No pases pena
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte.
Joan Manuel Serrat. UtopíaJoan Manuel Serrat.
No sé muy bien yo si los habitantes de Nueva Marinaleda acudirían a votar en una jornada tan señalada como la de hoy. Ellos han superado el estadio democrático tal como lo entendemos hoy en día. Ellos, en realidad, están en el futuro. Viven en una sociedad utópica. Tan utópica que no consumen la cultura, simplemente la practican.
El joven dramaturgo Ernesto Collado trae hoy a la sala la Planeta, en Girona, su texto menos teatral, Nueva Marinaleda, que ya ha rodado este verano en Bélgica con unos 60 bolos, durante cinco exitosas semanas, y en el que el público se ve envuelto en una fiesta de despedida de alguien…
Una fiesta de la cultura
La gente entra en un espacio en el que, paulatinamente, va descubriendo cosas: ha caído en un centro cívico utópico en el que la cultura se practica (no se consume) cotidianamente. Es evidente, por lo tanto, que no estamos en la época actual, sino en el futuro. En el año 2112. Lejos del anonimato que da un patio de butacas al uso, el escenario de la obra es un espacio compartido por actores y espectadores, sin que en un ningún momento el visitante se sienta obligado a intervenir en nada. “No forzamos a nadie”, adelanta Collado. Al final, la gente acabará disfrutando de un vinito y de la música. “No se quieren ir, claro, ¡es una fiesta!”, bromea el director.
Marinaleda, el pueblo sevillano de Sánchez Grodillo, es sólo la inspiración. “Esto es Nueva Marinaleda como Nueva York es Nueva York, un homenaje a otra ciudad”, explica Collado, que conoce bien la realidad asamblearia y utópica de este rincón andaluz: “La revolución agraria, la colectivización de la tierra, el sistema libertario asambleario… Es verdad que ha habido conflictos, por supuesto, pero no entro a analizar lo que es actualmente Marinaleda, me limito a crear un lugar utópico, en el futuro, en el que nada tiene que ver con ese pueblo”. Es un simple homenaje a la utopía.
Y… ¿Wert qué dice de esto?
La representación da pie a plantearse muchas cosas, más todavía en una jornada electoral… Del miembro de la comunidad al que se dedica la fiesta, sólo adelantaremos que es una cabecita pensante en todos los sentidos de la expresión: ¡necesita un apósito, un “alimentador cerebral”, para dar cabida a todo su conocimiento! Estamos en el futuro, repito, y ha triunfado la cultura como manera de vida. ¿Qué diría el ministro Wert al ver que los ciudadanos no ven la cultura como un mero entretenimientos?
Ernesto Collado no se preocupa por lo que sea o deje de ser la cultura. “Yo odio la cultura del tocho”, dice, “La cultura la hace la gente, no los museos ni las galerías. Actualmente parece que sólo se valore la cultura por los registros: interesa el número de personas que van a ver una obra, no lo que esta obra les pueda decir”.
Método asambleario
Si algo hay del espíritu libre y asambleario de Nueva Marinaleda en la propia concepción de la obra es el método que sigue Collado junto con su equipo. “No hago estructuras rígidas”, explica. “Los actores saben lo que tienen que decir en cada escena y, tranquilamente, se lo pueden inventar en cada representación. Yo planteo la idea, el argumento y la situación; los actores la enriquecen cada noche. Si sólo fuera lo que escribo yo sería aburrido y excesivo, de hecho, en m i ordenador ni siquiera tengo escrito el guión completo”. Collado, de esta forma, traslada al espectáculo el debate o las discusiones que se originan en los ensayos. ¿Les suena este método? A los habitantes de Nueva Marinaleda, seguro que sí.