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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

La ciudad revolucionaria

Santanderinos protestando contra los diques de La Magdalena.

Jesús Ortiz

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La bahía de Santander es muy bonita. Los santanderinos decimos que es la más bonita del mundo y nadie protesta demasiado, porque si hubiera algo de exagerado en la afirmación no sería mucho.

Las nubes y el sol se pasan el día jugando sobre ella y logran efectos de luz de lo más vistoso, resaltando un punto o toda una zona sobre los demás, siempre un punto o una zona distintos. Las embarcaciones que contiene van cambiando; los pesqueros son más, menos o ninguno, según se salga o no a faenar. A veces atraca un crucero o un buque militar. Y la recorren repetidamente barcos conocidos, de servicio (Agencia Tributaria, Guardia Civil, Protección Civil, remolcadores, práctico…) o privados, como el velero Bon Temps (segunda versión). La bahía es muy transitada; siempre puede verse alguna pedreñera cruzando; en temporada se suman las lanchas del Puntal, y durante todo el año es fácil divisar grupos de aprendices de navegantes en optimist con sus instructores en zodiac.

Desde la machina el paseante otea por si algún mercante baja de Astillero siguiendo la conocida trayectoria de la canal: primero hacia el norte, luego hacia el este. En suma, pequeñas variantes sobre lo fijo conocido, que invitan a mirar otra vez cada día. El paisaje así es siempre distinto, aunque al mismo tiempo el conjunto se repite siempre.

Se diría que este espectáculo tiene un papel preponderante en el modo de pensar del santanderino, un ciudadano que mira siempre lo mismo, está seguro de que es muy bonito y vuelve a mirar. Esto da el carácter de la ciudad, un pensamiento conservador acostumbrado a que visiones superficiales diferentes correspondan a una realidad profunda inmutable.

Bueno, eso pensaba yo, que Santander es muy conservadora. Pero un día le oí a José María Lassalle proclamar con mucho énfasis que esta es una ciudad revolucionaria. Claro que a veces todos decimos tonterías y en una charla improvisada puede salir cualquier cosa. Pero esta afirmación se la he oído al profesor con el mismo énfasis en dos ocasiones distintas, es decir, que debe ser verdad.

Una de ellas fue en la inauguración en el Palacete del Embarcadero de una exposición del Archivo Lafuente sobre dadá. Dadá fue un movimiento artísticamente revolucionario hace un siglo. Exponerlo ahora en un espacio público convierte a Santander en una ciudad revolucionaria: creo que el razonamiento de Lassalle iba por aquí.

La verdad es que me dejó perplejo. Desde entonces busco señales de lo revolucionario en la ciudad, con poco éxito. Hasta que un día, tras muchos de mirar y reflexionar, comprendí que el profesor estaba en lo cierto.

Los revolucionarios, como se sabe, trastocan el orden imperante: quitan reyes y zares; tras una revolución son los burgueses y los proletarios quienes ocupan el poder, invirtiendo la relación anterior. Los santanderinos somos más ambiciosos como revolucionarios, estamos dispuestos a revocar las decisiones del mismísimo Dios. En el tercer día de la creación Dios separó las aguas de la tierra por donde a Él le pareció, y los santanderinos llevamos mucho tiempo invirtiendo el estado natural de aguas y tierras donde conviene. Generalmente se trata de coger trozos de la bahía más bonita del mundo y convertirlos en tierra firme.

Históricamente así ha sido, como han demostrado diversos especialistas estudiando la distribución de los restos de los molinos de marea, abundantes en el contorno de la ensenada cuando exportábamos harina. Y modernamente no pasa año en que no se intente ganar algo de terreno al agua, lo que implica necesariamente perder algo de la bahía más hermosa del mundo.

Pero siempre que aparecen revolucionarios encuentran enfrente a los conservadores, gente reaccionaria que se empeña en que las cosas sigan siendo como son y les agua la fiesta a los revolucionarios, si pueden. Los conservadores son muchos, se alían entre sí contra los revolucionarios y el enfrentamiento entre ambos bandos perdura; las victorias de cada bando son siempre provisionales.

En el caso de Santander los enemigos del progreso se llaman ARCA, SEO/BirdLife y Ecologistas en Acción. [ https://www.eldiario.es/cantabria/ultima-hora/ARCA-credibilidad-ambiental-APS-Raos_0_972902819.html ]

Revolucionarios y conservadores cruzan discursos que recuerdan el caso de la escollera de la Magdalena, también en la bahía. Pero los discursos tienen un valor relativo: mucho antes de dadá ya nos enseñó Humpty Dumpty que lo importante no es lo que significan las palabras, sino saber quién manda.

A mí me parece que en la ciudad revolucionaria mandan los revolucionarios. Así que podemos ir despidiéndonos de otro trocito de la bahía más bonita del mundo. A no ser que en este año que empieza hoy los conservadores encuentren apoyos poderosos y logren posponer el tema hasta el próximo…

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