Pues sí. José Carlos Mauricio, ese teórico (y práctico) de la política al que siempre echaremos de menos en momentos como estos (y pocos más) definió la situación actual del PP canario como el síndrome Lanzuela. Cuentan los historiadores de la modernidad política española, que un día existió en Aragón un prestigioso economista, dirigente del PP, que ganó dos elecciones autonómicas consecutivas, las de 1995 y las de 1999. Gobernó tras las primeras, pero cuando revalidó triunfo en las segundas, alguien acudió con la noticia a José María Aznar, por entonces presidente del Gobierno. La respuesta de este otro portento de la política fue muy reveladora de lo que era y es la política de pactos en España: “Pues dile a Lanzuela que se prepare para pasar a la oposición”. Así fue, el PSOE y el PAR hicieron un pacto de gobierno que, miren ustedes por dónde, ha sobrevidido hasta estas últimas elecciones de 2011. En Canarias, en los tiempos que vivimos alocadamente estos días, José Manuel Soria padece el síndrome de Lanzuela: sin necesidad de ganar dos veces las elecciones autonómicas (acaba de ganar las primeras, y seguramente las últimas de su vida política insular) pocos se atreven a apostar que pueda formar gobierno. Pero no sólo eso, el síndrome alcanzará a casi todas las instituciones donde el PP no haya obtenido mayoría absoluta, con la dolorosa espina del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife.