Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.
Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.
La educación es uno de los pilares fundamentales de cualquier sociedad. No hablamos solo de aprender matemáticas, lengua o historia, hablamos de garantizar igualdad de oportunidades, de cohesión social y de desarrollo comunitario. Por eso, la construcción de un instituto en un pueblo no es un capricho ni un lujo, sino una necesidad urgente y justificada que afecta directamente al presente y al futuro de nuestros niños y niñas.
Hoy, las familias del municipio de Noblejas viven con la realidad de que al terminar la etapa de primaria, sus hijos e hijas se ven obligados a desplazarse a otros pueblos para continuar sus estudios. Este desplazamiento diario no es algo menor, implica madrugones innecesarios, horas perdidas en el transporte, mayores dificultades de conciliación familiar y un esfuerzo extra que no deberían asumir quienes tienen derecho a recibir una educación pública cercana, accesible y segura.
La situación es todavía más evidente si atendemos a la realidad demográfica, ya que el municipio cuenta con fábricas y centros de trabajo que han atraído a muchas familias jóvenes que han decidido asentarse ahí. El crecimiento de la población escolar está consolidado y ofrece garantías suficientes para que la construcción de un instituto no solo sea viable, sino necesaria. No hablamos de una apuesta a futuro incierta, sino de responder a una realidad que ya existe.
En este debate hay un aspecto que debe quedar muy claro: la disputa política entre el Gobierno local y el regional no puede ni debe influir en una decisión que afecta al bienestar de nuestros hijos e hijas. La educación no puede convertirse en campo de batalla para rivalidades partidistas o personales. Lo que está en juego no es el prestigio de una administración u otra, sino el derecho de una generación de niños y niñas a estudiar en igualdad de condiciones.
Conviene recordarlo una y otra vez: esto no va de egos, va de justicia. Para CCOO construir el instituto es, ante todo, un acto de equidad y de responsabilidad con la infancia. No podemos permitir que los intereses políticos o las tensiones institucionales retrasen una decisión que debería ser incuestionable.
Además, la construcción del centro tendría un impacto muy positivo en el conjunto del municipio. Un instituto no es solo un edificio con aulas, es un espacio de vida comunitaria, un motor cultural y social, un lugar de proyectos compartidos que dinamiza la vida local. Allí donde se abre un instituto, se fortalece la identidad de un pueblo, se fijan familias y se multiplican las oportunidades para la juventud.
Existe, además, un compromiso público del Gobierno regional para sacar adelante esta infraestructura. Ahora es el momento de pasar de las palabras a los hechos, de concretar plazos y presupuestos, y de responder a una demanda legítima de la ciudadanía. Cada curso que pasa sin instituto son decenas de niños y niñas que deben seguir cargando con las consecuencias de un retraso injustificado.
La conclusión es sencilla: un instituto en el pueblo no es una aspiración, es una obligación moral y política. Velar por la infancia debe ser la brújula que guíe a todas las administraciones, por encima de cualquier diferencia.