Espacio de opinión de Tenerife Ahora
En el calendario
Mañana, que es día laborable…, no quiero amanecer con un amplio listado de llamadas perdidas a cuenta de las cosas picantes que a veces traslado en esta columna. Como estos días estoy de guardia, lo que más valoro es empezar la jornada con calma, y para esto lo ideal casi siempre es que no haya muchos políticos en las radios. Los fines de semana y puentes de agradecer esta regla casi siempre se cumple, así que por ahora me conformo.
Como estaré haciendo una de las cosas que más me gusta, esa que tiene que ver con estar encerrado entre cuatro paredes, se me ha ocurrido hacerles un buen regalo, solo para los que deseen salir por patas de la ciudad. Este regalo, que en sí no es un regalo, sino una idea, una invitación, consiste en buscar el mejor lugar en alguno de los tres macizos antiguos de la isla de Tenerife, en el tramo alto de sus barrancos, para, acomodado en alguna margen de la cuenca elegida, quedarse atrapado por el cántico del agua en su camino hacia el mar; para acompasar los ritmos nítidos del riachuelo y hacer música celestial; para alongarse y beber de ella; para acariciar la frescura sin necesidad de tener que pasar las manos por la toalla sintética o la secadora de aire; para reconocer de una maldita vez que el mundo no llega solo hasta donde se puso el último metro cuadrado de piche; para depurar vergüenzas y licuar sólidos antes inexpugnables; para ver agua que corre libre impulsada por la pendiente; para mirarse en otro espejo que no refleja símbolo ni grafía ni marca de tanta modernidad mal entendida; para reconocer que la vida es posible sin tanta partida inservible de ping-pong; para decir basta y reconstruir aptitudes; para pasar de todo y al menos hasta el jueves no escuchar más tonterías; para reflexionar sobre por qué lo que nos pasa dicen que no tiene solución; para cambiar a mejor con el aliento del hilo de agua continua y limpia, vidriosa y transparente: natural… Para escuchar el sonido del arte hecho música.
El próximo fin de semana yo haré esto, y no adelanto en qué lugar porque no quiero político alguno en un kilómetro a la redonda. Solo Herbie Hancock y yo.
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