El estilo nacional que marca el manual del PP no permite conchabo alguno con los socialistas, serpientes de tres cabezas que quieren acabar con la unidad de España, y olé. Así que por muy conciliadora que quisiera mostrarse la alcaldesa, necesitaba un detalle que la distinguiera. Como si de la imprescindible prenda roja en fin de año se tratara, como si fuera obligatorio un talismán de chulería con el que marcar el territorio, la alcaldesa lució con garbo una pulserita verde, de las que mandó hacer el Ayuntamiento previo pago de 32.000 euros para conmemorar aquel disparate de La Gran Marina. Que conste, Emilio, que me como este marrón porque soy alcaldesa responsable, pero mis principios son mis principios. Pues eso, con pulsera o sin ella, hay frente litoral.