CRÓNICA
Concentración en Las Palmas por Abdoulie Bah: “No lo mataron sólo a él, nos mataron un poco a todos”
Varios centenares de personas se han concentrado frente a la delegación del Gobierno en Las Palmas de Gran Canaria para expresar su “profunda inquietud y consternación” por la muerte del joven Abdoulie Bah, abatido a tiros hasta la muerte por la Policía Nacional el pasado sábado 17 de mayo en el aeropuerto de Gran Canaria. Actualmente, el Juzgado número 2 de Telde investiga los hechos, mientras se van sumando colectivos de la sociedad civil que exigen públicamente a las autoridades competentes explicaciones sobre lo que pasó ese día y garantías de no repetición.
Según informó este domingo el Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC), el órgano encargado de la investigación está recopilando y analizando las imágenes captadas por las cámaras de seguridad, tanto del interior como del exterior del aeropuerto, con el objetivo de reconstruir detalladamente los hechos.
De acuerdo con los primeros indicios, y según fuentes del TSJC, la víctima, que “portaba un cuchillo de grandes dimensiones”, se encontraba “aparentemente fuera de sí” y habría atacado previamente a un taxista y posteriormente derribado a un agente de la autoridad, intentando agredir a otro. El informe forense preliminar indica que el cuerpo del fallecido presentaba cinco impactos de bala, uno de ellos en el cuello.
“No pedimos privilegios, pedimos justicia”, “Las vidas negras importan”, “Canarias tiene un límite también para el racismo” o “No lo mataron a él, nos mataron un poco a todos”, son algunos de los mensajes que podían leerse en las pancartas de los manifestantes en la concentración convocada por la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC) y por la Asociación de Mujeres Africanas y Afrodescendientes“.
Pocos minutos después de las 19.00, y sin que nadie lo hubiera pedido expresamente, se hizo un silencio un total silencio y los pocos rayos de sol que asomaron hoy en la ciudad iluminaron el altar improvisado para despedir al joven gambiano de 19 años: unas velas, su foto sonriendo que parecía mirar directamente al espectador y tres botellas de agua, que según la religión musulmana aseguran la purificación del cuerpo antes del encuentro con Dios. Sus hermanos en el Corán portaban pancartas, pero tambien rezaron por la memoria del joven delante de todos los asistentes, creando una atmósfera, ahora sí de verdadera convivencia, de mirar al otro.
En la lectura del manifiesto, la presidenta de la Asociación de Mujeres Africanas y Afrodescendientes, Laura Balde Ejar, con lágrimas en su rostro, lee a duras penas: “Las imágenes difundidas en redes sociales muestran a alrededor de media decena de agentes persiguiéndolo, lo cual genera serias dudas sobre el respeto del derecho humano a la vida y al principio de proporcionalidad en la actuación policial, causante de la muerte del joven africano”.
Continuó con la lectura del manifiesto Teodoro Bondyale, presidente de la FAAC, que se hace eco de las preguntas que exige la comunidad a las autoridades: ¿Por qué se recurrió al uso de armas de fuego? ¿Por qué no se aplicaron otras medidas de contención no letales? ¿Qué protocolos se activaron y quién asumió la responsabilidad operativa en esa intervención? ¿Por qué no se garantizó la detención del joven sin poner en riesgo su vida? La ciudadanía tiene derecho a saber qué ha sucedido y a confiar en que las fuerzas de seguridad actúan actúan respetando los principios de proporcionalidad, legalidad y derechos humanos“, señaló.
“El tercer tambor”
Bondyale contó que de dónde él viene, en la vida de un hombre suenan tres tambores; cuando nace, cuando se casa y cuando muere. “Lamento profundamente”, expresa, “haber tenido que conocer a este joven cuando sonó para él el tercer tambor”. En ese momento, sonaron tambores reales en la plaza de la Feria, traídos por sus hermanos en la lucha. Su hermano biológico, prácticamente en estado de shock, viajó desde Italia a Gran Canaria para despedirse. No hizo declaraciones a la prensa, solo miraba a su alrededor con expresión de no comprender lo que había pasado.
Una sensación generalizada entre los asistentes que no querían abandonar la plaza, quizá pensando que abandonarla sería volver a las horas en que lo que ha sucedido podría ser considerado algo a lo que se pueda ser indiferente.
“Abdoulie no fue un vagabundo, Abdoulie fue un niño muy alegre desde que llegó, deportista, que jugó en varios clubes”, cuenta a esta redacción Isabel Alfaro Déniz, presidenta de la Federación de Asociaciones de Inmigrantes y Refugiados en España, que conocía muy bien al joven gambiano con el que compartía una relación de familiaridad. “Que se cumpla la Ley, si tienen que ir a la cárcel los asesinos deben ir”, dice sin una sola inflexión en su voz. “Yo creo que la policía está hecha para cuidar al ciudadano, para poner orden, no para matar”. A la pregunta de esta redacción de qué se sabe de la familia de Abdoulie en Gambia y cómo están atravesando el dolor, Alfaro recuerda un dato que ya público: Él tenía que viajar estos días, el 22 {de mayo}, él viajaba a ver a su familia y fue algo doloroso. Para mí fue como un hijo y hoy en mi casa hará falta“.
Por su parte, el presidente de la FAAC, Jude Omorige, expresó que “si el sistema hubiese funcionado esto no hubiera pasado porque si el sistema detecta que el chico tenía brotes psicóticos podía haber sido ingresado”, ya que se conocía de su dolencia de salud mental, según ha informado.
Al terminar la concentración los representantes de la comunidad afrodescendiente marcharon por la calle León y Castillo gritando “¡La lucha continúa!”, hasta disolverse definitivamente cada uno con su rabia y su dolor. Atrás dejaron una plaza de la Feria donde, bajo un sedente un Benito Pérez Galdós se puede leer: “Así como de la noche nace el claro del día, de la opresión nace la libertad”.
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