Dejen de bombardear.

Los bombardeos sistemáticos y periódicos de Israel sobre los territorios palestinos son una realidad que nos deja en muy mal lugar como especie. Civiles, niños, mujeres… Todos caen bajo las bombas de un Estado sionista que ocupa y controla Gaza y Cisjordania, reducidas a la nada, en una especie de apartheid intolerable. Una tragedia a la que solo dan tregua los escasos y limitados corredores humanitarios acordados entre las partes.

Tratando de alejarme del maniqueísmo, es cierto que Hamás ha ido ganando fuerza, sofisticando su armamento, logrando un alcance potencial más amplio sobre el territorio de Israel, una potencia militar sin paliativos, para la cual esos bombardeos son juego de niños.

Nadie con un mínimo de sensibilidad puede dejar pasar por alto la muerte de inocentes en unos brutales ataques en los que la ONU contempla posibles crímenes de guerra, unos crímenes de guerra que quedarán en nada, como han quedado en nada desde el momento mismo de la creación del Estado israelí.

Si los esfuerzos de Estados Unidos y de su presidente por contener las ansias expansionistas de la Rusia de Putin son inéditos y van en la buena dirección, no estaría mal que la Administración Obama presionara a su sempiterno amigo sionista para que pusiera fin a la carnicería. Lo tiene fácil. Es su principal proveedor militar. Pero no lo hará. Y, mientras, la tragedia suma víctimas inocentes que nos dejan en muy mal lugar como especie. Como seres humanos.

Pues eso. Por favor: Dejen de bombardear.