El pregón de Los Coquillos sí que fue realmente llamativo. Se montó un cirio de tres pares de narices, no sólo porque muchos consideraron que algún guionista-compositor había empleado a los músicos para sus propias vendettas y las de su señorito, sino también porque aquel pregón fue el principio de la disolución de la banda grancanaria. El periódico del guionista se puso a esperar a ver cómo devolver la patada al periódico de la vajilla de Pepe Dámaso, y ha tocado este año. Los dos pregones pueden ser criticados, por supuesto, como las galas y los fuegos artificiales de San Juan, pero hacerlo por esas guerras de guerrillas es lamentable. Por cierto, ¿ya pagó el Ayuntamiento a Los Coquillos aquel pregón? Quedaron en regalarles los trajes de The Beatles y hasta la fecha.