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Miedo a la ciudadanía

Roberto Gil-Hernández

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Hay quien piensa que la democracia no es cosa de todos. Especialmente cuando empiezan a desanudarse las trabazones que hasta hace nada daban siempre la razón a los mismos. Solo así puede entenderse el modo de obrar de los partidos que gobiernan el Cabildo de Tenerife ante una de las visitas más singulares de cuantas han recibido en lo que va de mandato.

Les cuento el rebereque. Resulta que a una significativa mayoría de la gente que reside en el Valle de Masca -estoy hablando de cerca de un centenar de personas- se le ocurrió la idea de trasladar a los grupos presentes en la institución insular un elaborado relato. Un documento en el que quedaron sintetizadas no solo algunas de sus ideas para mejorar su día a día en ese rinconcito único, sino también la manera en que estas debían abordarse.

Curtidos en el sotavento acallador con que las administraciones desechan las demandas ciudadanas, los habitantes de ese caserío decidieron hacer algo distinto: cambiar de estrategia por ver si así recababan los apoyos suficientes para superar las trabas que pone el Reglamento Orgánico del Cabildo a las propuestas que no llevan el sello de los partidos políticos en él presentes. Una iniciativa ante la que el grupo de Gobierno ha reaccionado, en un primer momento, con excesiva desconfianza, luego con cobardía y finalmente con mala fe, al impedir que esta -ya convertida en moción- pudiera debatirse durante el pleno del pasado mes de septiembre.

No es ningún secreto que esta asociación vecinal no ha encontrado las respuestas que esperaba por parte del ente que preside Carlos Alonso, sobre todo en lo referente al desarrollo de las mejoras que sus moradores llevan décadas solicitando, como la implantación de un servicio de limpieza más eficiente o la activación de un sistema de transporte público adaptado a la zona, amén de otros proyectos que requieren de amplísimos consensus, como la modificación del Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Rural de Teno o la aprobación definitiva de un Plan Especial que proteja su patrimonio material. Compromisos todos que el testimonio rubricado en Masca ha hecho valer para insistir en la necesidad de sensibilizar a las instituciones tinerfeñas con la participación social, tal y como lo recoge el Marco Estratégico Insular de Participación, aprobado por el propio Cabildo en 2014 y reforzado por el contenido de la Ley de Municipios promovida un año después por el Gobierno de Canarias.

Para su desgracia, la actitud de CC y PSOE sirve para despejar muchas incógnitas. Primero, porque desvela el miedo a la ciudadanía que padecen sus principales dirigentes. Un miedo atroz que los empuja a escudarse en la lentitud procedimental y otros subterfugios alegales para ocultar el verdadero origen de su falta de voluntad política: el temor aún mayor a renunciar al control, a perder el poder. No hay otra explicación al portazo que han recibido las personas que viven en Masca, que han visto esfumarse otra oportunidad para equipararse con el resto de la sociedad tinerfeña. Y mira que no era tan difícil... Bastaba con no perturbar su legítimo derecho a tomar partido en la solución colectiva de sus problemas. En definitiva, más democracia.

Roberto Gil-Hernández

Consejero del grupo de Podemos en el Cabildo de Tenerife

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