Los fondos EDIL y el alcalde de Toledo

Esta es la historia de un fracaso, un fracaso ruidoso en lo político que repercute en la ciudad. Si los dirigentes fracasan ocasionan grandes desastres en la ciudad. Se iba demasiado despreocupado a una competición de millones de euros. Consciente del revolcón, el alcalde de Toledo, el señor Carlos Velázquez, se ha lanzado a una huida enloquecida, anunciando conspiraciones varias y recursos varios, el último judicial. Moviendo casquería política y barro. Pero el fracaso está ahí, inmutable, estrepitoso y la ciudad a la que afecta ese fracaso no sabemos si es consciente del suceso o no recibe la información veraz. Al alcalde le han contestado que no tiene razón en su reclamación primera, por eso anuncia que lo llevará a los tribunales con un argumento que demuestra que  nunca entendió los mecanismos de este programa europeo, de ahí su error tan voluminoso.

Dice que la puntuación de Toledo era  de 68 y pico, mientras algunas ciudades de España solo han obtenido  60 puntos para acceder a los fondos europeos. No ha entendido nada del programa o ignora deliberadamente que Toledo no competía en España, sino con ciudades de su propio territorio que han sobrepasado con sus proyectos a los de la imperial ciudad.

Cuando se conocieron los seleccionados puso en marcha  todos los recursos de la truculencia política que la derecha utiliza. Acusó de una “mano negra” para tapar su fracaso de gestión. Esa mano negra era la actual delegada del gobierno y última alcaldesa de Toledo, doña Milagros Tolón. Y con ello también implicaba al gobierno del Sr. Sánchez. Lo clásico del PP y una conjura contra Toledo que solo se creerán los tontos, muy tontos. El caso era manchar el trabajo anterior de una corporación que  empezó a cambiar  la ciudad. Los ciudadanos optaron por este trabajo con su voto, pero se frustró por un pacto de PP y Vox. Se interrumpía un proyecto que habría transformado la ciudad. Comenzaban cuatro años que serán perdidos.  

Pero, para salir del fiasco, como en otras ocasiones, la derecha recurre a la historia mágica. A la historia inventada, a unos tiempos que nunca existieron, cuando Toledo era grande. ¿Les suena el discurso trumpiano? Se busca ser 'Ciudad Europea de la Cultura' con una historia almibarada y un presente sin futuro. En los últimos años Toledo vive de la fanfarria, de las fiestecitas pequeñas, del panen et circense de los romanos. O sea, nada. Para acceder a esa capital europea habría ya que estar transformado el centro histórico, arrancándole del urbanismo pastoso que son sus calles que, por mor de un turismo desenfrenado, hacen la vida imposible a los residentes. Un proyecto de identidad europea reclama un urbanismo de entidad europea, no un urbanismo de barrio dormitorio de Madrid.

Asistimos a la historia del fracaso rotundo de la actual gestión municipal y lo que se perfila en el horizonte no es mejor. El año 2026 pasará tan rápido que apenas habrá tiempo para enterarse de algo. Arreciarán las consignas, los metales y los tambores, las banderas para  ocultar la autentica realidad: una ciudad que permanece estancada por la incapacidad de sus dirigentes para competir con otras ciudades de su territorio. Y no despreciemos esa otra narrativa de que las ciudades ganadoras de los programas europeos se pongan a prorratear los recursos conseguidos con su trabajo.

El alcalde concibe los programas europeos como un mercadillo de tratantes en los que los fondos se pasan de una mano a otra en un chalaneo inconcebible. Este alcalde, hábil vendedor de promesas huecas, lo suelta por si los peces, anestesiados por el agua pútrida del Tajo, pican.