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Contextos futuros

José Miguel González Hernández

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La economía progresa adecuadamente, pero es tan profundo el bache del que hay que salir que todavía las ganancias no están plenamente socializadas. Son tantas las variables y tan volátiles en materia de tipos de cambio, inflación, desempleo, que no hay nadie capaz en la faz de la Tierra de establecer un marco seguro de sucesiones en su existencia. Es por esa razón que hay que acudir a la prospectiva probabilística, generando tantos escenarios como se crea conveniente y, sobre todo, ordenándolos según su expectativa de ocurrencia.

En relación con lo que puede suceder, hay que invitar a esta ecuación a la evolución tecnológica. La revolución digital provoca que una mayoría de la población viva de la economía de la información y del conocimiento, terminando por entender que asistimos a un cambio de paradigma donde no sirve el atesoramiento de la sabiduría, sino su intercambio. No obstante, un proceso de igualación puede generar estancamiento debido a que la correlación de fuerzas equilibra a la vez que se desnaturaliza el conflicto, al apostar erróneamente por el concepto de pensamiento único y dando por buena la paradoja del misil infalible sobre el blanco indestructible.

De esta forma, si continuáramos con la línea evolutiva bajo esos preceptos, estaríamos asistiendo a un modo de convivencia donde coexistirían las altas tasas de paro con desarrollos económicos desconocidos hasta ahora, creando una clase social formada y mayormente compuesta por colectivos de analfabetos tecnológicos, con todo lo que ello implica desde la perspectiva de la ruptura de los procesos de cohesión económica y social.

Además, debemos preguntarnos si en el momento actual todas las regiones tienen el mismo nivel de preparación y medios para competir en igualdad de condiciones en un mercado global, teniendo en cuenta que las divergencias se polarizan en los procesos de intercambio desigual, de ahí que deban existir estrategias de desarrollo diferentes y adecuadas para todos los patrones de crecimiento.

A partir de aquí, comienzan las interpretaciones interesadas. Por un lado, estará aquella que necesite que el caos y la amenaza al desastre se perpetúen, porque será de esa forma cuando las voluntades individuales se alienen, permitiendo que la promesa de salvación sirva como moneda de cambio ante cualquier sacrificio. Luego estará el estoicismo, en el que lo que viene es culpa de la historia y nada podemos hacer por desmerecerlo. Y, entre esos dos extremos, estará la gente normal.

En definitiva, no hay manera de predecir el futuro, aunque siempre hay algunas señales que nos pueden ayudar a entender cómo puede ser lo que está por llegar, debido a que estamos rellenando los espacios físicos con diferentes capas de información, transformando nuestro propio ser en varias identidades. De ahí que ya no solo sea plantear escenarios sobre los que movernos, sino cómo somos y mutamos en todos ellos. Ahí es nada.

*Economista

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