El Ángeles Alvariño continúa el rastreo en busca de Anna y Tomás Gimeno

El buque del Instituto Español de Oceanografía (IEO) Ángeles Alvariño rastrea con un sonar los fondos marinos de la costa de Santa Cruz de Tenerif. EFE/Miguel Barreto/Archivo

Europa Press

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El buque oceanográfico Ángeles Alvariño continúa a esta hora de la mañana en la zona donde, este fatídico jueves, fue hallado el cuerpo sin vida de Olivia para tratar de encontrar a su hermana Anna, de tan sólo un año, y su padre, Tomás Gimeno.

El barco del Instituto Español de Oceanografía (IEO) está equipado con un radar de barrido lateral y un robot marino que han sido vitales para hallar, primero, una botella de buceo y una funda nórdica propiedad de Tomás Gimeno y, finalmente, el cuerpo de Olivia.

En estos momentos el buque se encuentra a unas tres millas náuticas del puerto de Santa Cruz de Tenerife, en la misma zona donde se produjo la última conexión con el teléfono móvil de Tomás y donde ha permanecido prácticamente desde su llegada a la isla.

Tras el hallazgo de Olivia, de seis años, las redes sociales se han llenado de mensajes de solidaridad dirigidos a Beatriz, la madre de las niñas, y su familia y allegados. Asimismo, el Ayuntamiento de Santa Cruz ya ha convocado un minuto de silencio a las 12.00 horas.

El secuestro de las menores por parte de su padre es un caso de violencia vicaria, un tipo de violencia machista habitualmente desconocido, que se ejerce a través de los hijos con el objetivo de dañar hasta el extremo a la mujer. El abanico de acciones que la engloban es amplio e incluye manipular a los niños, vejar e insultar a la madre o a su familia delante de ellos, no cumplir con las visitas o descuidarles. Ejercer violencia física contra ellos o incluso asesinarles es el escalón más extremo, su expresión más brutal, como ocurrió con el caso de José Bretón, que supuso un antes y un después. También con otros 38 menores desde 2013, cuyos padres acabaron con su vida en contextos de violencia de género.

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