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Entrevista Director del CIDOB

Pol Morillas: “Putin es un líder cada vez más autoritario y ofuscado por su propia narrativa”

El director del Centro de Información y Documentación Internacionales en Barcelona, Pol Morillas.

Arturo Puente

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El ataque de Ucrania por parte de Rusia en la madrugada de este jueves ha sorprendido a buena parte de los analistas, que consideraban que una invasión militar era un escenario extremo. Pero el director del CIDOB, Pol Morillas, considera que había muchos elementos que apuntaban a esta posibilidad, como las declaraciones cada vez más incendiarias de Vladímir Putin o las campañas constantes de ciberataques en Ucrania.

El director del centro de investigaciones en relaciones internacionales llama además la atención sobre la división de opiniones de los Estados europeos sobre cómo tratar a Putin, con la apuesta de Francia y Alemania por un acercamiento que ha fracasado. A la vez, Morillas apunta a China, que sigue una política de no injerencia en los asuntos de los Estados pero, a la vez, “todo lo que sea tener a EEUU concentrados en Rusia le beneficia”.

Solo las previsiones más pesimistas hablaban de un escenario como el que hemos visto este jueves. ¿Por qué el ataque era tan imprevisible?

Las evidencias indicaban que la de la incursión militar de gran escala era una opción real desde hacía tiempo. Y que el escenario del Donbás podía ser similar al de Crimea también hacia tiempo que se decía. Por tanto, el uso de la fuerza era una amenaza bien real, a poco que se hayan seguido las declaraciones de Putin, que lleva tiempo diciendo que Ucrania como tal no existe, que es una creación artificial y está mal gobernada. Todo apuntaba en una dirección concreta. De hecho la inteligencia británica y americana nos alertaban y parecía que exageraban. Pues resulta que no. 

La duda ahora es si efectivamente nos quedaremos en una situación de control del Donbás total, como Rusia controla Crimea, y por tanto se considerará desde el Kremlin que esto es suficiente para mantener su “zona de interés vital”, como ellos le llaman, o si en cambio se considera que, siguiendo la narrativa del Kremlin de que Ucrania no tiene derecho a existir, vamos a un escenario de invasión más clásico, de derrocar al Gobierno. Las próximas horas serán cruciales para ver esto.  

¿Cree que vamos hacia un intento por parte de Rusia de controlar el país completo y una ocupación clásica?

Si nos ponemos en el marco de los acuerdos de Minsk, había suficiente ambigüedad como para entender que Rusia lo que quería era un control político de las regiones que aseguraría que por tanto el posicionamiento del país en su conjunto no sería nunca favorable, por ejemplo mediante votaciones en el Parlamento, a avanzar hacia relaciones ni con Europa ni con la OTAN. Pero claro, esto era en el marco de Minsk, que, al igual que los intentos diplomáticos por parte de Francia y Alemania, no ha surtido efecto, porque estamos delante de Putin, un líder cada vez más autoritario y ofuscado por su propia narrativa, que ha ido generando él mismo y su círculo más cercano, que es la idea de la gran Rusia y retornar Rusia al lugar que le corresponde, pasando por encima de cualquier cosa que se le anteponga. Y por tanto, en este clima de irracionalidad, todo está sobre la mesa.

¿Cómo se explica que Rusia haya elegido ese momento y esta forma de ataque? ¿Se siente especialmente fuerte?

Si lo miramos desde el punto de vista del estado de la potencia militar de Rusia, en el ámbito nuclear continúa siendo importantísima. Pero en los ámbitos económicos y de otro tipo es una potencia con una situación interna delicada. Por tanto no tiene mucho sentido esta actitud y este uso de la fuerza. Pero claro, Putin, aparte del discurso que ha construido, ha buscado momentos especialmente idóneos. Primero, una larga campaña en Ucrania y otros lugares de desinformación y ciberataques constantes, es decir, del uso de herramientas híbridas de conflicto. A la vez, busca la desunión de los europeos y por eso intenta constantemente articular las crisis que pueden hacer mayor mal a la UE, que es realmente el proyecto político contra el que está más confrontado. Y después hay elementos coyunturales como la alta dependencia del gas en pleno invierno, que hace más vulnerable a Europa, o el nuevo Gobierno en Alemania, que está acabando de perfilar su política exterior.

China no está dando apoyo explícito a Putin pero tampoco está haciendo grandes posicionamientos en contra. Juega a una lógica mucho más largoterminista

¿Cuál es la posición de China en esta cuestión?

Es otra de las cuestiones coyunturales que ha utilizado Putin. Parecía que Pekín decía que se pondría un poco de lado, porque estaba centrado en otras cosas. Que es lo que ha acabado pasando, China no está dando apoyo explícito pero tampoco está haciendo grandes posicionamientos en contra. Pero China juega a una lógica mucho más largoterminista y por tanto mucho más fundamentada sobre sus principios rectores de la política exterior, que están basados en la soberanía estatal y en la no injerencia. La actuación de Putin es claramente contraria a esta política, y eso responde y explica por qué Pekín, pese al interés común que tienen en revisar el orden impuesto por Occidente, no se esté situando claramente del lado de la intervención. Pero es evidente que a China, todo lo que sea tener a EEUU concentrados en Rusia le beneficia.

La narrativa de Rusia en Ucrania, negándole la condición de país, recuerda algo a la que China mantiene con Taiwan.

Sí. En la declaración conjunta de Rusia y China de mediados de febrero se dice que no se puede aceptar la injerencia exterior en asuntos internos. Pero, claro, Rusia considera Ucrania un asunto interno, cuando es otro país, y también hay un acuerdo explícito de Rusia de respetar la política de “una sola China”, es decir, incorporar Taiwan. Por tanto tenemos este documento de base que les acerca estratégicamente. Ahora, ese mismo documento también habla de coexistencia pacífica, de cooperación, diplomacia, cuestiones globales, soberanía… es decir, una serie de cuestiones que la crisis actual está poniendo en entredicho que Rusia quiera respetar. 

El discurso de Putin reivindica una visión histórica sobre Ucrania en la línea del nacionalismo ruso y por tanto no acepta su soberanía. ¿Hay razones para que otros países exsoviéticos, como los bálticos, se preocupen?

Sí. En la medida en que Rusia pretende hacer revivir en cierto sentido la lógica del pacto de Varsovia, hay países miembros de la UE y de la OTAN que consideran que esto ya va con ellos y que es una cuestión de seguridad colectiva a nivel de la alianza atlántica. Países de Europa central y oriental consideran que Rusia amenaza su integridad, no directamente con lo que ocurre en Ucrania, pero sí en la estrategia de desestabilización del Kremlin. Aunque no se pueda invocar el artículo 5 de la OTAN [ayuda mutua de los países de la alianza frente a un ataque contra uno de ellos] porque Ucrania no es miembro, estos países sí invocan el artículo 4 del Tratado de Washington, que se activa cuando uno de los países miembros se siente amenazado. La actuación de Rusia está reforzando el papel de la OTAN.

La OTAN ha anunciado un refuerzo de sus miembros en la zona pero mantiene la postura de no intervenir en Ucrania. ¿Cree que esta postura es sostenible, o llegará un momento en el que tenga que intervenir?

Los aliados y EEUU ya han dejado claro que no habrá una intervención sobre el terreno básicamente porque Ucrania no es miembro de la OTAN. Cada vez hay más presiones de países, sobre todo de los más cercanos geográficamente a Rusia, para aumentar dotaciones de armamento a Ucrania en una guerra claramente asimétrica. No tiene nada que ver la capacidad militar de Ucrania frente a Rusia. Esas presiones irán a más, pero chocan con posiciones como la de Alemania, que es más reticente a esta lógica de provisión de armamento porque lo ve como un elemento que todavía desestabiliza más la situación, además del factor histórico que lleva a Alemania a ser reacia al recurso militar. Hay una división en la OTAN sobre qué hacer.

La exministra de defensa alemana Kramp-Karrenbauer decía que Occidente había fallado al prepararse para detener a Putin. ¿Comparte esta visión?

Si por fracasar entendemos no ser suficientemente asertivo militarmente contra el peligro de Putin, eso se debe a que hay países que han puesto sobre la mesa la lógica de la diplomacia y el acercamiento a Rusia. Alemania lo ha hecho por cuestiones energéticas y económicas y Francia con Macron ha intentado un acercamiento y mediación respetando la posición de Putin. Lo hizo al reinvitarle al G-8 y al fomentar una cumbre bilateral entre Putin y Biden. Hay división de fondo y distintas percepciones en Europa sobre hasta qué punto Putin es una amenaza o un socio indispensable con el que hay que llegar a acuerdos. Pero quien más ha ahondado en la división es el propio Putin al poner 150.000 soldados en la frontera.

Esa división de la UE puede acabar con la invasión militar.

Estas confrontaciones basadas en una actitud autoritaria y en un uso de la fuerza que no atiende a razones suponen un toque de atención para la UE y todo Occidente. Pero depende de hasta dónde llegue esta situación. Si hay una invasión militar plena en Ucrania, que es un país fronterizo con Polonia y por lo tanto con la UE, se reforzará aún más la confrontación entre la Unión y Rusia.

Hay división de fondo y distintas percepciones en Europa sobre hasta qué punto Putin es una amenaza o un socio indispensable con el que hay que llegar a acuerdos

Hasta el momento la Unión Europea ha anunciado sanciones. ¿Estas sanciones pueden hacer daño real o son medidas poco efectivas?

Si las sanciones son muy coordinadas entre EEUU y la UE y más amplias que nunca, Putin debería reconsiderar su agresividad. Las sanciones buscan a la vez generar un malestar dentro de Rusia a nivel económico, social y político y aislar a Putin interna e internacionalmente. Las sanciones son más fuertes y concertadas que en la crisis de Crimea. ¿Se irá hasta las últimas consecuencias y se expulsará a Rusia de los mercados internacionales? Esto tiene consecuencias sobre los mercados europeos, ya que se dañaría a la economía rusa, pero también a la europea.

Los magnates rusos tienen muchas conexiones con la City londinense. ¿La UE puede hacer algo respecto al movimiento de divisas o todo depende de Boris Johnson?

Se ha visto una alianza más clara de la que se podía prever tras el Brexit entre Reino Unido, Europa y EEUU. Boris Johnson ha mostrado una voluntad de actuar concertadamente y eso es un punto de interés: a Rusia le interesaba el Brexit como elemento desestabilizador de la UE y Johnson ahora ha tomado la delantera pero no en contra de la relación con Europa sino más bien conjuntamente. Esto desconcierta a Putin.

¿Europa puede garantizar suministros con Rusia en contra?

Europa está en una transición energética hacia las energías renovables. A día de hoy Europa sigue dependiendo del gas y del petróleo, y Putin lo utiliza para hacer valer su fuerza. El camino hacia las renovables es inevitable, pero en él mientras tanto hay unos costes muy grandes a nivel de precios y sociales. Es un elemento desestabilizador más de todos los que utiliza Putin. 

Al margen de Europa, ¿qué zonas del mundo pueden verse también afectadas por la invasión de Ucrania?

Egipto es el principal importador de trigo de Ucrania y Rusia puede ver agravada su crisis alimentaria. La dependencia de importaciones de estos países puede desestabilizar también a países de Oriente Medio y el Norte de África.

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