Sobre este blog

Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

QUÉ LEER, Y QUÉ COMPRAR ESTA NAVIDAD, SI HABLAMOS DEL MERCADO GRÁFICO

La primera de la lista no solamente por su indudable calidad, sino porque en la letra de los clásicos suelen estar las respuestas que la mayoría de las personas buscan para solucionar sus dilemas cotidianos está La Odisea, obra basada en el poema clásico escrito por Homero. Adaptada por Francisco Pérez Navarro y José María Martín Saurí, primero, para el mercado anglosajón y luego publicada, por primera vez en nuestro país, en la década de los años ochenta, de pasado siglo XX, Norma Editorial ha publicado dos décadas y media después -con motivo de su 25 aniversario- una cuidada edición, en su versión original en blanco y negro y después en una versión coloreada por Esther Sanz.

Personalmente, prefiero la versión original por el magnífico y estéticamente hermoso trabajo de Martín Saurí, pero soy consciente de que las nuevas generaciones y el blanco y negro no se llevan, precisamente, bien. Es por ello que cito ambas versiones y amplio las opciones para quienes estén dispuestos a disfrutar de una de las mejores adaptaciones de un texto clásico llevadas al papel, merced al talento de Pérez Navarro y Martín Saurí. Obra imprescindible y excepcional, se mire por donde se mire.

Siguiendo la estela de los clásicos, y tal y como ya comenté en esta misma sección hace unas semanas, se encuentra Azpiri y el cine (Dibbuks), álbum en donde el séptimo y el noveno arte se dan la mano y de qué manera. Esto último no es de extrañar, dado que la carrera de Alfonso Azpiri, uno de los mejores artistas gráficos de nuestro país y desde hace ya bastantes años, ha estado profundamente marcada por la relación que existe entre ambos medios de expresión. Si quieren disfrutar con una obra que contentará tanto a quienes les guste el cine -mayoritariamente de género- y el cómic, éste es el regalo que están buscando.

Y si, por otro lado, les gusta la historia medieval, narrada de manera magistral, a buen seguro les apasionará el trabajo de Jaime Calderón, uno de los dibujantes españoles que ha logrado forjarse una sólida carrera en el exigente mercado gráfico francés. Sus trabajos, como sus caminos han sido largos, pero, sabedor de que una carrera profesional es como una carrera de fondo, el artista español ha sabido dosificarse y, al final, todo su esfuerzo ha cristalizado en algunos de los mejores álbumes que han llegado hasta el mercado gráfico internacional en los últimos años. Los Caminos, de Jaime Calderón, (Yermo Ediciones) se me antoja la mejor tarjeta de presentación para que quien no conozca el talento y la valía del dibujante se ponga al día.

¿Qué más? Si prefieren superhéroes -personajes normalmente denostados por la crítica, el público y quienes cogen el rábano por las hojas- me detendré en algunos ejemplos. El primero -y más ahora que el mundo va camino de una involución y de repetir los mismos errores del pasado los cuales costaron, primero que nada, decenas de millones de muertos ante la mirada impávida de quienes más tienen- tiene que ver con una niña musulmana, Muslim o como se la quiera etiquetar, llamada Kamala Khan, la cual un día descubre que es la nueva Ms. Marvel y aún no ha terminado de estudiar en el instituto. Real, respetuosa con una religión y una forma de entender la vida mucho más tolerante de lo que los fanáticos radicales se empeñan en hacernos creer, y contada con un enorme sentido del humor, las aventuras de Kamala Khan (Panini Comics) merecen ser tenidas en consideración por quienes rechazan un cómic de estas características, sin tan siquiera abrir la primera página.

En segundo lugar, le toca el turno al vecino arácnido por excelencia, Peter Parker, y por partida doble. Renueva tus votos, serie limitada de cinco números según un guión de Dan Slott y dibujo de Adam Kubert y Scott Hanna -este último, en las dos últimas entregas- nos devuelve al trepamuros en un universo gráfico donde las cosas no han cambiado. A nadie se le ha ocurrido pergeñar algo tan… (rellenen ustedes) como “Un día más” y, tras la boda de Peter con Mary Jane, Annie May Parker entra a formar parte del tablero de juego. Tal y como es lógico, hay un maloso con muy mala “castaña” y, también como suele ser habitual, éste pondrá las cosas muy difíciles a Peter, Mary Jane y hasta a la recién llegada, pero, qué quieren que les diga, merece la pena invertir un rato leyéndola. Renueva tus votos no sólo es un regreso al pasado para quienes crecimos leyendo a un personaje y, llegado a un momento dado, nos lo cambiaron todo. Renueva tus votos es una de esas miniseries que logran enganchar a cualquiera que le dé una oportunidad, y en un mercado tan saturado y lleno de repeticiones constantes, circunstancias como éstas se agradecen mucho.

El segundo título del arácnido que se me antoja imprescindible -sobre todo en una sociedad que considera la violencia de género, y los abusos del tipo que sean como una cuestión baladí o que no merece ser tenida tan en cuenta como en realidad Sí que lo debe- es Spider-man y la Gata Negra: El mal que hacen los hombres. Serie limitada de seis números escrita por Kevin Smith y dibujada por Terry Dodson, la cual tardó casi una eternidad en ser publicada íntegramente, nos plantea el desgarro emocional que sacude la psique de una persona, en este caso Felicia Hardy -La Gata Negra- cuando alguien abusa de ella. El guión de Smith no deja lugar a engaños y lo que cuenta pasó, por ejemplo, no hace mucho durante la fiesta de una fraternidad en una universidad estadounidense. Entonces, no se trataba de cómic, sino del mundo real. Los abusos son un tema demasiado SERIO como para pasarse la vida mirando para otro lado e iniciativas como éstas son siempre de agradecer. Panini Comics la publica dentro del sello Marvel Deluxe y todavía se puede encontrar sin demasiados problemas.

El último “superhéroe” lo es porque él mismo se lo cree, no porque todo su discurso, el de Maxx, sea del todo coherente, aunque, quién no ha tenido algún delirio, o más de uno, a lo largo de su vida. ¿Entonces, quién es Maxx? Maxx es una creación personal, surrealista y atípica de William Messner-Loebs y Sam Kieth para una recién nacida editorial Image, a principios de la década de los años noventa del pasado siglo XX. Desde el principio, Maxx se diferenció del resto de las cabeceras presentadas por McFarlane y sus rebeldes. Maxx, publicado en tres tomos por Norma Editorial, juega con la ensoñación de un personaje que piensa que vive en un mundo poblado por extrañas criaturas, los Isz, con el villano de turno, Mr. Gone, y una damisela en apuros, Julie Winters, aunque, en realidad, sobrevive como puede en medio de las callejuelas de la ciudad de Nueva York. Su discurso se sale de lo cotidiano tanto en la parte literaria como en la gráfica y, por ello, siempre resulta gratificante tener entre manos una lectura tan interesante y fuera de lo corriente como lo es la serie de Messner-Loebs y Kieth. Eso sí, no se lleven a engaños. Empezar a leerla supone no parar hasta el final y la serie se prolongó durante 35 números con lo que, mejor, se buscan un buen sillón no vaya a ser que…

Dejando el mundo de los héroes, volvamos al mundo real, si es que todavía está entero, y sumerjámonos en la intriga que rodea a la serie The Beauty (Image Comics), según los dictados de Jeremy Haun, Jason A. Hurley y John Rauch. Apoyada en la cada vez más obsesiva búsqueda de la belleza física y estética dentro de nuestra sociedad, en detrimento de cualquier otro atributo, menos visible, pero mucho más válido, la trama nos cuenta qué pasaría si dicha búsqueda se transmutara en una suerte de epidemia por transmisión sexual que terminaría por destruir a las personas ante la imposibilidad de ser más hermosas, estéticamente hablando. Llamada genéricamente The Beauty, poco se sabe de ella, salvo que buena parte de la población está contagiada y nadie tiene idea de cómo erradicarla. Y, mientras tanto, la gente muere, y el reloj parece correr en contra de quienes están empeñados en buscar respuesta.

Original, bien escrita y dibujada, The Beauty es una de las pocas series que ofrece un punto de vista bien diferenciado, dentro de un mercado que gusta de utilizar las tramas de género de mil formas posibles, pero con desiguales resultados. El único hándicap es que no hay versión en castellano, pero, y ya lo dije antes, a estas alturas, es necesario tener un idioma puente, o dos, siempre que se quiera disfrutar del mundo gráfico, y no estar a expensas de lo que las editoriales nacionales decidan publicar.

Korgi (Top Shelf Production) también es una serie que solamente se puede encontrar en su versión original, pero, a diferencia de la anterior, Korgi, creación de Christian Slade, no necesita de un profundo conocimiento de la lengua inglesa, dado que salvo por algunas páginas, la historia está desprovista de textos que acompañen las imágenes, aunque tampoco es que se echen de menos. Dotada de una plasticidad y una belleza estética que la hacen difícil de digerir para quienes o solamente disfrutan con tramas oscuras y deprimentes, o con el colorido mundo de los héroes, pero hasta ahí llegamos, Korgi es otra de esas obras que, desde que lees las primeras páginas, sólo quieres seguir leyendo y llegar al final. Su autor sabe muy bien utilizar las herramientas del leguaje secuencial, cada cosa está en su sitio y todo termina por encajar, a las mil maravillas. Me gustaría pensar que, alguna vez, esta serie verá la luz en nuestra geografía, pero viendo cómo está el mercado y los gustos del personal, mejor que la busquen en su versión original no vaya a ser que se aburran esperando.

Termino con otra serie publicada para el mercado anglosajón, estéticamente increíble y con un guión que mezcla intriga, tecnología, belleza estética y conceptual, y una protagonista que rompe muchos de los estereotipos que rodean al mundo gráfico desde hace eones. Lady Mechanika (Benitez Production), creación de Joe Benitez, junto con M.M. Chen y Martin Montiel, es, por derecho propio, unos de los mejores ejemplos de lo que se conoce como Steampunk, movimiento que mezcla elementos tecnológicos, la estética del siglo XIX y conceptos barajados por los escritores y teóricos de la ciencia ficción.

En el universo de Lady Mechanika, el ciborg -ser mitad humano, mitad máquina- no se asocia con una malvada inteligencia artificial empeñada en dominar el mundo, sino que forma parte de la vida cotidiana, y si no, que se lo digan a la protagonista, perfecta simbiosis entre ambos mundos. No obstante, la serie es mucho más que una sucesión de páginas maravillosamente ilustradas por parte de su creador, Joe Benitez. Hay espacio para la intriga, el misterio, la crítica social y otras muchas cosas.

Además, los tomos presentados por la editorial -opción mucho más sana y recomendable que leerlas mensualmente, dado el gusto del guionista por los cliffhanger al final de cada capítulo- están muy bien presentados, incluyendo una galería de portadas, y a un precio asumible.

© Eduardo Serradilla Sanchis, 2016

© Norma Editorial, 2016

Imagen de portada La Odisea © José María Martín Saurí, 2016

© Dibbuks, 2016

Imagen de portada Azpiri y el cine © Alfonso Azpiri Mejía, 2016

© Yermo Ediciones, 2016

Imagen de portada Los Caminos de Jaime Calderón © Jaime Calderón, 2016

Ms. Marvel, Spider-man and any related names, characters are © 2016 Marvel Comics.

The Maxx © 2016 William Messner-Loebs & Sam Kieth

The Beauty © 2016 Jeremy Haun & Jason A. Hurley.

Korgi © 2016 Christian Slade

Lady Mechanika © 2016 Joe Benitez

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Empecé a leer cómics a la misma vez que aprendí  a leer y, desde entonces, no he parado de hacerlo. En todas estas décadas he leído cómics buenos, regulares y no tan buenos, pero siempre he creído que el lenguaje secuencial es la mejor -y más idónea- puerta de entrada para leer tanto letras como imágenes. Ahora leo más cómics digitales que físicos, pero el formato me sigue pareciendo igualmente válido y sigo considerando el cómic un arte.

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