Continúa conmocionada la plantilla del periódico La Provincia, que sorprendida contemplaba a principios de esta semana cómo abandonaba su puesto la que hasta entonces era su directora, Teresa Cárdenes, alegando motivos personales que en realidad fueron insalvables desavenencias con la dirección empresarial destacada en Canarias. A la situación generada, que se trató de frenar con el inmediato nombramiento de Antonio Cacereño, que al día siguiente se casó y marchó de luna de miel, se ha unido el fulminante y accidentado despido de tres de los cargos del staff de mayor confianza de Teresa Cárdenes, el redactor jefe, Vicente Guerra, y los jefes de sección Pedro Guerra y Miguel Guedes. Los tres decidieron renunciar a sus jefaturas al día siguiente de la marcha de la directora, pero la empresa interpretó que tales renuncias equivalían a bajas voluntarias, por los que a todos ellos les pidió que firmaran en tal sentido. Como quiera que no lo hicieron, Editorial Prensa Canaria decidió inhabilitarles sus claves de acceso al programa informático Milenium, con el que se edita el periódico, y comunicarles que a partir del día siguiente se les impediría el acceso a las instalaciones. Así fue, lo que obligó a los despedidos a recurrir a un notario que levantara acta de lo que sucedía. La situación es que, sin baja voluntaria, sin despido aceptado, sin salario, liquidación ni seguro de desempleo y con una reforma laboral que no les otorga ninguna ventaja, los tres periodistas se enfrentan ahora a la única salida de demandar a la empresa y esperar un fallo judicial.