaciones en las fachadas laterales.

Fue la anterior concejal de Cultura, Maribel Oñate, la que en 2011 de forma sorpresiva en una comisión de control dio a conocer las quejas vecinales sin que nadie le hubiese preguntado. En aquel entonces anunció que estaban trabajando en la puesta en marcha de un proyecto de insonorización, pero lo cierto es que años después la única solución ha sido que algunos vecinos han desarrollado una especie de tolerancia al ruido.

La alternativa pasaría por un lado por la sustitución de la climatizadora actual de grandes dimensiones o su insonorización, cuyo coste es prácticamente similar y puede alcanzar los 30.000 euros para cada uno de los casos. El arquitecto responsable de la rehabilitación del Teatro, Haris Kozo, indicó en su momento que durante las obras intentaron eliminar las molestias y por ello sustituyeron dos climatizadoras de grandes dimensiones que había antes.

Sin embargo, no pudieron hacer lo propio con la enfriadora, situada en la parte posterior de la fachada del teatro que tiene más de quince años de antigüedad y produce decibelios por encima de lo permitido. Desde hace tiempo se están barajando diversas posibilidades para sustituir este aparato y eliminar así los ruidos como es la de poner una más pequeña o colocar a su alrededor una caja silenciadora. Ahora desde Cultura se ratifica que existe en los presupuestos de este año hay contemplada una partida específica para insonorizar la enfriadora pero no se sabe cuál es la cantidad, ni cuándo se le dará uso ya que la actuación recae en manos de la Concejalía de Servicios Municipales y Obras.

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