El hombre asesinado en la Vega de San José no vigilaba yihadistas en prisión

Calle Córdoba de Las Palmas de Gran Canaria, donde actúan los servicios de emergencias tras un tiroteo

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

Ni era un colaborador de los funcionarios de prisiones ni era un preso en tercer grado. Lionel Carrillo, asesinado el 29 de agosto en el polígono de la Vega de San José (Las Palmas de Gran Canaria) era un preso normal, con un comportamiento normal en prisión, que en el momento de ser tiroteado disfrutaba de un permiso de segundo grado. Así lo han corroborado fuentes de la prisión provincial de Salto del Negro, donde cumplía condena por tráfico de drogas.

Medios nacionales vincularon a la víctima de ese tiroteo con un protocolo de vigilancia de internos detenidos por presunta relación con movimientos terroristas de carácter yihadista, lo cual es “absolutamente falso”, recalcaron las fuentes.

Ni Lionel ni ningún otro preso de Salto del Negro podrían formar parte de un comando de informadores porque sencillamente eso no existe en ese establecimiento penitenciario. Como tampoco hay allí personas cumpliendo prisión preventiva ni condenas relacionadas con ese tipo de delitos, para lo cual se destina la otra cárcel de Gran Canaria, la de Juan Grande.

Lionel Carrillo fue abatido a tiros en plena calle Córdoba, en el polígono de la Vega de San José, presuntamente por Francisco Trujillo, alias El Chupa, en lo que la Policía apunta indiciariamente como un ajuste de cuentas, seguramente relacionado con el tráfico de drogas a pequeña escala.

El Chupa se encuentra desde entonces en busca y captura sin que hasta la fecha haya trascendido alguna pista sobre su paradero.

El suceso se produjo a plena luz del día y con numerosas personas presenciando los hechos, como los ocupantes de un vehículo de Guaguas Municipales que pasaba justo por la zona y que recibió uno de los cuatro disparos efectuados por el arma homicida. La bala entró por un cristal a pocos centímetros del conductor y cayó en el interior de la guagua ante el terror de los pasajeros, que pidieron al chófer que abriera las puertas para abandonar el lugar.

Algunos testigos corroboran que el presunto asesino de Lionel Carrillo lo remató ya en el suelo.

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