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El independentismo evita imponerse plazos mientras asume que la República va para largo

La ANC pide una reacción colectiva que implique desobediencia ante el Estado

Arturo Puente

El “tenim pressa” (tenemos prisa) se convirtió en los albores de la década en una de las ideas que impulsó el independentismo. Una prisa que, a lo largo de los últimos 5 años, se ha traducido en la consulta del 9-N, en el referéndum del 1-O y en la declaración de independencia del 27-O, pero en ninguna república catalana. Tras una larga resaca de los meses álgidos del proceso, los líderes independentistas han comenzado estas semanas a asumir en público que la independencia, de producirse, no ocurrirá en el corto plazo. De la “prisa” al “ya habrá tiempo”.

“Es el momento de buscar un nuevo momento, de crecer y de no renunciar a nada”, respondió esta semana el president Torra en los micrófonos de Rac1. El jefe del Govern daba a entender así que los plazos con objetivos concretos, de los que el proceso independentista ha vivido a menudo prisionero, se han acabado. No era la primera vez que desde JxCat se hablaba en esa línea. En marzo pasado Carles Puigdemont ya aseguró en un encuentro interno con el PDeCAT que debían de trabajar para crecer porque al independentismo “le falta gente”.

“Todos los movimientos políticos quieren crecer, convencer más, nosotros también”, reflexiona Pep Cruanyes, vicepresidente de la ANC, “pero eso no puede significar quedarse sentado a que el momento político llegue, como quien espera a un tren. Los escenarios se generan”. Desde la Assemblea observan un cierto aletargamiento independentista, que se explican debido a la “fuerza, física e institucional” que a su parecer ha empleado el Estado. “Se ha de responder a esa demofobia cada vez que haya oportunidad”, propone Cruanyes.

Cambio de fase y fortalecer el movimiento

ERC también ha reflexionado sobre el nuevo momento del independentismo. Las conclusiones a las que el partido ha llegado se plasmaron en la propuesta de ponencia política hecha pública a principios de este mes y que se debatirá en la conferencia política de este verano. Entre las ideas que transpira ese texto está la de que hace falta fortalecer el movimiento independentista para lanzar un nuevo “embate democrático” al Estado, a poder ser en un escenario de correlación de fuerzas favorable a sus intereses.

“Tenemos que estar preparados para cuando se abra la ventana de oportunidad, algo que estamos convencidos de que pasará pero que ahora no podemos situar en el calendario”, afirma Marta Vilalta, portavoz de ERC. Los republicanos apuestan por mantener la tensión con el Estado, pero situarla en unas coordenadas de defensa de los derechos, de frente antirrepresivo y de políticas públicas republicanas.

Otro de los ejes prioritarios para ERC son las alianzas con sectores de la ciudadanía que no son independentistas pero sí comparten ciertos valores y puntos de vista. “La autodeterminación siempre es un proceso multilateral, por lo que los pactos son claves. Eso no significa esperar a que otros hagan algo por ti, significa poder actuar con más fuerza”, explica la portavoz.

Los republicanos ven con satisfacción que cada vez más sectores independentistas observen que la consecución de la independencia no será inminente. “Comienza a haber un consenso en torno a que vendrán nuevas oportunidades en el futuro. Nuestro trabajo es convertirlas en mejores oportunidades”, afirma Vilalta. El objetivo declarado por ERC es “forzar que el Gobierno se acabe sentando a negociar”.

La CUP ve “riesgo de autonomismo”

La dicotomía sobre mantener el pulso con el Estado a toda costa o mirar a más largo plazo para seducir a nuevos independentistas ha emergido con fuerza dentro del movimiento por la secesión. A Puigdemont y su grupo de JxCat se les reconoce como la corriente partidaria de mantener las espadas en alto. También a la CUP, que durante el debate sobre los candidatos a la investidura hizo una apuesta monolítica por el nombre del president cesado.

El razonamiento era que la ventana de oportunidad abierta en octubre no se había cerrado aún. Pero, una vez investido Torra, incluso los anticapitalistas han debatido internamente sobre los nuevos horizontes. “Cada día que pasamos en la aparente normalidad institucional nos alejamos del 1-O. Hay un riesgo real a que el independentismo se acomode en el autonomismo”, asegura la diputada de la CUP Natàlia Sànchez.

Los anticapitalistas consideran que la existencia de presos y exiliados mantendrá encendido el pulso soberanista, pero también asumen que irá perdiendo nervio según pase el tiempo. Por eso, como opción menos mala, apuesta por que la gestión que el independentismo haga de las instituciones catalanas acerque la independencia. “Eso solo es posible con políticas hechas para la mayoría trabajadora y rompiendo los márgenes autonómicos desde la desobediencia”, asegura Sànchez.

Se acabaron las fechas límite

Una de las consecuencias directas del “tenim pressa” fue la constante autoimposición de fechas clave y límites temporales en el movimiento independentista. Consulta el 9 de noviembre de 2014, 18 meses de legislatura en 2015, un referéndum antes de octubre de 2017... todos los grandes eventos que han jalonado el proceso independentista han venido condicionados por un calendario al que los líderes políticos se habían comprometido.

“Marcar tiempos permite avanzar y presionar, pero también puede provocar inflexibilidad, que es negativa para la estrategia”, asegura Cruanyes. Desde la ANC, de hecho, en el último documento político aprobado se han abstenido de fijar plazos concretos, decantándose ahora por la consecución de objetivos sin límite temporal. “Es uno de los aprendizajes que los independentismo hemos, no encorsetarnos con plazos si no es necesario”, concuerda Vilalta.

El clima independentista se acompasa, las palabras de Torra sobre la necesidad de buscar “otro momento” descolocaron a los más fieles. Sobre todo cuando esta misma semana el nuevo president había vuelto a tensar la relación entre las instituciones catalanas y el Estado nombrando consellers a cuatro personas en prisión y en Bélgica. Del horizonte de JxCat tampoco ha desaparecido la idea de una nueva convocatoria electoral tan pronto como lo permite el Estatut, esto es, en diciembre que viene.

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