Bueno, bueno, bueno. Qué bonitas son las autoridades canarias, que congregan a su leal y asombrado pueblo en torno a unas maquetas que habrá que tirar a la basura más pronto que tarde. Qué autoridades más competentes, que se ríen de la legalidad vigente en la torpe creencia de que siempre se puede vulnerar, como es uso y costumbre. Es una pena que el dictamen del Consejo de Estado sea tan contundente y ya haya dado paso a los plazos legales que tiene Arnáiz para alegar en su descargo antes de que los servicios jurídicos del Estado lo pongan delante de un tribunal. La verdad es que es una pena. Quizá convendría, como dice la alcaldesa, actuar con mayor opacidad para que nadie se manifieste. Ni denuncie.