La uva forastera, una reliquia viviente

Vino de La Gomera

Noé Ramón

San Sebastián de La Gomera —

Los recientes estudios científicos han venido a demostrar lo que la sabiduría popular hace años tenía claro. La variedad de la uva forastera gomera es única en el mundo. Su antigüedad alcanza como mínimo quinientos años, frente a los 150 de la vides de Europa. El motivo radica en que la insularidad evitó que la plaga de la filoxera, que arrasó con los cultivos de toda Europa a principios del siglo XIX, llegara hasta La Gomera. Con el tiempo esta especie se ha ido adaptando a la geografía insular y creando su propia personalidad. Por lo tanto no es raro que existan algunos genomas que se salen de cualquier otro estudiado hasta el momento. En esta exclusividad está emparentada con la malvasía de Lanzarote, aunque éste es un aspecto que todavía no se quiere desvelar del todo. Al igual que otros que están pendientes de futuros estudios.

Las posibilidades que se abren a partir de ahora son muy amplias. Los cultivadores de La Gomera disponen de una especie única a la que pueden sacar una alta rentabilidad en cuanto a calidad. El trabajo fue presentado a finales del pasado año por los profesores de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona Francesca Fort y Fernando Zamorano en el salón de plenos del Cabildo de La Gomera. No por casualidad la institución insular había financiado las investigaciones. El nombre del trabajo es: Caracterización de los ecotipos de vitis vinifera. El resultado será dado a conocer en breve en una revista de prestigio internacional, aunque un avance fue ofrecido al sector vitivinícola de la Isla. Por lo pronto, la voz de estos estudiosos adquiere mucho peso dado que su base de datos guarda una de las mejores colecciones de muestras de vides de todo el mundo. En concreto, poseen datos de 1.022 vides de 22 países del mundo.

Los profesores tienen claro que las uvas que nacen en la actualidad en La Gomera tienen su origen en las que llegaron con los conquistadores en el año 1450. Desde entonces la especie ha evolucionado de forma positiva al adaptarse al terreno y a la climatología, pero también ha sufrido los rigores de lo que ha dado en llamarse erosión evolutiva.

La geografía ha jugado un papel fundamental. Dado lo escarpado del terreno, las vides han tenido que trepar por los riscos y llegar a alturas que alcanzan los 1.200 metros. Precisamente, cuando más alto se encuentran mejor es su calidad. Además, la mecanización ha resultado imposible por este mismo motivo.

La variedad forastera ocupa el 85% de los cultivos de La Gomera y el 90% de la producción. En el estudio participaron 110 agricultores quienes aportaron las vides que crecen en sus terrenos y a los que el Cabildo quiere ahora hacerles un homenaje. Los análisis se basaron en la técnica de los microsatélites y los resultados fueron espectaculares: las características genéticas de la uva forastera se salían no sólo de la que se cultivan en Europa, sino en el ámbito mundial y además de una forma contundente. Por lo tanto los resultados fueron igual de claros: estamos ante una variedad con un perfil único y característico.

Todo ello ratifica que la conocida variedad forastera blanca junoniense presenta un genoma especialmente particular, distante del resto de las que forman parte de la base de datos de este grupo de estudiosos. “Esta singularidad puede ser perfectamente aprovechable para vinificar caldos de gran calidad y tipicidad”. La causa de las particularidades de esta uva radicaría, según la investigación, no tanto en una acumulación de mutaciones desde el inicio de la viticultura en la Isla, sino por cruces o hibridaciones naturales en viñedos ancestrales. O tal vez ambos procesos a la vez.

El trabajo resalta la especial singularidad y riqueza varietal que presentan las vides originales de Canarias, pero aún más particularmente de La Gomera. Además, de la forastera también se analizaron otras variedades como el ‘listán blanco’ y negro, forastera negra, moscatel blanca o malvasía blanca. Por lo tanto los viñedos gomeros actuales son el resultado de la acumulación de mutaciones al azar más, la hibridación natural y humana, más la introducción de nuevas variedades a lo largo de siglos. Todo ello ha dado lugar a una realidad compleja, rica y de gran diversidad hasta el punto de que tal vez existan tipos de vid que no han acabado de ser identificados aún.

En La Gomera se calcula que el auge de este cultivo se produjo a partir del siglo XVII, momento en el que se derrumba la plantación y comercio de la caña de azúcar, y se localizó sobre todo en el norte de la Isla. Al no haberse detectado ningún proceso volcánico, se calcula que las vides actuales datan del año 1450, momento en el que llegaron a la Isla.

Durante este tiempo las cepas han estado expuesta a múltiples fenómenos y evolucionado de forma “lenta pero persistente”, lo que las ha convertido en únicas.

La causa de esta originalidad sería el cruce entre hermanos con una carga genética muy similar, pero con ciertas y mínimas diferencias. La segunda es la derivada de la necesidad de adaptación a las diferentes condiciones, lo que ha implicado procesos de selección natural a lo largo de siglos. La tercera es una mutación que da lugar a nuevas formas varietales dentro de la misma variedad, pero que difieren claramente del original. Y la cuarta y última se debe a la acción directa del hombre que ha actuado como un mejorador entre individuos de la misma o entre distintas especies.

Pero a la vez también se produce el fenómeno opuesto, conocido como erosión genética que da lugar a una pérdida de formas silvestres, de calidad y de recursos fitogenéticos. En este contexto sólo la utilización de variedades autóctonas o minoritarias puede dotar a los vinos de más tipicidad y características únicas que los hagan más especiales y apreciados al gusto del consumidor. La forastera es el resultado de una particular forma de cultivar en La Gomera que se localiza en terrazas o bancales en terrenos accidentados.

De esta manera queda claro que la mesa ya está servida. Los cultivadores gomeros tienen en sus manos todas las posibilidades de extraer un vino que sea único en el mundo. A partir de aquí también se derivarían otras consecuencias como la entrada de la Isla en el circuito del enoturismo, o especialistas de vinos, un sector de alto nivel adquisitivo y en auge. Fort explica que se partía de un estudio realizado a partir de unos 90 individuos procedentes mayoritariamente de la Escuela de Capacitación Agraria de Tacoronte, aunque también los había de donaciones particulares. Concretando más, decir que los individuos procedían de las Islas de La Gomera, Lanzarote, La Palma, El Hierro, Tenerife y también de Madeira.

Este año 2015 saldrá la publicación del trabajo que se realizó sin subvención alguna. “Nuestro Grupo de Investigación en Tecnología Enológica (Tecnenol) corrió con dichos gastos. Teníamos ya un fuerte presentimiento de que la Islas Afortunadas nos iban a devolver con creces la inversión, sobretodo en resultados científicos, que al fin y al cabo es lo que a todo grupo de investigación le importa. Y así está resultando ser”, dice la profesora. Fort indica que durante la investigación dos resultaron ser los momentos más emocionantes.

“El primero, cuando visualicé por primera vez la posición de las variedades gomeras respecto a las del resto de la Base de Datos, es decir respecto a la del resto del mundo, de la Península y de Canarias. Lo primero que se me pasó por la cabeza es que no podía ser, tenía que haber un error en algún sitio. Empecé a comprobar todo, primero sola, después con las doctoras Gemma Marsal y Nuria Boronat. Todo confirmaba el hallazgo”.

A continuación la profesora se dirigió al despacho del doctor Zamora, para explicarle el resultado del trabajo. “Este momento fue irrepetible, la contemplación de la forastera blanca saliéndose de los cánones previstos, de verdad que no tiene precio”. Otro gran momento fue el hecho de contemplar la posibilidad de que los viticultures gomeros tengan la versión tinta de la forastera blanca, “aunque está claro que esto continúa en el estadio de posible. Queremos volver a repetir el perfil genético de la muestra implicada. Pero si así fuera, sería extraordinario”.

Investigación con el ADN

Es la misma metodología utilizada para los test de paternidad. El protocolo empieza con la extracción del ADN, en este caso a partir de la madera del sarmiento. Una vez se dispone del ADN puro e íntegro, se realiza una PCR (Reacción de la Cadena Polimerasa) que no es más que una amplificación en copias de una zona determinada del genoma. Para ello se utilizan unos cebadores diseñados en las zonas flanqueantes de las zonas de microsatélite. “Posteriormente se analiza esta zona amplificada mediante una de las opciones del secuenciador de ADN. La opción es medir la longitud del fragmento amplificado. El Grupo de Investigación, Tecnenol utiliza 20 SSR o microsatélites. Como vitis vinífera es decir, la vid es diploide y codominante, esto se traduce en que tenemos 40 herramientas para analizar cada individuo. Desde el primer momento tuvimos claro que para obtener información de la ubicación de genotipos teníamos que analizar toda la base de datos en las mismas condiciones y así lo hicimos. De este modo las imágenes visualizadas en la presentación son exclusivas de Tecnenol.

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