Estaban hechos un manojo de nervios los máximos reponsables de la Universidad de Verano de La Gomera cuando, a eso de la una menos veinte de la tarde del viernes, les llamó la esposa de José Saramago, Pilar del Río, para decirles que el Nobel no podría asistir a la apertura de la novena edición. Era el conferenciante inaugural y sólo tenían un margen de apenas siete horas para encontrar una solución. Y para colmo, desde Madrid ya les habían comunicado que el ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, tampoco estaría al día siguiente, sábado, en la primera jornada temática, dedicada a la pena de muerte. Por fortuna, ya habían llegado a La Gomera dos de las mujeres más extraordinarias que puedan encontrarse actualmente en el ámbito de la lucha por los derechos humanos, la dignidad y las libertades, Maite Pagazaurtundua y Pilar Manjón, que sustituyeron a Saramago el viernes y enriquecieron el debate del sábado de un modo verdaderamente extraordinario.