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Editar y leer

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Desde hace casi veinticinco años, venimos publicando hacia estas fechas balances y análisis sobre el mundo editorial en nuestra región y la publicación de libros relacionados con la creación literaria, el patrimonio cultural, la historia del arte o la investigación histórica. Hoy hemos de insistir en 'la frágil salud de hierro' de este enfermo crónico al que muchos le dan por muerto pero que da signos de envidiable longevidad. También nos fijamos en aquellos ejemplares que preservamos en nuestras bibliotecas y archivos a la espera del investigador, la exposición puntual o la lectura, aún atenta, desde la mirada contemporánea.

Y seguimos asistiendo a un panorama que, si cabe, cada vez es más sombrío, en una región desestructurada en este campo esencial para el estímulo de la investigación y el estudio, la divulgación y el disfrute del lector. Tomen nota los gestores del patrimonio bibliográfico regional, los diputados de Cultura de algunas instituciones provinciales y los concejales de Cultura de no pocos ayuntamientos, ya que la ausencia de una política activa de apoyo a la creación, la investigación y la divulgación o la interrupción de iniciativas ya emprendidas es algo, desgraciadamente, que empobrece a la ciudadanía y a generaciones posteriores.

Como la educación, la sanidad u otros servicios públicos, seguimos bebiendo del vaso que servimos en la barra de los mejores tiempos, gracias en este caso a la espléndida política que llevó a cabo por Juan Sánchez. Urge que la Administración regional, y las diputaciones en su ámbito provincial, coordinen una política eficaz de publicaciones que huyan de la arbitrariedad y el favoritismo o de la falta de planificación y la excesiva improvisación. 

Nos preguntamos por las convocatorias públicas, en dónde está la transparencia y la coherencia en la distribución de fondos para los distintos ámbitos de la lectura, ya sea poesía, narrativa, ensayo o divulgación; para temas que deban ser regionales, provinciales o locales. Donde y quién conforman los comités asesores para las publicaciones, a qué editoriales e institutos se subvenciona o cómo se realiza la política de compra y distribución de volúmenes para las bibliotecas públicas.

Hay temas que escapan de la rentabilidad económica, ya sean super ventas o libros de prestigio o institucionales. Son muchos los investigadores y creadores que creen que su trabajo debe ser apoyado por las instituciones públicas, y que la ciudadanía tiene el derecho, como indica el mandato constitucional, de conocer y disfrutar de los bienes artísticos y la creación literaria. Y, aunque muchos preferimos el papel, los medios digitales facilitan, si cabe, la labor de compartir y difundir la creación literaria y la investigación sobre nuestra historia y el patrimonio cultural.

La desaparición de la publicación digital realizada por Alfonso González Calero de 'Libros y Nombres de Castilla-La Mancha' se convierte en una muestra más de lo que debería ser un servicio público, en este caso realizado por la voluntad y el trabajo de una de las figuras que más ha apostado por las publicaciones de carácter regional, que nos deja huérfanos de información sobre este campo tan sensible para la cultura regional. 

Desde hace casi veinticinco años, venimos publicando hacia estas fechas balances y análisis sobre el mundo editorial en nuestra región y la publicación de libros relacionados con la creación literaria, el patrimonio cultural, la historia del arte o la investigación histórica. Hoy hemos de insistir en 'la frágil salud de hierro' de este enfermo crónico al que muchos le dan por muerto pero que da signos de envidiable longevidad. También nos fijamos en aquellos ejemplares que preservamos en nuestras bibliotecas y archivos a la espera del investigador, la exposición puntual o la lectura, aún atenta, desde la mirada contemporánea.

Y seguimos asistiendo a un panorama que, si cabe, cada vez es más sombrío, en una región desestructurada en este campo esencial para el estímulo de la investigación y el estudio, la divulgación y el disfrute del lector. Tomen nota los gestores del patrimonio bibliográfico regional, los diputados de Cultura de algunas instituciones provinciales y los concejales de Cultura de no pocos ayuntamientos, ya que la ausencia de una política activa de apoyo a la creación, la investigación y la divulgación o la interrupción de iniciativas ya emprendidas es algo, desgraciadamente, que empobrece a la ciudadanía y a generaciones posteriores.