Los científicos británicos citados por esta prestigiosa revista insisten en que no mamar de pequeño provoca a los cinco años esa desviación del comportamiento, tendente al mal rollo con los padres y a mentir, independientemente del nivel socioeconómico del niño estudiado y su familia. Nada dicen los expertos si, pasados los cinco años y llegado a la edad adulta, el individuo o individua que no mamó de chico continúa manifestando esas carencias afectivas y esa tendencia a la trola. Tememos que así debe ser porque difícilmente se puede volver atrás en un proceso tan sensible y especial como el del estudio en cuestión. Pues bien, así las cosas, debemos concluir dramáticamente que muchos políticos que conocemos no tomaron el pecho de pequeños porque, como es el caso del intrépido Paco Camps, miente como un bellaco cada vez que se le pregunta si el traje que lleva puesto se lo compró su señora en la planta de oportunidades de El Corte Inglés o si se lo regaló el amiguito del alma del Bigotes. La misma debilidad tenemos detectada en personajes muy cercanos a nosotros como José Manuel Soria o Águeda Montelongo. Del primero ya conocen ustedes el amplísimo catálogo de trolas y farfullos, pero de la segunda lo vamos cumplimentando ahora gracias a ese prodigioso caso Patronato.