Ustedes podrán pensar lo que quieran, pero la verdad es que a nosotros nos parece muy llamativo lo que pudimos ver este sábado en el Estadio Insular. Además de la entrada más raquítica en años (cosas del calor que rajaba las piedras y la retransmisión televisiva, entendemos) nos llamó la atención el resultado de una nueva meditación en el seno del consejo de administración del club: señoras y señores, el megáfono ya no es un elemento arrojadizo, potencialmente peligroso y dañino para los delicados oídos de algunos dirigentes de la entidad. La peña Ultra Naciente volvió a poder ser oída por el respetable porque ese instrumento ya es animal de compañía. Por cierto, que sepamos no se escuchó ningún insulto a los que han llegado a tan sesuda conclusión. Insistimos, la catarsis se retroalimenta.