También es un sentimiento muy arraigado en la Audiencia de Cuentas que desde el Tesoro les remitieron varias mentiras, como para despistar. Entre otras, destaca que, a requerimiento del órgano fiscalizador, desde la Dirección General dijeran oficialmente que el famoso informe de Arthur Andersen con el que lograron espantar a la Inspección General de Servicios era gratuito y que fue la propia consultora quien se ofreció a hacerlo. Más tarde se supo que Andersen recibió 45 millones de las antiguas pesetas por un informe sobre optimización de la gestión y que, para cabrear aún más a la Audiencia de Cuentas, ni siquiera contestó a sus requerimientos de información. Andersen cobró a través de las famosas cuentas que el Tesoro manejaba en dos bancos, el BEX y el Central Hispano, en una martingala que el órgano fiscalizador llama Caja B sin cortarse un pelo.