La familia de Sara Morales llora la muerte de Fernanda
La familia de Sara Morales, menor que desapareció en la capital grancanaria hace un año, lloró este jueves la muerte de Fernanda Urzúa en Tenerife, pues tenía la esperanza de que apareciera viva, y mantiene la ilusión de que Sara “no esté metida en un agujero como esta niña”.
Así lo manifestó este jueves la abuela de la joven grancanaria, Josefa Castellano, quien dijo que la noticia de lo ocurrido en Tenerife le ha sentado “fatal” y la ha dejado sin palabras.
“Yo no esperaba nunca que la fueran a encontrar de esta manera”, exclamó Josefa Castellano, quien recordó que la investigación de la desaparición de su nieta sigue como el primer día, sin rastro ni pistas, pues las que se siguieron fueron descartadas.
La madre de Sara Morales, Nieves Hernández, agregó que mientras su hija no aparezca la considera que está viva, pues no se han encontrado sus prendas ni indicios de su paradero, al contrario que en el caso de la niña de Tenerife, de la que en los primeros días se encontró uno de sus zapatos y el cinturón, lo que hizo temer lo peor.
La aparición de su cuerpo este jueves, enterrado en Arona, “nos afecta bastante; nos imaginamos cómo tiene que estar esta familia, no hay derecho a que te maten a tu hija de esta manera”, dijo la madre de Sara Morales.
Sara lleva desaparecida desde el 30 de julio de 2006
La joven de 14 años Sara Morales Hernández desapareció el 30 de julio de 2006 tras salir de su casa en Las Palmas de Gran Canaria para una cita a la que no llegó.
Sara Morales Hernández dejó su casa, en la ciudad alta de Las Palmas de Gran Canaria, rumbo al centro comercial de La Ballena, donde había quedado con un amigo, quien declaró que nunca llegó a verla.
Yeremi Vargas desapareció el 10 de marzo
En Gran Canaria también hay desaparecido un menor de 7 años: Yeremi Vargas, quien fue visto por última vez el pasado 10 de marzo.
Yeremi desapareció a primeras horas de la tarde de ese día, un sábado, cuando jugaba con unos primos en un solar próximo a las viviendas de su abuela y de su tía, en Vecindario, y en su búsqueda se desplegó el mayor dispositivo que ha vivido Gran Canaria con cientos de voluntarios.