Los expertos harán una cata arqueológica en la fosa común de Vegueta para despejar incógnitas sobre su exhumación

Comisión Técnica que estudia la viabilidad de exhumar la fosa común de Vegueta.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

El estudio sobre la viabilidad de exhumar la fosa común de Vegueta sigue adelante. Tras analizar gran parte de la documentación de la que se dispone, la Comisión Técnica constituida por docentes de la ULPGC, Cabildo de Gran Canaria y Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha decidido este miércoles que, mientras haya al menos una posibilidad de que se puedan exhumar los restos mortales de las víctimas del franquismo que fueron enterradas en este cementerio, no se parará este proyecto. El siguiente paso será hacer una cata arqueológica, que esperan que se pueda realizar antes de finales de año si se consiguen todos los permisos pronto. Se trata de una reunión que se produce apenas un mes después de que falleciera a los 92 años Diego González, hijo de una de las víctimas del franquismo enterrada en esta fosa y que no pudo cumplir su sueño de recuperar los restos mortales de su padre.

El equipo de investigación está siendo coordinado por el profesor Javier Márquez y está compuesto por Xabier Velazco, como técnico especialista en arqueología, además de las profesoras Candelaria González y Beatriz Andreu, miembros de la ULPGC. Las primeras sensaciones señaladas por el coordinador son agridulces ya que, al haber transcurrido tanto tiempo hasta que se ha activado este proyecto, han fallecido los testigos que conocían mejor que nadie la historia del cementerio.

Los testimonios orales de los que disponen y la documentación que han analizado hasta hora dejan muchas dudas sobre la exhumación. Por un lado, no hay constancia del lugar exacto donde está la fosa número dos, donde fueron enterrados el alcalde del entonces municipio de San Lorenzo, Juan Santana Vega y el sindicalista Francisco González, cuya familia sigue liderando la lucha después de la muerte de Diego González, que falleció recientemente a los 92 años sin cumplir el sueño de encontrar los restos mortales de su padre.

Por otro lado, tampoco hay evidencias que confirmen que los restos mortales de estas víctimas del franquismo siguen en el cuartel seis de la fosa número dos, ya que las fosas se abrieron al menos dos veces después de que Juan Santana y Francisco González fueran enterrados en 1937. Existe la posibilidad de que puedan estar vacías. No obstante, ninguna hipótesis está cerrada y solo se despejará cuando se abra.

La intención de las partes es llegar hasta el final

La intención de las partes es llegar hasta el finalLa parte política de la Comisión, compuesta por Javier Doreste, como representante del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el consejero de Cultura del Cabildo de Gran Canaria, Carlos Ruiz y el director del Gabinete del Presidente, Marino Alduán, coincidieron en la necesidad de seguir avanzando en este proyecto mientras existan posibilidades de que se puede exhumar la fosa. Ambas partes ampliarán la financiación al proyecto si es necesario. De momento, los investigadores pedirán los permisos para intentar que antes de que acabe el año se pueda realizar la cata arqueológica.

El historiador Javier Márquez destacó que aún queda trabajo documental por analizar. Por el informe elaborado por la ARDF Desaparecidos que recogió el testimonio del hijo del sepulturero de aquellos años, hay una referencia de dónde está la fosa número dos, pero no hay datos empíricos que lo confirmen. No obstante, ese será el lugar elegido para realizar la cata arqueológica.

Además, según los registros del cementerio, fueron enterrados en la fosa 118 personas hasta 1955. Se desconoce si se vaciaba la fosa, si se enterraban unos cadáveres encima de otros, o si se produjeron traslados de restos óseos. Otro de los datos destacables es que el ritmo de enterramientos entre 1937 y 1946 fue muy intenso, pero luego empieza a decaer.

Otro de los apartados que preocupa a las personas que participan en la investigación es el deterioro del subsuelo de la fosa. Por la documentación que disponen se trata de un suelo agrícola en el que es fácil de cavar hasta los 3 metros, pero luego se endurece. Podría ocurrir que el suelo del cuartel número seis haya sufrido filtraciones importantes de agua especialmente por el cauce del barranco y podrían dar como resultado un estado de conservación problemático. También habría que valorar los daños causados por las obras públicas que se hicieron en ese cuartel, ya que alrededor de la fosa se han abierto zanjas y se ha empleado maquinaria pesada.

El arqueólogo Xabier Velazco especificó que las catas van a permitir fundamentalmente conocer los límites de la fosa número dos, constatar que hay restos mortales y en qué estado se encuentran, si están en un estado en el que puedan ser posteriormente identificados.

El nieto de uno de los fusilados de San Lorenzo y que lleva el mismo nombre que su abuelo, Francisco González, destacó que en todas las investigaciones sobre fosas del franquismo surgen complicaciones y subrayó que las hipótesis también eran pesimistas para los pozos de Tenoya y finalmente encontraron en ese lugar al padre de la presidenta de la Asociación de la Memoria Histórica de Arucas, Pino Sosa. Todas las partes concluyeron que ahora disponen de más información que hace seis meses y que seguirán hasta donde sea posible con el objetivo de intentar recuperar al menos a estas dos víctimas del franquismo.

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