El sanedrín que ha creado Mauricio con empresarios no es malo por sí, es malo porque es algo secreto y manifiesta un principio no escrito que suele darse en pueblos pequeños: alcalde ayuda a contratista y a rico del pueblo, como ayuda a cura o a boticario, pero que no es de actualidad ni se lleva en contextos amplios. Nadie se imagina, por ejemplo, al ministro de Economía, sea Rato o Solbes, reuniéndose periódicamente con empresarios elegidos en Madrid por afinidad de la coyuntura, sean Fefé, o Florentino o algún Alberto, para involucrarlos en asuntos importantes para el país. La motivación de esto tan específico nuestro, ultraperiférico y pelín hortera, es que Mauricio no tiene votos, no tiene apoyos y algún rodrigón debe tener. Y se ha fabricado el sanedrín como si la alcaldesa se reuniera cada mañana y departiera o repartiera, (“venga chaval, que te doy un casino, que es bueno para España; y a ti una terracita, bueno para el ocio en la ciudad; y a ti una plantita más en tu edificio”), Imagínense.