Sin barba, con el pelo más largo y alborotado, nos encontramos esta semana a nuestro admirado, y momentáneamente desubicado, Fernando Castro de Isidro, quien en épocas no muy pretéritas escribía artículos y otros textos a José Manuel Soria, entonces alcalde de su ciudad de él. Castro ya ha abandonado ese consistorio, y por lo que nos chisman, sin cena de despedida ni Mont Blanc tan propia de esos momentos. La pluma de Fernando, en otros tiempos más remotos aún al servicio del PSC, no volverá a escribir para la huésped de la secta planta, sencillamente porque a Josefa Luzardo el hombre como que no le terminó de caer bien. Así que, después de seis meses de desamor profesional, Fernando Castro ha desembarcado en el Parlamento de Canarias, vinculado al Grupo Popular, donde tendrá mucho más curro (aquí sí que no va con segundas, jurado). Le deseamos mucha suerte en su nuevo cometido.