Una pequeña guía de Ordesa y Monte Perdido: Pirineos en estado puro
Monte Perdido es una de las cimas más prolíficas y generosas del Pirineo oscense. Desde la cúspide de esta mole de casi 3.350 metros de altitud nacen algunos de los valles más feraces y espectaculares de la cordillera: Añisclo, Escuaín, Pineta y Ordesa. Toda esta zona forma uno de los más famosos parques nacionales españoles: una concentración de valores geológicos, ecológicos, culturales y etnográficos que justifican con creces su declaración como patrimonio Mundial de la Unesco. De Ordesa y Monte Perdido se pueden decir muchas cosas: es uno de los mejores espacios naturales de toda España; es un lugar lleno de historia en el que puedes encontrar castillos, pueblos medievales de ensueño y restos de antiquísimas civilizaciones; una gastronomía de altura; cientos de rutas para hacer senderismo… Ordesa y Monte Perdido es un destino en sí mismo. Un lugar que merece unas vacaciones largas aunque también puede verse lo más importante en un fin de semana largo o un puente de cuatro días.
¿Por dónde empezamos? Pues desde abajo. Por carretera, el acceso más sencillo hasta esta zona de Los Pirineos es la A-23 desde Huesca a Sabiñánigo y, desde aquí, la N-260 que recorre la fachada sur de la cordillera de este a oeste. Aquí te vas a encontrar con las dos localidades históricas de acceso al parque: la espectacular Aínsa y Boltaña. Ambas son plazas con muchísimo recorrido histórico, ya que desde hace muchos siglos sirvieron de posta y defensa de los pasos pirenaicos hacia el territorio francés. Aínsa es famosa por su apabullante patrimonio histórico. Es una villa medieval y cuenta con un castillo espectacular; una plaza mayor monumental, una iglesia románica preciosa y varios museos. Además, aquí está el Centro de Interpretación del Geoparque de los Pirineos. Boltaña también hunde sus raíces en una historia de muchos siglos de historia. Su casco urbano (también de planta medieval) es algo más modesto que el de Aínsa, pero aún así presume de su castillo, de algunos palacios –las famosas casas patio de Boltaña- y de la imponente Colegiata de San Pedro (Iglesia, 13), un templo tardogótico del siglo XVI en el que ya se pueden ver algunos elementos renacentistas. Estos dos pueblos son ideales para establecer la base para explorar el parque nacional.
La Ruta de la Cola de Caballo y el Centro de Interpretación del parque.- El clásico de los clásicos. Esta ruta de ida y vuelta salva una distancia de 17 kilómetros y parte desde la llamada Pradera de Ordesa, dónde está la parada del bus que sale desde Torla (no se puede acceder hasta este lugar en vehículo privado durante el verano, el puente del Pilar y Semana Santa). El precio de los billetes es de 5 euros y los menores de 10 años no pagan. Para hacer esta excursión debes dejar al menos siete horas. Así que si planeas un viaje a Ordesa tienes que ser consciente que prácticamente un día se te va a ir en ir y volver hasta la Cola de Caballo. Pero merece la pena. Y mucho. La ruta parte de la Pradera de Ordesa y se interna entre las paredes verticales del valle pasando junto a cascadas y bosques antes de llegar al tramo final de este espléndido valle glacial. Las gradas del Circo de Soaso son un lugar mágico: los árboles desaparecen y se nos presenta toda la magnitud del valle casi desnudo (eso sí, cubierto de prados verdísimos). Toda una lección de geología que nos habla de los tiempos en los que esta parte del mundo estaba cubierta por los hielos perpetuos. El fin de fiesta es la conocidísima Cola de Caballo, uno de los saltos de agua más hermosos y famosos de toda España. En Torla también está el Centro de Interpretación del Parque Nacional (Torla; Tel: (+34) 974 486 472), un espacio de recomendable visita dónde vas a poder conocer algunos secretos del espacio y planificar el viaje.
Los Miradores de Ordesa.- El valle desde las alturas. En el borde sur del Valle de Ordesa hay una pequeña red de miradores desde los que se puede ver gran parte del parque nacional a vista de pájaro. Hay dos opciones para llegar hasta aquí arriba. Desde Torla parten excursiones en taxis 4x4 que ofrecen una ruta por todos los puntos de interés del lugar (45 eurazos por adulto). Y desde Nerín sale un autobús que te deja y te recoge en el Mirador de Ciarracils (20 euros ida y vuelta). Desde aquí, visitar los otros tres miradores (Cola de Caballo, Punta Cuta y El Molar) es un agradable paseo de un par de horas. Desde Ciarracils sale un sendero que baja hacia el Refugio de Góriz para después seguir hacia el fondo del valle pasando por la Cola de Caballo y la Pradera de Ordesa. Son 18 kilómetros. No la hicimos, pero nos dicen que es algo brutal. Esta ruta pasa muy cerca de las alturas de Monte Perdido.
Bujaruelo y la Brecha de Rolando.- El Valle de Bujaruelo es otro de los lugares que hay que visitar sí o sí en Ordesa y Monte Perdido. Este lugar es famoso en toda la comarca por dos razones: el primero es por su puente medieval, una pequeña pasarela de piedra con un elegante arco de medio punto del siglo XII que atestigua la importancia del lugar como punto de paso de la cordillera. Y la segunda es que desde aquí parte el sendero que sube hasta la mítica Brecha de Rolando, uno de los accidentes geográficos más bonitos y con más carga simbólica del lugar. Para llegar hasta aquí hay que subir el Valle del Río Ara, algo que de por sí ya merece la pena. Según la historia popular, la Brecha de Rolando, un derrumbe en un fino muro de piedra que deja abierta una puerta de unos 40 metros de ancho por cien de alto, fue abierta por un golpe de espada del Caballero franco Rolando (o Roldán) cuando huía hacia Francia tras la batalla de Roncesvalles –un descalabro de las tropas de Carlo Magno ante los vascones-. Para llegar aquí es necesario cubrir casi 13 kilómetros de una ruta durísima. Eso sí, la recompensa lo merece. Al otro lado de la brecha, que sirve de frontera entre España y Francia, está el Circo de Gavarnie, uno de los valles glaciares más espectaculares de todos los Pirineos. Otra opción más sencilla y también muy bonita es subir hasta la Cascada de Otal (se puede ir en coche hasta casi el salto de agua).
El espectacular Cañón de Añisclo.- La carretera HU-631 es una de las sendas más espectaculares de esta parte de España. Este camino sirve para meterse de lleno en las entrañas del Cañón de Añisclo, una estrecha trinchera de roca cubierta de bosques que ha sido excavada pacientemente por el torrente violento del Río Bellos. La mejor manera de acercarse al río es dejar el coche en el Aparcamiento de San Úrbez y bajar hasta el entorno del Molino de Asó. Aquí empieza un pequeño sendero circular que lleva el nombre de Ruta del Agua (apenas dos kilómetros). Aquí te vas a encontrar con varias cascadas, el propio molino, una pequeña iglesia rupestre del siglo XII (la Ermita de San Úrbez –es románica y merece mucho la pena ir a verla-) y un entorno espectacular. Desde aquí parte el sendero que sube hacia el nacimiento del Río Bellos. Otro lugar al que hay que ir es al Mirador de Añisclo, desde dónde puedes ver una panorámica bastante amplia y bonita del valle. Aprovecha y sigue un poquito más adelante para echarle un vistazo a la Iglesia de San Vicente, una de las muchas joyas medievales que están desparramadas por toda la zona.
Llegar hasta Escuaín.- Otro de los lugares imprescindibles. Como sucede con el Cañón de Añisclo, para llegar hasta la garganta de Escuaín hay que seguir una de esas carreteras de alta montaña que quitan el hipo (la HF-0104AA). Para en Puértolas, que es uno de los pueblos más interesantes del parque. Esta pequeña localidad está, literalmente, colgada de las laderas de un cerrillo y tiene algunas cosas que ver (la Iglesia de San Vicente, la Torre de Puértolas y la Casa Superio) que ponen de manifiesto su importancia histórica. Frente a Puértolas está Bestué, otro pueblo de montaña con algunos edificios interesantes que ver (como la Casa Antón Barrau –renacentista- o la Iglesia de San Pedro). La meta de esta excursión es el pueblo de Escuaín y su precioso entorno. Justo enfrente de este pueblecito se encuentran los Miradores de Revilla, aunque para llegar en coche hay que dar un rodeo bastante importante.
El Circo de Pineta.- El Valle de Pineta es uno de los grandes ‘desconocidos’ del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Sin la fama de su vecino mayor (está justo detrás de Ordesa y Añisclo) Pineta queda un poco a la sombra de otros grandes espacios naturales de la comarca. Pero merece la pena ir a verlo. Además, el acceso a este lugar se hace a través de Bielsa, uno de los pueblos pirenaicos por antonomasia de la montaña oscense. De Pineta hay que decir varias cosas: es el valle más grande de todo el parque (casi 13 kilómetros) y también es el mejor ejemplo de circo y valle glaciar de toda la comarca. Sólo por eso hay que ir a verlo. Aquí también puedes hacer algunos senderos de corto recorrido. El más conocido es el de la Cascada del Cinca pero el más espectacular es el de los Prados de Lalarri, un pequeño altiplano verde con unas vistas de infarto.
Fotos con Licencia CC: Sami Keinänen; Jeff Souville; Jesús Gil Hernández; Benjamin Gamblin; Josep Maria Viñolas Esteva; Gerard; Joan Simon; Ferran Altimiras; ramonbaile
0