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Calma y prudencia entre la población canaria durante el primer sábado del fin de la mascarilla en exteriores

Paseo de Las Canteras el primer sábado en que deja de ser obligatorio el uso de la mascarilla en exteriores. (ALEJANDRO RAMOS)

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

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Sensación agridulce en Canarias este sábado. La población ya puede salir a la calle sin mascarillas, siempre que se den las condiciones de distancia social. Sin embargo, de momento, no se ha apreciado especial entusiasmo en la población canaria en salir sin ella a los espacios exteriores. Durante esta jornada ha podido apreciarse tanto a personas con esta protección como otras que no la llevaban, pero en general respetando las distancias apelando al “calma, paciencia y prudencia” que ha venido repitiendo durante esta pandemia el epidemiólogo Amós García.

La sociedad canaria afronta esta semana con preocupación por la incidencia del virus en islas como Tenerife, que este mismo sábado estrena la fase tres de alerta sanitaria, con mayores restricciones especialmente en el ámbito de la hostelería. La Dirección General de Salud Pública recomienda en el informe por el que se decidió aumentar el nivel en Tenerife que su ciudadanía siga haciendo uso de la mascarilla porque es “una medida que ha demostrado ser útil para limitar la transmisión del virus entre las personas”. El propio alcalde de la capital de la isla, José Manuel Bermúdez, muy crítico con la decisión del Ejecutivo de endurecer las normas, que ha llegado a afear que se esté criminalizando a su población, también ha insistido en los últimos días en que la ciudad recomienda el uso de la misma. 

La orden del Ministerio de Sanidad por la que se elimina la obligatoriedad de usar mascarillas en la vía pública y en espacios al aire libre entró en vigor desde medianoche, por lo que en toda España desde este sábado se repite la imagen de paseos sin mascarilla por la vía pública. Sin embargo, la norma añade excepciones: el uso de la misma será obligatorio al aire libre cuando se produzcan aglomeraciones y no se pueda mantener una distancia mínima de 1,5 metros de distancia entre personas, salvo grupos de convivientes.

La norma es similar a la del Gobierno de Canarias el pasado verano, cuando obligaba a llevarla siempre y cuando no se pudiera mantener la distancia de seguridad, una medida que se endureció posteriormente ante el aumento de contagios durante el mes de agosto. En aquel momento, decidió además prohibir fumar en la calle y echó el cierre al ocio nocturno. 

Cabe recordar que sigue siendo obligado su uso cuando se viaje en transporte público al igual que en los vehículos de hasta nueve plazas, incluido el conductor, si los ocupantes de los vehículos de turismo no conviven en el mismo domicilio. También seguirá siendo obligatoria en otros espacios cerrados de acceso libre, como bibliotecas u hospitales. De hecho, para asegurar que nadie accede a ellos sin mascarilla, habrá que tener siempre una encima obligatoriamente. La norma sí exime de llevarla a los pasajeros de barcos o buques, siempre y cuando permanezcan dentro de su camarote o mantengan el metro y medio de distancia interpersonal en la cubierta. 

En cuanto a exteriores, las excepciones son los “eventos multitudinarios”, como conciertos y manifestaciones. Si los conciertos se celebran con gente de pie y sin mantener la distancia de seguridad, la mascarilla será obligatoria. No será así si se organizan al aire libre y en asientos separados por un metro y medio. La nueva norma también exime de llevarlas, como hasta ahora, a las personas que acrediten algún tipo de afección respiratoria o de enfermedad incompatible con su uso. 

La ley establece que no llevar mascarilla o llevarla mal podría conllevar multas de hasta 100 euros, pero las comunidades autónomas tienen la potestad de adaptarla en sus propios decretos. Hasta ahora, la mayoría de las autonomías la han considerado una “infracción leve” y las multas han oscilado entre los 100 y los 3.000 euros. De no establecerse lo contrario en los boletines oficiales, la sanción abarcará la misma horquilla. 

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