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Las Teresitas, un ejemplo de la gestión de ATI-CC

Eustaquio Villalba

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El proyecto de transformar la playa de La Teresitas se inició en la época de la dictadura. El Plan de Estabilización Económica emprendido por los gobiernos tecnócratas del franquismo fue el marco adecuado para el despegue del sector turístico en las islas. El ministro falangista del Gobierno en aquellos años, Manuel Fraga Iribarne, convirtió las costas españolas en un lugar asequible para la clase obrera europea propiciando la construcción de apartamentos y hoteles para los turistas ávidos de sol y playa. Con dinero público construyeron las escolleras que protegen la playa y retienen las muchas toneladas de arena traídas del vecino desierto del Sahara, mientras que el capital privado se encargaría de hacer negocio llenando de hoteles torre los terrenos del frente de playa.

Esta fue la herencia que recibieron los ganadores de las primeras elecciones municipales en 1979. El nuevo alcalde, Manuel Hermoso, estaba a la cabeza de un grupo independiente que se estaba quedando sin acomodo por la crisis de la UCD, y necesitaban nuevas siglas -no una nueva ideología- para seguir ostentando cargos públicos y fundaron la Agrupación Tinerfeña Independiente, ATI.

Desde aquella época hasta el día de hoy, han ocupado las poltronas municipales aunque en el camino hayan cambiado de nombre, manteniendo siempre la misma ideología conservadora adornada con una pintura de nacionalismo para diferenciarse de la derecha tradicional y atraerse a los votantes que tienen esta creencia, este sentimiento, como ideología política. Son ellos responsables, con la ayuda en distintas etapas del Partido Popular y del Partido Socialista canario, de todo lo que ha ocurrido durante todos estos años con la playa de Las Teresitas. Durante los mandatos de Manuel Hermoso y de su tapado Miguel Zerolo se llevaron a cabo las tropelías con las que engañaron a los propietarios de los terrenos, involucraron a CajaCanarias en un préstamo temerario y llenaron los bolsillos de políticos, funcionarios, arquitectos y, sobre todo, de dos empresarios: Antonio Plasencia e Ignacio González.

El sucesor en la alcaldía de Miguel Zerolo, José Manuel Bermúdez, hijo de un concejal de la época de Manuel Hermoso -perfecto ejemplo de político profesional que ha vivido siempre del erario sin desempeñar otro trabajo en su vida que los muy bien remunerados cargos públicos-, nunca ha reconocido las tropelías cometidas por sus antecesores, por el contrario ha defendido sus nefastas gestiones y siempre se ha negado a dar explicaciones a los vecinos.

ATAN denunció en su momento la construcción de unos aparcamientos en la entrada de la playa por su manifiesta ilegalidad. El Ayuntamiento hizo caso omiso, pero esta vez la Justicia cumplió su función y ordenó el derribo de esta obra bautizada por los vecinos como el Mamotreto. Los chicharreros pagamos su construcción y también su derribo; los responsables del desaguisado, los políticos de Coalición Canaria, los que no fueron condenados, siguen cobrando sus sustanciosos sueldos sin asumir, tampoco en este caso, ninguna responsabilidad.

Decenas de millones de euros se generaron gracias a Las Teresitas, pero la playa sigue igual que en la época de Franco, excepto que ahora las palmeras son más grandes. Los terrenos del frente de playa, por los que el Ayuntamiento pagó una desorbitada cantidad de dinero, pese a ser en su mayor parte ganados al mar y, por ende, de titularidad pública, son ahora auténticos basureros llenos de plásticos, envases y desperdicios de todo tipo, incluido los que genera su utilización como retretes, ya que los gestores municipales no han demostrado ninguna preocupación por dotar a La Teresitas de los servicios mínimos que requiere una playa usada por vecinos y turistas.

Después de tantos años sigue sin alumbrado, carece de servicio de megafonía, de servicios higiénicos suficientes y con la calidad mínima exigible. La vigilancia no es la apropiada y en cuanto cae la noche la playa se convierte en un territorio sin ley. La escollera norte hace mucho tiempo que los temporales arruinaron su estructura, sobre todo la parte orientada a barlovento; la plancha de cemento que la cubría está convertida en ruinas peligrosas para los que se atreven a pasear por ella y los trampolines que dan a la playa reducidos a restos de hormigón adosados a la escollera.

El Ayuntamiento no se ha preocupado de dotar de las mínimas infraestructuras a la playa pues carece de alcantarillado y tampoco tiene líneas de suministro eléctrico. A pesar de ello, los responsables del municipio han permitido la instalación de quioscos que ocupan una parte importante de la arena de la playa con sus mesas y hamacas, cosa que no autorizaron a los antiguos chiringuitos, y, para más inri, les permiten funcionar con grupos electrógenos y les han construido unos pozos negros para dotarlos de servicios higiénicos para sus clientes, algo que no han hecho para los usuarios de la playa.

La catastrófica situación de La Teresitas es la herencia de la gestión de ATI-CC caracterizada por la corrupción y por gobernar en beneficio de unos pocos a costa de la mayoría. Eso sí, para encubrirlo utilizan el nacionalismo, las banderas y nombran presidenta honoraria del cabildo a la virgen de Candelaria.

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