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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Inmigrantes ilegales para la biodiversidad

Cantabria es una de las comunidades autónomas donde más se han extendido los plumeros de la pampa.

David Gutiérrez

“Es una barbaridad, llegan a asustar la cantidad de ellos que se ven por todos lados en tu tierra”. Alberto no salía de su asombro al explicar el manto blanco que cubría los bordes de nuestras carreteras y se adentraba por algunos de los valles que visitó en una reciente visita a Cantabria.

A miles de kilómetros de aquí suenan de vez en cuando las motocicletas y las aguas del Mekong se acercan a Tailandia. Mientras meandros caprichosos y aumentos de caudal hacen que Poew tenga difícil acceder a su barca para pasar a la otra parte del río, más difícil tiene cada día salvaguardar su plantación de arroz del aceite de palma que ya rodea todo el territorio.

“Se ha ido extendiendo año tras año, mes tras mes, día tras día ves como se apoderan de todas nuestras tierras”.

Esas aguas tan exuberantes no son tan comunes en el Rajashtan, pero Ratz ha vivido allí toda su vida y recuerda su relación con el agua. Sus padres eran pastores, sus abuelos también, él lo empezó siendo pero año tras año ha visto como la época seca cada vez se alargaba más y sus rebaños debían hacer más kilómetros en busca de agua. Un agua que además debe estar en charcas o lagos, porque como nos enseña, si fuese en aguas corrientes su rebaño temeroso no se acercaría a beber.

El cambio va desde lo local a lo global. El cambio climático ya está aquí y una de sus evidencias más claras es la pérdida de biodiversidad que sufre nuestro planeta.

Toda España en general, y Cantabria en particular, se sienten orgullosas cuando acuden a distintos eventos de carácter nacional e internacional y muestran sus espectaculares paisajes, sus pueblos con encanto, su flora y fauna que te deja con la boca abierta pero, ¿realmente nos damos cuenta de la velocidad a la que lo estamos perdiendo? ¿Se están tomando medidas efectivas y estrategias para preservar nuestro patrimonio natural? ¿Importa nuestro medio ambiente?

Partiendo de la base que no existe un Ministerio de Medio Ambiente, que para España debiera ser no básico, si no obligatorio, y teniendo en cuenta que el actual organismo en el que se enmarca dentro del Gobierno de España es el MAPAMA (Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente), está claro que no es coincidencia que el Medio Ambiente aparezca en esa denominación en último lugar.

En Cantabria tenemos la suerte de tener una amplia red de espacios naturales protegidos y otros que, aunque no se encuentran con ninguna figura de protección legal, albergan una gran biodiversidad. Sin embargo, desde hace unos años hay unos vecinos que han entrado sin avisar y ponen en peligro nuestros tesoros naturales.

Estos invasores no son aquellos con los que lidiaba Donald Sutherland en 'La invasión de los ultracuerpos'. Aquí la realidad supera la ficción, aunque su forma de introducirse en nuestros ecosistemas ha sido tan silenciosa como la lluvia con la que llegaban en la película de Philip Kaufman, sus efectos son visibles a todas luces por nuestro territorio.

Se trata de las especies exóticas invasoras, unos seres vivos cuyo impacto es mundialmente reconocido tanto desde el punto de vista ecológico como económico, -con su manejo y gestión-, pero también, directa o indirectamente, sobre la salud humana.

El manto blanco que asustó a Alberto en su visita a Cantabria era de plumeros (Cortaderia selloana), una especie exótica invasora (EEI) muy agresiva, con una alta capacidad invasiva y que ha colonizado diversos y amplios territorios por toda la geografía autonómica.

El plumero pasa por ser una de nuestras EEI más singulares y visibles y no tiene que ver con las plantaciones de aceite de palma del sudeste asiático que Poew ve cómo se extienden hasta ahogar su territorio. Tampoco tienen que ver sus características con la sequía o las lluvias torrenciales que afectan a los rebaños ganaderos de la familia de Ratz. Pero en los tres casos, el resultado es común: una pérdida de biodiversidad progresiva.

Pero cuándo se habla de invasoras no sólo existen los plumeros. En Cantabria se han llegado a identificar 125 EEI (o potencialmente invasoras) en cuanto a la flora y quince de fauna, aunque las especies prioritarias serán alrededor de una veintena.

Las EEI son la segunda causa de pérdida de biodiversidad, únicamente por detrás de la destrucción de hábitats, aunque en Cantabria va ganando terreno a partir de la ocupación de montes, ríos, dunas, estuarios o camberas. Todo el mundo ve cómo proliferan por terrenos removidos, autovías, zonas industriales, etcétera.

Además, en nuestra tierra la pérdida de biodiversidad autóctona por especies alóctonas no es nueva. Antes de la reciente polémica por el lábaru, en muchos de nuestros municipios debió haber el debate de si poner un koala o no en sus banderas por la cantidad de eucaliptos que ocupan nuestros montes -cuando no lo hacen los pinares-.

Faulkner decía que “la vida es un camino sin retorno”. Esperemos que en cuanto a las invasoras las distintas estrategias que se plantean lleguen a tiempo para controlar el problema. Algunas de ellas como el plan de acción contra el plumero o la propia estrategia regional para la gestión y control de especies exóticas invasoras abordan esta problemática. Pero la gran dificultad que plantea este dilema ambiental es que no se trata de acciones que deba llevar únicamente el Gobierno autonómico. También debieran ejecutarse actuaciones en paralelo con otros organismos, administraciones e incluso empresas privadas. ¿Será posible alcanzar los objetivos previstos y coordinar a todos para atajar esta “invasión”?

Si queremos seguir disfrutando día a día y vendiendo las maravillas paisajísticas y los encantos de nuestra tierra, antes de que plumeros o chilcas (Baccharis halimifolia) desplacen de nuestros caminos a las saucedas, saúcos o rosales silvestres, que la uña de gato (Carpobrotus edulis) cubra nuestros bellos acantilados costeros, el polígono japonés (Fallopia japonica) se convierta en el nuevo talud de nuestros cursos fluviales, que el cangrejo americano y señal (procambarus clarkii y pacifastacus leniusculus) junto con el visón americano (Neovison vison) hagan de nuestro cangrejo de río algo que sólo sea conocido por la leyenda, habrá que hacer lo posible y lo imposible para controlar estas EEI y gestionar los ámbitos en los que se mueven.

De lo contrario, el desplazamiento de las especies autóctonas y la degradación de hábitats continuarán hasta hacer perder a España su condición de país con una mayor y más variada biodiversidad de Europa.

Si somos realistas, alguna de estas especies habrá que conformarse con controlarlas, ya que su erradicación se presenta casi imposible, pero cómo también decía el escritor de '¡Absalón, absalón!': “Siempre sueña y apunta más alto de lo que sabes que puedes lograr”.

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