Hay que respetar -sí señor- la libertad de expresión, incluso la de los representantes de los partidos políticos y de las instituciones democráticamente elegidas. Que éstos firmaran este domingo un manifiesto en favor del Puerto de Granadilla, viene a demostrar que, efectivamente, la legalidad hace peligrar de modo severo esa inversión que ellos dicen que es “imprescindible”. Muy llamativo: los que mandan, firmando un manifiesto ante su manifiesta imposibilidad de convencer a Bruselas, como si de una federación de asociaciones de vecinos o de una plataforma ciudadana se tratara. Les faltó Pepe Segura, que se excusó porque estaba de turné con la vicepresidenta del Gobierno, pero les faltó sobre todo Arnáiz, experto en violentar la legalidad vigente hasta límites insoportables para la vergüenza humana. Un Arnáiz, por cierto, que muy bien pusieron y sostuvieron con ahínco algunos de los presentes.